Eclesiástico 5 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 36 versitos |
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Contra las falsas seguridades

No confíes en tus riquezas ni digas: Me basto a mí mismo;
no confíes en tus fuerzas para seguir tus caprichos;
2 no sigas tus antojos y codicias
ni camines según tus pasiones.
3 No digas: Nadie puede contra mí,
porque el Señor te pedirá cuentas;
4 no digas: He pecado, y nada malo me ha sucedido,
porque él es un Dios paciente.
5 No estés tan seguro de su perdón
para seguir cometiendo pecado tras pecado.
6 No pienses: es grande su compasión y perdonará mis muchas culpas;
porque tiene compasión pero también se enoja,
y su ira recae sobre los malvados.
7 No tardes en volverte a él dejando pasar los días;
porque su furor brota de repente,
y el día de la venganza perecerás.
8 No confíes en riquezas adquiridas injustamente,
que no te servirán el día de la desgracia.
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Sobre el hablar
19,4-17; 23,7-15; 27,8-15

No limpies el trigo con cualquier viento
ni camines en cualquier dirección.
10 Sé firme en tu modo de pensar
y sea una tu palabra;
11 sé rápido para escuchar
y date tiempo para responder;
12 si está en tu poder, responde al prójimo,
y si no, cállate la boca.
13 El hablar trae honra y trae deshonra,
la lengua del hombre es su ruina.
14 No tengas fama de chismoso ni emplees la lengua para murmurar;
para el ladrón se hizo la vergüenza,
y los duros castigos para el chismoso.
15 No hagas daño, ni poco ni mucho,
no te conviertas de amigo en enemigo.
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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

El libro, su autor y fecha de composición. El título del libro y la firma del autor se encuentran en la parte final de la obra (57,27-29), como en el Eclesiastés. Bajo el título encontramos reunidos varios términos sapienciales: enseñanza, consejo, prudencia, sabiduría. El autor es «Simón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sirá» (50,27), hombre culto y experimentado, conocedor, por sus viajes, de diversos pueblos y culturas.
El libro fue compuesto en hebreo hacia el año 197 a.C. para reafirmar a los judíos de la Diáspora en la fidelidad a la ley y a la tradición de sus mayores, frente a la influencia generalizada de la cultura helenista. El texto hebreo desapareció pronto, quizás por no ser considerado como canónico por una parte de la tradición judía. Desde finales del s. XIX hasta la fecha, sin embargo, han ido apareciendo en diversos lugares fragmentos sueltos del original hebreo que equivalen a dos tercios de la obra completa.
La traducción griega, hacia el año 132 a.C., se debió al nieto de Ben Sirá. El abuelo había escrito en una lengua hebrea más bien académica, según los módulos formales hebreos. El nieto traduce al griego, lengua culta de estructura y estilo bien diversos. Cuenta con el antecedente de otros libros traducidos al griego. Su aclaración parece tener un tono apologético frente a los clásicos de la literatura griega: quiere salvar el prestigio del abuelo y de la literatura de su pueblo.
La «Sabiduría de Ben Sirá», uno de los libros más extensos del Antiguo Testamento, fue aceptado como canónico por la tradición cristiana, y llegó a ser tan leído en la Iglesia antigua que recibió el título de «Eclesiástico».

Contenido del Eclesiástico. Con Jesús Ben Sirá llegamos a un ejercicio profesional del saber, practicado en una escuela. Según sus confesiones en el libro, el autor se ha dedicado al estudio, enseñanza y exposición de lo que era tradicionalmente la sabiduría, sensatez o prudencia. Mantiene como fuentes del saber la experiencia, la observación y la reflexión; al mismo tiempo subraya el valor de la tradición (30,25; 36,16) y la necesidad de la oración (39,5-8).
En su tiempo la sabiduría consistía en buena parte en el estudio y comentario de textos bíblicos, narrativos y legales. De ordinario no cita explícitamente el pasaje comentado, se contenta con aludirlo; supone, quizás, que sus discípulos lo conocen. Al final del libro ofrece un brevísimo resumen de historia, en forma de tratado de vidas ilustres.
El principio de su doctrina consiste en una correlación: lo supremo de la sabiduría es el respeto o reverencia de Dios, y esto se traduce en el cumplimiento de la ley, sobre todo en lo que respecta a la justicia y misericordia para con los débiles y necesitados. Es en Israel donde esta sabiduría se ha hecho presente y operante.
Hombre tradicionalmente piadoso y humano, Ben Sirá, sabe inspirar la piedad y la confianza en Dios a sus oyentes. De todas formas, el horizonte en que se mueve su enseñanza no va más allá de la vida presente donde, según la doctrina tradicional de la retribución, Dios recompensará al que le permanece fiel y castigará a los descarriados.



PRÓLOGO

Muy pocos libros del Antiguo Testamento cuentan con una información tan explícita de la totalidad de la obra, tal como lo encontramos aquí. Estas líneas escritas por el traductor del libro del hebreo al griego, nos informa varias cosas importantes: 1. Los motivos que tuvo para escribirlo: para que los lectores aprendan y puedan ayudar a los de fuera. 2. El autor: mi abuelo Jesús. Este Jesús, según 50,27 es hijo de un tal Eleazar, hijo de Sirá, de Jerusalén. 3. Las fuentes que inspiraron al autor: La Ley, los Profetas y los restantes libros paternos. 4. Motivos y destinatarios de la traducción al griego: ofrecer a los judíos de la dispersión la oportunidad de instruirse en las tradiciones de su pueblo, en una lengua que dominaban más que la de sus ancestros. 5. Contexto del traductor y de la traducción: Egipto, año 132; finalización del trabajo de traducción, año 117 a.C.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Eclesiástico 5,1-8Contra las falsas seguridades. Encontramos una prevención para no caer en el error de confiar tanto en la riqueza y en los bienes al punto de darles más valor que a Dios y de sentirse más seguros en ellos que con Dios mismo. La absolutización de la riqueza y de los bienes materiales trae como consecuencia la relativización de Dios y, por tanto, de todo lo inherente a las relaciones con Él: su perdón, su misericordia, su acompañamiento, su guía. Una vida que tiene su seguridad en la riqueza está destinada a la perdición y peor aún si dicha riqueza ha sido adquirida de manera injusta.


Eclesiástico 5,9-15Sobre el hablar. Otra de las enseñanzas de la sabiduría basada en la simple observación, es la discreción en las relaciones interpersonales. Una lengua sin control causa más mal que bien, pues por lo general quien es pronto para hablar, es lento en la reflexión y el discernimiento. El llamado es, entonces, a reflexionar primero, a discernir cada situación para hablar luego de lo que conviene. En nuestro pueblo es común el refrán «piensa para hablar, no hables para pensar».