I Macabeos 10 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 27 versitos |
1

Jonatán y Alejandro Balas

El año ciento sesenta Alejandro de Antíoco, por sobrenombre Epífanes, se hizo a la mar, tomó posesión de Tolemaida, donde fue bien recibido y empezó a reinar allí.
2 Cuando se enteró el rey Demetrio, reunió un gran ejército y salió a enfrentarse con él.
3 Demetrio envió a Jonatán una carta amistosa, dándole mayores poderes;
4 porque pensó:
– Voy a adelantarme a hacer con ésos las paces, antes de que las haga con Alejandro en contra mía,
5 cuando se acuerde de todo el daño que le hice a él, a sus hermanos y a su raza.
6 Le autorizó para reclutar tropas, fabricar armas y ser su aliado, y mandó devolverle los rehenes de la fortaleza.
7 Jonatán fue a Jerusalén y leyó la carta a todo el pueblo y a los de la fortaleza.
8 Todos se aterrorizaron al oír que el rey lo autorizaba para reclutar un ejército.
9 Los de la fortaleza devolvieron a Jonatán los rehenes, y él los entregó a sus padres.
10 Jonatán se instaló en Jerusalén, y empezó a reconstruir y restaurar la ciudad.
11 Ordenó a los albañiles que reconstruyeran la muralla y rodearan el monte Sión con una fortificación hecha de piedras talladas. Así lo hicieron.
12 Los extranjeros que vivían en las plazas fuertes construidas por Báquides huyeron,
13 todos abandonaron sus puestos y se volvieron a su tierra.
14 Únicamente en Bet-Sur quedaron algunos de los que habían renegado de la ley y los mandamientos. Bet-Sur les ofrecía asilo.
15 El rey Alejandro se enteró de las promesas de Demetrio a Jonatán; le contaron las hazañas militares llevadas a cabo por él y sus hermanos y las fatigas que habían soportado,
16 y comentó:
–¿Encontraremos un hombre como éste? ¡Hagámoslo amigo y aliado nuestro!
17 Luego escribió una carta y se la mandó. Decía así:
18 El rey Alejandro saluda a su hermano Jonatán.
19 Hemos oído que eres poderoso y digno de nuestra amistad.
20 Ahora bien, te nombramos hoy sumo sacerdote de tu nación y te damos el título de Amigo del rey, para que apoyes nuestra causa y seas siempre amigo nuestro.
Y le envió un manto de púrpura y una corona de oro.
21 Jonatán se puso los ornamentos sagrados el mes séptimo del año ciento sesenta, en la fiesta de las Chozas; reclutó tropas y almacenó muchas armas.
22 Demetrio se enteró y comentó entristecido:
23 –¿Qué habremos hecho para que Alejandro se nos haya adelantado y se haya ganado la amistad y el apoyo judío?
24 Voy a escribirles yo también, a ver si logro convencerlos ofreciéndoles altos puestos y regalos, para que luchen a mi lado.
25 Y les escribió lo siguiente:
El rey Demetrio saluda a la nación judía.
26 Hemos recibido con alegría la noticia de que han guardado los pactos hechos con nosotros y perseverado en nuestra amistad sin pasarse al enemigo.
27 Ahora bien, sigan siéndonos leales y les recompensaremos los favores que nos hacen.

28 Los dejaremos exentos de muchos impuestos y les haremos regalos.

29 De momento los libero, y eximo a todos los judíos, de los impuestos y contribución de la sal y de las coronas.

30 Renuncio, a partir de hoy para siempre, al tercio de las cosechas y a la mitad de la fruta que me corresponde percibir de Judá y los tres distritos de Samaría y Galilea anexionados a ella.

31 Jerusalén con su territorio, sus diezmos y derechos, será sagrada y exenta de impuestos.

32 Renuncio asimismo a mis atribuciones sobre la fortaleza de Jerusalén y faculto al sumo sacerdote para acuartelar allí una guarnición de hombres a su gusto.

33 Concedo libertad, gratuitamente, a todo judío que haya sido deportado desde Judá a cualquier parte de mi imperio. Todos quedarán libres de impuestos, incluso de los del ganado.

34 Las festividades, los sábados, luna nueva y las fiestas de guardar, más los tres días anteriores y posteriores a cada fiesta, todos esos días serán días de exención y remisión para todos los judíos que haya en mi imperio,

35 y nadie tendrá derecho a perseguir ni molestar a ninguno de ellos por ningún motivo.

36 Serán llamados a filas para el ejército real hasta treinta mil judíos; se les dará la ración normal de las tropas reales;

37 se les acantonará en las plazas fuertes más importantes, y se les pondrá en puestos administrativos de confianza. Sus jefes y oficiales serán judíos, y podrán seguir su legislación, como ha ordenado el rey para Judá.

38 Los tres distritos de Samaría anexionados a Judá le quedarán unidos, y serán considerados dependientes de la misma autoridad, no estando sometidos más que a la jurisdicción del sumo sacerdote.

39 Dono Tolemaida y sus alrededores al templo de Jerusalén, para sufragar los gastos del templo,

40 y asigno además quince mil siclos de plata anuales, que se tomarán de los ingresos del rey en las localidades que parezca conveniente.

41 Y la cantidad que no pagaron los funcionarios, como se hacía al principio, la entregarán desde ahora para las obras del templo.

42 Además, los cinco mil siclos de plata que se retiraban de los ingresos anuales del templo quedan libres de impuestos, por tratarse de ingresos de los sacerdotes oficiantes.

43 Todo deudor del rey por asuntos de impuestos o cualquier otro motivo que se refugie en el templo de Jerusalén o en su recinto queda perdonado con todas las posesiones que tenga en mi imperio.

44 Los gastos de reconstrucción y restauración del edificio del templo correrán a cuenta del rey.

45 Los gastos de reconstrucción y fortificaciones de la muralla en torno a Jerusalén correrán a cuenta del rey, lo mismo que la reconstrucción de murallas en Judá.

46 Cuando Jonatán y el pueblo oyeron todo esto no le dieron crédito ni lo admitieron, acordándose de los graves daños inferidos a Israel por Demetrio y de su dura opresión.

47 Se inclinaron a favor de Alejandro, porque les había dirigido mejores propuestas de paz, y ellos querían ser siempre sus aliados.

48 El rey Alejandro reunió un gran ejército y formó sus tropas frente a Demetrio.

49 Los dos reyes trabaron combate. El ejército de Demetrio huyó. Alejandro los persiguió y se le impuso.

50 Y aunque luchó encarnizadamente hasta la puesta del sol, Demetrio cayó aquel día.


Alejandro, Tolomeo y Jonatán

Alejandro envió entonces embajadores al rey Tolomeo de Egipto, con este mensaje:

52– He vuelto a mi reino, he ocupado el trono de mis padres, conquistado el poder, derrotado a Demetrio y soy dueño del país

53– trabé combate con él y lo derrotamos junto con su ejército y ahora he ocupado su trono– ;

54 hagamos un tratado de amistad: dame tu hija por esposa, yo seré tu yerno, y les haré, a ella y a ti, regalos dignos de ti.

55 El rey Tolomeo respondió:
–¡Feliz el día en que has vuelto a tu patria y has ocupado el trono real!

56 Haré lo que pides, pero sal a entrevistarte conmigo en Tolemaida; yo seré tu suegro, como dices.

57 Tolomeo salió de Egipto con su hija Cleopatra, y llegó a Tolemaida el año ciento sesenta y dos.

58 El rey Alejandro salió a su encuentro. Tolomeo le dio su hija Cleopatra por esposa, y celebraron la boda en Tolemaida, con gran esplendor, como correspondía a su dignidad real.

59 El rey Alejandro escribió a Jonatán para que fuera a verlo.

60 Jonatán marchó a Tolemaida con un gran cortejo, para entrevistarse con los dos reyes; a ellos y a sus amigos los obsequió con oro y muchos regalos, y se ganó sus simpatías.

61 Entonces se confabuló contra él la peste de Israel, unos renegados dispuestos a querellarse ante el rey, pero el rey no les atendió;

62 ordenó que quitaran a Jonatán su ropa y lo vistieran de púrpura. Así lo hicieron.

63 El rey lo hizo sentar a su lado y dijo a sus nobles:
– Salgan con él por la ciudad y proclamen que nadie lo acuse de nada ni lo moleste por nada.

64 Cuando los acusadores vieron los honores que le tributaban, los términos de la proclama y la púrpura con que estaba vestido, se dieron a la fuga.

65 El rey lo honró elevándolo al rango superior de los grandes del reino, y lo nombró general y gobernador.

66 Jonatán regresó a Jerusalén en paz y contento.


Actividad de Jonatán en tiempo de Demetrio II

El año ciento sesenta y cinco, Demetrio, hijo de Demetrio, llegó de Creta a su patria.

68 El rey Alejandro se disgustó mucho cuando lo supo, y se volvió a Antioquía.

69 Demetrio confió el mando a Apolonio, gobernador de Celesiria, que reunió un gran ejército y acampó frente a Yamnia. Y mandó este mensaje al sumo sacerdote, Jonatán:

70– Tú eres el único que se ha rebelado contra nosotros y me has dejado en ridículo. ¿Por qué alardeas desafiante en la montaña?

71 Si confías en tu ejército, baja aquí, a la llanura, que nos veamos las caras, porque está conmigo el ejército de las ciudades.

72 Pregunta, entérate de quién soy yo y quiénes nuestros aliados, y te dirán que ustedes no podrán resistir contra nosotros porque los antepasados de ustedes ya han sido derrotados dos veces en su propia tierra.

73 Ahora no podrás resistir a la caballería ni a un ejército tan poderoso, en esta llanura, donde no hay piedras, ni guijarros, ni sitio donde escapar.

74 Cuando Jonatán oyó el mensaje de Apolonio, todo alterado, eligió diez mil hombres y salió de Jerusalén; su hermano Simón se le juntó con refuerzos.

75 Acampó frente a Jafa; como allí había una guarnición de Apolonio, los de la ciudad le cerraron las puertas. Jonatán dio el asalto.

76 Los de la ciudad, atemorizados, le abrieron, y Jonatán se apoderó de Jafa.

77 Cuando se enteró Apolonio, formó en orden de batalla a tres mil jinetes y mucha infantería, y marchó a Asdod como si fuera de paso; pero al mismo tiempo, contando con su numerosa caballería, avanzó por la llanura.

78 Jonatán los persiguió por detrás, hacia Asdod, y los dos ejércitos trabaron combate.

79 Apolonio había dejado a su espalda mil jinetes ocultos,

80 pero Jonatán sabía que tenía a su espalda una emboscada. Y aunque el enemigo rodeó a su ejército disparando flechas contra la tropa desde la mañana hasta la tarde,

81 la tropa aguantó bien, siguiendo las órdenes de Jonatán, mientras que los caballos del enemigo se cansaron.

82 Cuando ya la caballería estaba fatigada, Simón hizo avanzar a sus tropas y trabó combate con la infantería enemiga; la destrozó, y huyeron;

83 la caballería se desparramó por la llanura; huyeron hasta Asdod, y se guarecieron en Bet-Dagón, templo pagano.

84 Jonatán incendió Asdod y las ciudades del contorno; se llevó sus despojos e incendió el santuario de Dagón con todos los que se habían refugiado allí.

85 Sumando los caídos a espada y los muertos en el incendio, las bajas fueron unas ocho mil.

86 Jonatán marchó de allí y acampó frente a Ascalón. Los de la ciudad salieron a recibirlo con grandes festejos.

87 Después regresó a Jerusalén con los suyos, llevando consigo un gran botín.

88 Cuando el rey Alejandro se enteró de todo, concedió nuevos honores a Jonatán:

89 le envió un broche de oro, como suelen regalar a los familiares de los reyes, y le dio en propiedad Ecrón y su territorio.

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Introducción a I Macabeos

1 MACABEOS

Contexto histórico. A la muerte de Alejandro, su imperio, apenas sometido, se convierte en escenario de las luchas de los herederos. En menos de veinte años se realiza una división estable en tres zonas: Egipto, Siria y el reino macedonio. Palestina, como zona intermedia, vuelve a ser terreno disputado por los señores de Egipto y Siria. Durante todo el siglo III a.C. dominaron benévolamente los tolomeos, siguiendo una política de tolerancia religiosa y explotación económica. En el 199 a.C., Antíoco III de Siria se aseguró el dominio de Palestina y concedió a los judíos en torno a Jerusalén autonomía para seguir su religión y leyes, con obligación de pagar tributos y dar soldados al rey.
En el primer siglo del helenismo, los judíos, más o menos como otros pueblos, estuvieron sometidos a su influjo, y se fue realizando una cierta simbiosis espiritual y cultural, sin sacrificio de la religión y las leyes y tradiciones paternas. El siglo siguiente, las actitudes diversas frente al helenismo fraguan en dos partidos opuestos: el progresista, que quiere conciliar la fidelidad a las propias tradiciones con una decidida apertura a la nueva cultura internacional, y el partido conservador, cerrado y exclusivista. En gran parte, las luchas que narra este libro son luchas judías internas o provocadas por la rivalidad de ambos partidos.
Antíoco IV hace la coexistencia imposible al escalar las medidas represivas (aquí comienza el libro). Los judíos reaccionaron primero con la resistencia pasiva hasta el martirio; después abandonaron las ciudades en acto de resistencia pasiva; finalmente, estalló la revuelta a mano armada. Primero en guerrillas, después con organización más amplia, lucharon con suerte alterna desde el 165 hasta el 134 a.C.; hasta que los judíos obtuvieron la independencia bajo el reinado del asmoneo Juan Hircano.
En tiempos de este rey y con el optimismo de la victoria se escribió el primer libro de los Macabeos, para exaltar la memoria de los combatientes que habían conseguido la independencia, y para justificar la monarquía reinante. Justificación, porque Juan Hircano era a la vez sumo sacerdote y rey, cosa inaudita y contra la tradición. Si la descendencia levítica podía justificar el cargo sacerdotal, excluía el oficio real, que tocaba a la dinastía davídica de la tribu de Judá.

Mensaje del libro.
El autor, usando situaciones paralelas y un lenguaje rico en alusiones, muestra que el iniciador de la revuelta es el nuevo Fineés (Nm 25), merecedor de la función sacerdotal; que sus hijos son los nuevos «jueces», suscitados y apoyados por Dios para salvar a su pueblo; que la dinastía asmonea es la correspondencia actual de la davídica.
Más aún, muestra el nuevo reino como cumplimiento parcial de muchas profecías escatológicas o mesiánicas: la liberación del yugo extranjero, la vuelta de judíos dispersos, la gran tribulación superada, el honor nacional reconquistado, son los signos de la nueva era de gracia.
El autor no vivió (al parecer) para contemplar el fracaso de tantos esfuerzos e ilusiones, es decir, la traición por parte de los nuevos monarcas de los principios religiosos y políticos que habían animado a los héroes de la resistencia. Fueron otros quienes juraron odio a la dinastía asmonea y con su influjo lograron excluir de los libros sagrados una obra que exaltaba las glorias de dicha familia.
Por encima del desenlace demasiado humano, el libro resultó el canto heroico de un pueblo pequeño, empeñado en luchar por su identidad e independencia nacional: con el heroísmo de sus mártires, la audacia de sus guerrilleros, la prudencia política de sus jefes. La identidad nacional en aquel momento se definía por las «leyes paternas» frente a los usos griegos, especialmente las más distintivas. Por el pueblo, así definido, lucharon y murieron hasta la victoria.
El libro es, por tanto, un libro de batallas, con muy poco culto y devoción personal. Dios apoya a los combatientes de modo providencial, a veces inesperado, pero sin los milagros del segundo libro de los Macabeos y sin realizar Él solo la tarea, como en las Crónicas. El autor es muy parco en referencias religiosas explícitas, pero el tejido de alusiones hace la obra transparente para quienes estaban familiarizados con los escritos bíblicos precedentes.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

I Macabeos 10,1-50Jonatán y Alejandro Balas. En el año 152 a.C. entra en escena Alejandro, que se hace pasar como hijo de Antíoco IV Epífanes. Con el reconocimiento de Roma como legítimo sucesor de Antíoco IV, y el apoyo de Egipto, Pérgamo y Capadocia, Alejandro se proclama rey y establece la sede de su reino en Tolemaida. Tanto Demetrio como Alejandro, se apresuran a buscar el apoyo de Jonatán como aliado estratégico, a cambio de concesiones militares y tributarias. Jonatán aprovecha la primera propuesta de Demetrio para retomar a Jerusalén, pero se inclina finalmente por apoyar a Alejandro, probablemente porque tenía más perspectiva de triunfo por su buena relación con Egipto. La elección resultó acertada, dado que Demetrio morirá en combate contra Alejandro. Jonatán logra de Alejandro el nombramiento de sumo sacerdote, vacante desde la muerte de Alcima, que inaugurará en la fiesta de las Chozas. La vestidura de púrpura y la corona de oro son signos del sumo sacerdocio. Este nombramiento tiene varios problemas: Jonatán, aunque de familia sacerdotal, no era de la dinastía sacerdotal sadoquita; se ponen las bases para establecer la dinastía asmonea, continuadora de los macabeos y a la que pertenecerán en adelante los sumos sacerdotes, y lo que es peor, el sacerdocio queda sometido al imperio de turno y supeditado a intereses políticos y partidistas. Esta situación hizo que en el futuro la dinastía asmonea fuera odiada por gran parte del pueblo judío. Algunos especialistas afirman que muchos de los opositores al nombramiento de Jonatán como sumo sacerdote se retiraron al Mar Muerto y fundaron la comunidad de Qumrán. La ambición de acaparar no solo el poder militar y político, sino también el religioso, es un pecado común de todos los faraones y emperadores, que parece contaminar el corazón de Jonatán. Aquí ya no podemos decir que hay que comprenderlo por el contexto, pues la ambición y la codicia son rechazadas por Dios desde siempre.


I Macabeos 10,51-66Alejandro, Tolomeo y Jonatán. Reaparecen los judíos «renegados» en un intento vano por indisponer a Alejandro contra Jonatán. Sin embargo, las relaciones entre estos se fortalecen. Jonatán no solo es invitado a Tolemaida para presenciar la boda de Alejandro con Cleopatra, hija del rey Tolomeo de Egipto, sino que es revestido de más poder político y militar. El autor sigue obsesionado en mostrar el poder que va acumulando Jonatán. Nada se dice de la situación del pueblo.
I Macabeos 10,67-89Actividad de Jonatán en tiempo de Demetrio II. El sumo sacerdote Jonatán aparece como un excelente estratega militar. Vence sin problemas a Demetrio que lo había desafiado militarmente. Es aclamado por su pueblo. Felicitado por el rey Alejandro, quien le da más poder y le obsequia una propiedad en el territorio de Ecrón. Jonatán, además de haber concentrado todo el poder político, militar y religioso, es ahora un verdadero latifundista. Esta carrera macabea por el poder y la riqueza, a pesar de ser presentada con toques de alabanza, es inaceptable cuando se mira con los ojos de Jesús.