Baruc 3 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 27 versitos |
1

Cuarta parte

Señor todopoderoso, Dios de Israel, un alma afligida y un espíritu abatido gritan a ti.
2 Escucha, Señor, ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
3 Tú reinas por siempre, nosotros morimos para siempre.
4 Señor todopoderoso, Dios de Israel, escucha las súplicas de los israelitas que ya murieron y las súplicas de los hijos de los que pecaron contra ti: ellos desobedecieron al Señor, su Dios, y a nosotros nos persiguen las desgracias.
5 No te acuerdes de los delitos de nuestros padres, acuérdate hoy de tu brazo y de tu Nombre.
6 Porque tú eres el Señor, Dios nuestro, y nosotros te alabamos, Señor.
7 Nos infundiste tu temor para que invocásemos tu Nombre y confesáramos en el destierro apartando nuestro corazón de los pecados con que te ofendieron nuestros padres.
8 Mira, hoy vivimos en el destierro donde nos dispersaste haciéndonos objeto de burla y maldición, para que paguemos así los delitos de nuestros padres, que se alejaron del Señor, nuestro Dios.
9

Exhortación sobre la sabiduría

Escucha, Israel, mandatos de vida;
presta oído para aprender prudencia.
10 ¿A qué se debe, Israel,
que estés aún en país enemigo,
que envejezcas en tierra extranjera,
11 que estés contaminado
entre los muertos y te cuenten
con los habitantes del Abismo?
12 – Es que abandonaste
la fuente de la sabiduría.
13 Si hubieras seguido
el camino de Dios,
habitarías en paz para siempre.
14 Aprende
dónde se encuentra la prudencia,
dónde el valor y
dónde la inteligencia;
así aprenderás
dónde se encuentra la vida larga,
y dónde la luz de los ojos y la paz.
15 –¿Quién encontró su puesto
o entró en sus almacenes?
16 ¿Dónde están los jefes de las naciones,
los amos de los animales terrestres,
17 los que jugaban con las aves del cielo,
los que atesoraban oro y plata,
en los que confían los hombres,
y era inmensa su fortuna?
18 ¿Dónde los que trabajan
la plata con tanto cuidado
cuyas obras no podemos describir?
19 – Desaparecieron, bajando a la tumba
y otros ocuparon sus puestos.
20 Una nueva generación vio la luz
y habitó en la tierra,
pero no conocieron
el camino de la inteligencia,
21 no descubrieron sus senderos
ni lograron alcanzarla,
y sus hijos se extraviaron.
22 No se dejó oír en Canaán
ni se dejó ver en Temán;
23 ni los hijos de Agar que buscan
el saber en la tierra,
ni los mercaderes
de Meirán y Temán,
que cuentan historias
y buscan el saber,
conocieron
el camino de la sabiduría
ni recordaron sus senderos.
24 ¡Qué grande es, Israel,
el templo de Dios;
qué inmensos son sus dominios!
25 Él es grande y sin límites,
es sublime y sin medida.
26 Allí nacieron los gigantes,
famosos en la antigüedad,
corpulentos y aguerridos;
27 pero no los eligió Dios
ni les mostró el camino
de la inteligencia;

28 murieron por su falta de prudencia,
perecieron por falta de reflexión.

29¿Quién subió al cielo para tomarla,
quién la bajó de las nubes?

30¿Quién atravesó el mar
para encontrarla
y comprarla a precio de oro?

31– Nadie conoce su camino
ni puede rastrear sus sendas.

32 El que todo lo sabe la conoce,
y la examina con su inteligencia.
El que creó la tierra para siempre
y la llenó de animales cuadrúpedos;

33 envía el rayo y él va,
lo llama y le obedece temblando;

34 a los astros, que brillan gozosos
en sus puestos de guardia,

35 los llama y responden: ¡Presentes!,
y brillan gozosos para su Creador.

36Él es nuestro Dios
y no hay otro frente a él:

37 investigó el camino
de la inteligencia
y se lo enseñó a su hijo Jacob;
a su amado, Israel.

38 Después apareció en el mundo
y vivió entre los hombres.

Patrocinio

 
 

Introducción a Baruc

BARUC

Autor y época. Baruc, hijo de Nerías, desempeña un papel importante en la vida y obra de Jeremías, como su secretario (Jr 32), portavoz (Jr 36), compañero (Jr 43) y destinatario de un oráculo personal (Jr 45). Esto ha movido a escritores tardíos a acogerse bajo su nombre, ilustre y poco gastado, y atribuirle escritos seudónimos. Entre esas obras seudónimos se cuenta la presente y la única que entró en nuestro canon como escritura inspirada por Dios. El original hebreo es desconocido; a nosotros nos ha llegado la versión griega.
El libro se compone de una introducción y tres secciones autónomas. No sabemos si las tres piezas son obra del mismo autor o de la misma época. Se pueden leer por separado. Como cambia el tema cambia también el estilo. Su calidad literaria es notable y creciente: la primera parte cede a la amplificación, la segunda y tercera combinan el sentimiento lírico y la retórica eficaz. Ciertamente el libro merece más atención de la que recibe.
Es imposible datar la fecha de composición de las tres partes del libro pero, por el análisis interno de las mismas, podrían situarse en un período que abarca desde el año 300 a.C. hasta el 70 d.C. Se conjetura razonablemente que es uno de los últimos libros del Antiguo Testamento.

Mensaje religioso. En el breve libro confluyen tres corrientes venerables: la litúrgica, la predicación del Deuteronomio traducida en términos sapienciales, y la profética. La comunidad judía, aunque repartida entre los que permanecen en el destierro y los que viven en Jerusalén, forman una unidad étnica y religiosa. Solidarios en la confesión de un pecado común y en el reconocimiento de una historia común, el pueblo disperso se siente uno, vivo y continuador hacia el futuro de unas promesas.
Jerusalén, con su templo y sus sacrificios es el centro de gravedad del pueblo judío. De momento, fuertes obstáculos cohíben esa fuerza; cuando Dios remueva los impedimentos, Jerusalén, con su poder de atracción, provocará la vuelta y la restauración definitiva. El reconocimiento del pecado común y la conversión a Dios pondrán al pueblo en el camino de las promesas mesiánicas.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Baruc 3,1-8Cuarta parte. Termina la liturgia penitencial en el mismo tono con que comienza, reconociendo las culpas y pecados, y aceptando que la situación trágica que se vive en el momento es consecuencia de ese rechazo y de esa desobediencia al Señor. Pero hay aquí algo que ya Jeremías había intentado corregir durante su ministerio en Jerusalén y asimismo Ezequiel entre los desterrados a Babilonia: la responsabilidad personal en el pecado o el rechazo consciente al plan de Dios y sus consecuencias. Había una falsa concepción de que los males personales y sociales eran consecuencia del pecado de los padres, incluso se llegó a acuñar el refrán: «Los padres comieron uva agria, a los hijos se les destemplan los dientes» (Jer_31:29); Jeremías arremetió contra semejante modo de pensar, haciendo ver que cada uno es juzgado y castigado por sus propios delitos. Lo mismo plantea Ezequiel en sus enseñanzas (Ez 18). Pues bien, ese avance no se detecta aquí (4.5.7.8) a pesar de tratarse de un escrito que es muy posterior a Jeremías y a Ezequiel.


Baruc 3,9-38Exhortación sobre la sabiduría. La referencia inicial al destierro puede servir de enlace con lo anterior. El capítulo en su conjunto se inspira en Job 28, Eclo 24 y Dt 4. En la alternativa entre vida y muerte, bien y mal (Deu_30:15s), que intima la situación del destierro o diáspora y que se ha presentado a la conciencia en el acto penitencial, busca el pueblo una respuesta concreta, y se la dan: cumplir los mandamientos o, si no se han cumplido, arrepentirse y enmendarse. Hay que enmendar la vida para salvar la vida. Arrepentirse es sabiduría (Sal_51:8); enmendarse es enfilar el camino de la sabiduría. Israel todavía puede volver al buen camino: el de Dios, el de la sabiduría. Aunque sus individuos hayan de morir como hombres, el pueblo seguirá viviendo como pueblo de Dios. Si otros pueblos fracasaron por no encontrar esa sabiduría, Israel fracasó porque conociéndola, no la siguió.