Eclesiástico 8 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 38 versitos |
1

Cautela en la relación con los demás

No pongas pleito a un poderoso,
no vayas a parar en sus manos;
2 no pelees con un hombre rico:
pesará tu precio, y estás perdido
porque el oro ha perturbado a hombres influyentes
y la riqueza ha extraviado a nobles.
3 No discutas con un charlatán,
que es echar leña al fuego;
4 no trates con el necio,
no te vayan a despreciar los nobles.
5 No avergüences al que se arrepiente del pecado:
recuerda que todos somos culpables;
6 no te burles del anciano,
porque nosotros seremos viejos;
7 no te alegres de la muerte de nadie:
recuerda que todos moriremos.
8

Aprender de los mayores

No rechaces los discursos de los sabios,
estudia con dedicación sus enseñanzas;
porque de ellos aprenderás la instrucción
para entrar al servicio de los príncipes;
9 no desprecies las historias de los ancianos
que ellos escucharon a sus padres;
porque de ellos recibirás prudencia,
para saber responder cuando haga falta.
10

Trato con los hombres

No enciendas fuego en las brasas del malvado,
no te vayas a quemar con sus llamas;
11 no huyas de la presencia del insolente,
dejándole que intrigue contra ti;
12 no prestes a uno más fuerte que tú,
y si le has prestado, dalo por perdido;
13 no des fianza por encima de lo que puedes,
y si la has dado, prepárate a pagar;
14 no pongas pleito a un juez,
porque sentenciará a su favor.
15 Con el imprudente no camines, porque agravarás tus desgracias;
él va derecho a lo que quiere, y tú pagarás su locura;
16 con el que se enoja fácilmente no seas testarudo,
no cabalgues con él por el camino;
porque no le importa derramar sangre,
y cuando nadie pueda auxiliarte, te matará;
17 con el tonto no tengas confidencias,
porque no sabe guardar tu secreto;
18 ante un extraño no hagas lo que es secreto,
porque no sabes lo que puede suceder;
19 no le abras tu corazón a cualquiera,
así no espantarás tu felicidad.
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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO

El libro, su autor y fecha de composición. El título del libro y la firma del autor se encuentran en la parte final de la obra (57,27-29), como en el Eclesiastés. Bajo el título encontramos reunidos varios términos sapienciales: enseñanza, consejo, prudencia, sabiduría. El autor es «Simón, hijo de Jesús, hijo de Eleazar, hijo de Sirá» (50,27), hombre culto y experimentado, conocedor, por sus viajes, de diversos pueblos y culturas.
El libro fue compuesto en hebreo hacia el año 197 a.C. para reafirmar a los judíos de la Diáspora en la fidelidad a la ley y a la tradición de sus mayores, frente a la influencia generalizada de la cultura helenista. El texto hebreo desapareció pronto, quizás por no ser considerado como canónico por una parte de la tradición judía. Desde finales del s. XIX hasta la fecha, sin embargo, han ido apareciendo en diversos lugares fragmentos sueltos del original hebreo que equivalen a dos tercios de la obra completa.
La traducción griega, hacia el año 132 a.C., se debió al nieto de Ben Sirá. El abuelo había escrito en una lengua hebrea más bien académica, según los módulos formales hebreos. El nieto traduce al griego, lengua culta de estructura y estilo bien diversos. Cuenta con el antecedente de otros libros traducidos al griego. Su aclaración parece tener un tono apologético frente a los clásicos de la literatura griega: quiere salvar el prestigio del abuelo y de la literatura de su pueblo.
La «Sabiduría de Ben Sirá», uno de los libros más extensos del Antiguo Testamento, fue aceptado como canónico por la tradición cristiana, y llegó a ser tan leído en la Iglesia antigua que recibió el título de «Eclesiástico».

Contenido del Eclesiástico. Con Jesús Ben Sirá llegamos a un ejercicio profesional del saber, practicado en una escuela. Según sus confesiones en el libro, el autor se ha dedicado al estudio, enseñanza y exposición de lo que era tradicionalmente la sabiduría, sensatez o prudencia. Mantiene como fuentes del saber la experiencia, la observación y la reflexión; al mismo tiempo subraya el valor de la tradición (30,25; 36,16) y la necesidad de la oración (39,5-8).
En su tiempo la sabiduría consistía en buena parte en el estudio y comentario de textos bíblicos, narrativos y legales. De ordinario no cita explícitamente el pasaje comentado, se contenta con aludirlo; supone, quizás, que sus discípulos lo conocen. Al final del libro ofrece un brevísimo resumen de historia, en forma de tratado de vidas ilustres.
El principio de su doctrina consiste en una correlación: lo supremo de la sabiduría es el respeto o reverencia de Dios, y esto se traduce en el cumplimiento de la ley, sobre todo en lo que respecta a la justicia y misericordia para con los débiles y necesitados. Es en Israel donde esta sabiduría se ha hecho presente y operante.
Hombre tradicionalmente piadoso y humano, Ben Sirá, sabe inspirar la piedad y la confianza en Dios a sus oyentes. De todas formas, el horizonte en que se mueve su enseñanza no va más allá de la vida presente donde, según la doctrina tradicional de la retribución, Dios recompensará al que le permanece fiel y castigará a los descarriados.



PRÓLOGO

Muy pocos libros del Antiguo Testamento cuentan con una información tan explícita de la totalidad de la obra, tal como lo encontramos aquí. Estas líneas escritas por el traductor del libro del hebreo al griego, nos informa varias cosas importantes: 1. Los motivos que tuvo para escribirlo: para que los lectores aprendan y puedan ayudar a los de fuera. 2. El autor: mi abuelo Jesús. Este Jesús, según 50,27 es hijo de un tal Eleazar, hijo de Sirá, de Jerusalén. 3. Las fuentes que inspiraron al autor: La Ley, los Profetas y los restantes libros paternos. 4. Motivos y destinatarios de la traducción al griego: ofrecer a los judíos de la dispersión la oportunidad de instruirse en las tradiciones de su pueblo, en una lengua que dominaban más que la de sus ancestros. 5. Contexto del traductor y de la traducción: Egipto, año 132; finalización del trabajo de traducción, año 117 a.C.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Eclesiástico 8,1-7Cautela en la relación con los demás. Un distintivo del hombre sabio es la cautela y la prudencia en sus relaciones con los demás. Una buena relación atrae beneficios, pero una mala relación puede perjudicar al hombre que no es cuidadoso; así, meterse en pleitos con un poderoso o con un rico, podría ser fatal; detenerse con un malhablado, es perder el tiempo, así como menospreciar a un anciano o un moribundo, si bien no trae perjuicios materiales, sí atrae el daño moral a la imagen o reputación del sabio.


Eclesiástico 8,8-9Aprender de los mayores. Es la práctica más antigua del aprendizaje y del adoctrinamiento. La convicción es que los ancianos de la comunidad «escucharon a sus padres» es decir, son el patrimonio oral vivo de la comunidad, por tanto son ellos los que de viva voz nos enseñan lo que debemos saber para vivir bien.
Eclesiástico 8,10-19Trato con los hombres. Retoma el tema de la necesaria cautela y de la prudencia que hay que tener en las relaciones con los demás. No hay que actuar de manera apresurada; primero hay que establecer el tipo de persona que se tiene al frente y sopesar el beneficio o el perjuicio que puede causar una relación con esa persona. Se trata de criterios muy prácticos casi siempre basados en el principio de ventaja/desventaja o beneficio/perjuicio; sin embargo, nótese que no se habla de ventajas o beneficios económicos o materiales, sino de posibilidades de complicarse la vida o de hacerla un poco más feliz y llevadera, según la clase de personas que nos rodean y según las relaciones que se establezcan con ellas.