Eclesiástico 44 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 25 versitos |
1

La historia

Voy a hacer el elogio de los hombres de bien,
de la serie de nuestros antepasados:
2 gran gloria les repartió el Altísimo,
los engrandeció desde tiempos antiguos.
3 Alabemos: a los soberanos, por su gobierno del país;
a los hombres famosos, por sus hazañas;
a los consejeros, por su prudencia;
a los videntes, por su don profético;
4 a los príncipes de naciones, por su sagacidad;
a los jefes, por su inteligencia;
a los sabios pensadores, por sus escritos;
a los poetas, por sus vigilias.
5 Compositores según el arte,
que pusieron por escrito sus canciones.
6 Hombres ricos y poderosos,
que vivieron en paz en sus moradas.
7 Recibieron honor durante su vida,
y fueron la gloria de su tiempo.
8 Algunos dejaron su nombre
para ser respetados por sus herederos.
9 Otros no dejaron recuerdo, y acabaron al acabar su vida:
fueron como si no hubieran sido, y lo mismo sus hijos tras ellos.
10 No así los hombres de bien:
su esperanza no se acabó,
11 sus bienes perduran en su descendencia,
su herencia pasa de hijos a nietos.
12 Sus hijos siguen fieles a la alianza,
y también sus nietos, gracias a ellos.
13 Su recuerdo dura por siempre,
su caridad no se olvidará.
14 Sepultados sus cuerpos en paz,
vive su fama por generaciones;
15 el pueblo cuenta su sabiduría,
la asamblea pregona su alabanza.
16 HENOC trataba con el Señor y fue arrebatado,
ejemplo de religión para todas las edades.
17 El justo NOÉ fue un hombre íntegro,
al tiempo de la destrucción él fue el renovador;
por él quedó vivo un resto
y por su alianza acabó el diluvio;
18 con señal perpetua se sancionó su pacto
de no destruir otra vez a los vivientes.
19 ABRAHÁN fue padre de muchos pueblos,
en su gloria no cabe mancha,
20 porque cumplió el mandato del Altísimo
y pactó una alianza con él,
en su carne selló el pacto,
y en la prueba se mostró fiel;
21 por eso Dios le juró
bendecir con su descendencia a las naciones,
multiplicarlo como la arena de las playas,
y a sus descendientes como a las estrellas del cielo;
darle en herencia el país de mar a mar,
desde el Gran Río hasta el extremo de la tierra.
22 A ISAAC le aseguró descendencia
en atención de Abrahán, su padre;
23 le dio la alianza de sus antepasados,
y la bendición bajó sobre ISRAEL,
a quien confirmó la bendición y le dio la herencia,
señaló las fronteras de las tribus repartiendo lotes a las doce.
De él nació un hombre
amado por todos: MOISÉS.
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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

El libro, su autor y fecha de composición. El título del libro y la firma del autor se encuentran en la parte final de la obra (57,27-29), como en el Eclesiastés. Bajo el título encontramos reunidos varios términos sapienciales: enseñanza, consejo, prudencia, sabiduría. El autor es «Simón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sirá» (50,27), hombre culto y experimentado, conocedor, por sus viajes, de diversos pueblos y culturas.
El libro fue compuesto en hebreo hacia el año 197 a.C. para reafirmar a los judíos de la Diáspora en la fidelidad a la ley y a la tradición de sus mayores, frente a la influencia generalizada de la cultura helenista. El texto hebreo desapareció pronto, quizás por no ser considerado como canónico por una parte de la tradición judía. Desde finales del s. XIX hasta la fecha, sin embargo, han ido apareciendo en diversos lugares fragmentos sueltos del original hebreo que equivalen a dos tercios de la obra completa.
La traducción griega, hacia el año 132 a.C., se debió al nieto de Ben Sirá. El abuelo había escrito en una lengua hebrea más bien académica, según los módulos formales hebreos. El nieto traduce al griego, lengua culta de estructura y estilo bien diversos. Cuenta con el antecedente de otros libros traducidos al griego. Su aclaración parece tener un tono apologético frente a los clásicos de la literatura griega: quiere salvar el prestigio del abuelo y de la literatura de su pueblo.
La «Sabiduría de Ben Sirá», uno de los libros más extensos del Antiguo Testamento, fue aceptado como canónico por la tradición cristiana, y llegó a ser tan leído en la Iglesia antigua que recibió el título de «Eclesiástico».

Contenido del Eclesiástico. Con Jesús Ben Sirá llegamos a un ejercicio profesional del saber, practicado en una escuela. Según sus confesiones en el libro, el autor se ha dedicado al estudio, enseñanza y exposición de lo que era tradicionalmente la sabiduría, sensatez o prudencia. Mantiene como fuentes del saber la experiencia, la observación y la reflexión; al mismo tiempo subraya el valor de la tradición (30,25; 36,16) y la necesidad de la oración (39,5-8).
En su tiempo la sabiduría consistía en buena parte en el estudio y comentario de textos bíblicos, narrativos y legales. De ordinario no cita explícitamente el pasaje comentado, se contenta con aludirlo; supone, quizás, que sus discípulos lo conocen. Al final del libro ofrece un brevísimo resumen de historia, en forma de tratado de vidas ilustres.
El principio de su doctrina consiste en una correlación: lo supremo de la sabiduría es el respeto o reverencia de Dios, y esto se traduce en el cumplimiento de la ley, sobre todo en lo que respecta a la justicia y misericordia para con los débiles y necesitados. Es en Israel donde esta sabiduría se ha hecho presente y operante.
Hombre tradicionalmente piadoso y humano, Ben Sirá, sabe inspirar la piedad y la confianza en Dios a sus oyentes. De todas formas, el horizonte en que se mueve su enseñanza no va más allá de la vida presente donde, según la doctrina tradicional de la retribución, Dios recompensará al que le permanece fiel y castigará a los descarriados.



PRÓLOGO

Muy pocos libros del Antiguo Testamento cuentan con una información tan explícita de la totalidad de la obra, tal como lo encontramos aquí. Estas líneas escritas por el traductor del libro del hebreo al griego, nos informa varias cosas importantes: 1. Los motivos que tuvo para escribirlo: para que los lectores aprendan y puedan ayudar a los de fuera. 2. El autor: mi abuelo Jesús. Este Jesús, según 50,27 es hijo de un tal Eleazar, hijo de Sirá, de Jerusalén. 3. Las fuentes que inspiraron al autor: La Ley, los Profetas y los restantes libros paternos. 4. Motivos y destinatarios de la traducción al griego: ofrecer a los judíos de la dispersión la oportunidad de instruirse en las tradiciones de su pueblo, en una lengua que dominaban más que la de sus ancestros. 5. Contexto del traductor y de la traducción: Egipto, año 132; finalización del trabajo de traducción, año 117 a.C.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Eclesiástico 44,1-1544:1-50:24 La historia. El himno de alabanza al Creador y el que sigue, acción de gracias y admiración por las maravillas creadas, sirven de introducción para este largo encomio o exaltación de las figuras claves de la historia de Israel. La intencionalidad es demostrar cómo el poder y la grandeza de Dios derramadas en la creación tienen finalmente un punto de concreción: Israel y su largo camino histórico que comienza con Henoc y termina con Simón (o Simeón), Sumo sacerdote a quien Ben Sirá admira y venera profundamente.

44:1-15 Introducción. Lista genérica de los grandes hombres que le dieron brillo y lustro a Israel. Ellos fueron lo que fueron no por sus propios méritos, sino porque «gran gloria les repartió el Altísimo haciéndolos grandes» (3). Esta primera mención general sólo se refiere a los dones o carisma con que Dios adornó a aquellos antepasados, por lo cual sus nombres perduran por siempre, en contraposición a quienes no dejaron recuerdo, sus nombres se acabaron al acabarse su vida (9). Aquí hay que tener en cuenta la suerte que corrían muchos personajes que aun habiendo sido figuras públicas ampliamente reconocidas en su momento, pero que a juicio de los historiadores caminaron en contra del querer de Dios, sus nombres eran borrados definitivamente como una especie de olvido simbólico o destino de los malvados. Así, por ejemplo, el olvido deliberado como rechazo y castigo a todos los reyes del reino del Norte y de aquellos de Judá que «hicieron el mal a los ojos del Señor».


Eclesiástico 44,16-23Primeros antepasados. El encomio o elogio de los héroes de Israel comienza con Henoc (16) de quien se cuenta que fue arrebatado al cielo ( Gén_5:24); es puesto como ejemplo de religión para todos los tiempos pues trataba con Dios cara a cara. Noé (17) es visto como el origen más primitivo del pequeño «resto de Israel» ya que con él y su familia se dio inicio al nacimiento del pueblo después de la gran destrucción (cfr. Gén_9:8-17). De Abrahán (19-21) se resaltan varias cosas: cumplió la Ley del Señor -obviamente en tiempos en que no existía la Torá; ¡pero es que para el rabinismo judío, antes de la creación del mundo, Dios mismo se complacía leyendo la Torá!-; Dios sella con él un pacto y lo bendice; lo hace padre de muchos pueblos y, además, le promete un territorio. Isaac (22), heredero de su padre, de él recibe la bendición, la promesa de la descendencia numerosa lo mismo que la alianza y la promesa de un territorio. En Israel -Jacob- (23b) se perpetúa la alianza y se confirma la bendición y la promesa de la descendencia numerosa y del territorio, el cual quedó repartido entre las doce tribus. De este pueblo numeroso viene Moisés (23c) de quien el historiador dice que es la figura más amada de todo el pueblo ya que Dios lo dotó extraordinariamente para ser cabeza y guía de su pueblo en todos los aspectos. Nótese que en este primer tramo del elogio o encomio no se tienen en cuenta otras figuras tan importantes como el primogénito de Abrahán, Ismael, también por promesa divina, padre de una gran multitud: los pueblos árabes; ni al hermano mayor de Isaac, Esaú, padre de los edomitas. Ni por accidente se menciona tampoco a ninguna matriarca de Israel: Sara, Agar, Lía, Rebeca, Raquel... En y con ellos y ellas también hizo Dios historia.