Eclesiástico 47 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 28 versitos |
1 Después de él surgió NATÁN,
que estuvo al servicio de DAVID,
2 como la grasa se aparta del sacrificio de comunión,
así David fue elegido entre los Israelitas.
3 Jugaba con leones como con cabritos,
y con osos como con corderillos;
4 siendo un muchacho mató a un gigante,
quitando la humillación del pueblo,
cuando su mano hizo girar la honda,
y derribó el orgullo de Goliat.
5 Invocó al Dios Altísimo, quien fortaleció su derecha
para eliminar al poderoso guerrero
y restaurar el honor de su pueblo.
6 Por eso le cantaban las muchachas
alabándolo por sus diez mil.
7 Ya coronado peleó y derrotó a sus enemigos vecinos,
derrotó a los filisteos hostiles, quebrantando su poder hasta hoy.
8 De todas sus empresas daba gracias
alabando la gloria del Dios Altísimo;
de todo corazón amó a su Creador,
entonando salmos cada día;
9 trajo instrumentos para servicio del altar
y compuso música de acompañamiento;
10 celebró fiestas solemnes
y ordenó el ciclo de las solemnidades;
cuando, de madrugada, alababa el Nombre del Santo
resonaba el júbilo de las ceremonias.
11 El Señor perdonó su delito y exaltó su poder para siempre,
le confirió el poder real y afianzó su trono en Jerusalén.
12 Por sus méritos le sucedió
un hijo prudente que vivió en paz:
13 SALOMÓN, rey en tiempos tranquilos,
porque Dios pacificó sus fronteras;
construyó un templo en su honor
y fundó un santuario perpetuo.
14 ¡Qué sabio eras en tu juventud,
rebosando doctrina como el Nilo!
15 Tu saber cubría la tierra,
y la llenaste con tu canto sublime;
16 tu fama llegaba hasta las costas,
que deseaban escucharte.
17 De tus cantos, proverbios, enigmas y sentencias
los pueblos quedaban pasmados;
18 te llamaban con el nombre glorioso con que llaman a Israel.
Pero amontonaste oro como hierro
y acumulabas plata como plomo;
19 entregaste a mujeres tus muslos
dándoles poder sobre tu cuerpo,
20 echaste una mancha en tu honor
e infamia sobre tu lecho,
atrayendo la ira sobre tus descendientes
y desgracias sobre tu posteridad.
21 Por eso el pueblo se dividió en dos partes
y un reino rebelde surgió de Efraín.
22 Pero Dios no retiró su lealtad
ni dejó de cumplir sus promesas;
no aniquila a los hijos de sus escogidos
ni destruye la descendencia de sus amigos,
sino que dejó un resto a Jacob
y a David un retoño de su descendencia.
23 Salomón descansó con sus padres
y dejó por sucesor a uno de sus hijos:
rico en locura y falto de juicio,
que con su política hizo amotinarse al pueblo.
Surgió uno –no se pronuncie su nombre–
que pecó e hizo pecar a Israel;
24 fue un escándalo para Efraín, que lo condujo al destierro;
enorme fue su pecado, se entregó a toda maldad.
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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

El libro, su autor y fecha de composición. El título del libro y la firma del autor se encuentran en la parte final de la obra (57,27-29), como en el Eclesiastés. Bajo el título encontramos reunidos varios términos sapienciales: enseñanza, consejo, prudencia, sabiduría. El autor es «Simón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sirá» (50,27), hombre culto y experimentado, conocedor, por sus viajes, de diversos pueblos y culturas.
El libro fue compuesto en hebreo hacia el año 197 a.C. para reafirmar a los judíos de la Diáspora en la fidelidad a la ley y a la tradición de sus mayores, frente a la influencia generalizada de la cultura helenista. El texto hebreo desapareció pronto, quizás por no ser considerado como canónico por una parte de la tradición judía. Desde finales del s. XIX hasta la fecha, sin embargo, han ido apareciendo en diversos lugares fragmentos sueltos del original hebreo que equivalen a dos tercios de la obra completa.
La traducción griega, hacia el año 132 a.C., se debió al nieto de Ben Sirá. El abuelo había escrito en una lengua hebrea más bien académica, según los módulos formales hebreos. El nieto traduce al griego, lengua culta de estructura y estilo bien diversos. Cuenta con el antecedente de otros libros traducidos al griego. Su aclaración parece tener un tono apologético frente a los clásicos de la literatura griega: quiere salvar el prestigio del abuelo y de la literatura de su pueblo.
La «Sabiduría de Ben Sirá», uno de los libros más extensos del Antiguo Testamento, fue aceptado como canónico por la tradición cristiana, y llegó a ser tan leído en la Iglesia antigua que recibió el título de «Eclesiástico».

Contenido del Eclesiástico. Con Jesús Ben Sirá llegamos a un ejercicio profesional del saber, practicado en una escuela. Según sus confesiones en el libro, el autor se ha dedicado al estudio, enseñanza y exposición de lo que era tradicionalmente la sabiduría, sensatez o prudencia. Mantiene como fuentes del saber la experiencia, la observación y la reflexión; al mismo tiempo subraya el valor de la tradición (30,25; 36,16) y la necesidad de la oración (39,5-8).
En su tiempo la sabiduría consistía en buena parte en el estudio y comentario de textos bíblicos, narrativos y legales. De ordinario no cita explícitamente el pasaje comentado, se contenta con aludirlo; supone, quizás, que sus discípulos lo conocen. Al final del libro ofrece un brevísimo resumen de historia, en forma de tratado de vidas ilustres.
El principio de su doctrina consiste en una correlación: lo supremo de la sabiduría es el respeto o reverencia de Dios, y esto se traduce en el cumplimiento de la ley, sobre todo en lo que respecta a la justicia y misericordia para con los débiles y necesitados. Es en Israel donde esta sabiduría se ha hecho presente y operante.
Hombre tradicionalmente piadoso y humano, Ben Sirá, sabe inspirar la piedad y la confianza en Dios a sus oyentes. De todas formas, el horizonte en que se mueve su enseñanza no va más allá de la vida presente donde, según la doctrina tradicional de la retribución, Dios recompensará al que le permanece fiel y castigará a los descarriados.



PRÓLOGO

Muy pocos libros del Antiguo Testamento cuentan con una información tan explícita de la totalidad de la obra, tal como lo encontramos aquí. Estas líneas escritas por el traductor del libro del hebreo al griego, nos informa varias cosas importantes: 1. Los motivos que tuvo para escribirlo: para que los lectores aprendan y puedan ayudar a los de fuera. 2. El autor: mi abuelo Jesús. Este Jesús, según 50,27 es hijo de un tal Eleazar, hijo de Sirá, de Jerusalén. 3. Las fuentes que inspiraron al autor: La Ley, los Profetas y los restantes libros paternos. 4. Motivos y destinatarios de la traducción al griego: ofrecer a los judíos de la dispersión la oportunidad de instruirse en las tradiciones de su pueblo, en una lengua que dominaban más que la de sus ancestros. 5. Contexto del traductor y de la traducción: Egipto, año 132; finalización del trabajo de traducción, año 117 a.C.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Eclesiástico 47,1-24Primeros reyes: David y Salomón. El puente entre el período de los jueces y la monarquía es Natán (1) mencionado para introducir la figura de David (1b-12) y que sirve para legitimar el cambio de época, toda vez que es Natán el profeta de Dios, encargado de transmitir los mensajes divinos al rey. De David se resalta precisamente su elección divina (2s), pero además se señalan sus iniciativas respecto a la oficialización del culto en Jerusalén (8-10); no se oculta su pecado, pero para resaltar la infinita bondad y misericordia de Dios. Le sucede su hijo Salomón (13-23a), quien asumió el poder en un período de paz; se recuerda la primera época de su reinado y se resalta especialmente su sabiduría (14-17); pero a la hora de establecer el origen de todos los extravíos de Israel como pueblo organizado en torno a la monarquía, no se duda en poner en el mismo Salomón los orígenes de dichos desvíos (18-20). Con todo, se resalta otra vez la bondad y fidelidad de Dios que no destruyó a su pueblo por los pecados de Salomón, aunque sí lo castigó severamente con la división del reino y con el destierro, primero de los habitantes del Norte y luego de los del Sur. De la serie de reyes, directos sucesores de Salomón, ni de los que surgieron en el Norte, Ben Sirá hace mención alguna, más aún, llama a «no pronunciar sus nombres».