I Macabeos 14 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 30 versitos |
1

Gloria de Simón

El año ciento setenta y dos el rey Demetrio concentró sus tropas y marchó a Media en busca de ayuda para la guerra contra Trifón.
2 Pero cuando Arsaces, rey de Persia y Media, se enteró de que Demetrio había entrado en su territorio, envió a uno de sus generales con orden de apresarlo vivo.
3 Fue el general, derrotó al ejército de Demetrio, lo apresó y se lo llevó a Arsaces, que lo metió en la cárcel.
4 Mientras vivió Simón, Judá estuvo en paz.
Simón buscó el bienestar de su pueblo,
que aprobó siempre su gobierno y su magnificencia.
5 Añadió a sus títulos de gloria
la conquista de Jafa como puerto,
y así abrió un camino al tráfico marítimo.
6 Extendió las fronteras de su patria,
se adueñó del país;
7 repatrió a numerosos cautivos,
se apoderó de Guézer, Bet-Sur y la fortaleza;
y las purificó de toda impureza,
no hubo quien le resistiera.
8 La gente cultivaba en paz sus campos,
la tierra daba sus cosechas
y los árboles de la llanura sus frutos.
9 Los ancianos se sentaban en las plazas
hablando todos del bienestar reinante,
y los mozos vistieron gloriosos uniformes militares.
10 Abasteció de víveres a las ciudades,
las equipó con medios de defensa,
su renombre llegó a los confines de la tierra.
11 Hizo obra de paz en el país,
e Israel se llenó de inmenso gozo.
12 Cada cual pudo habitar bajo su parra y su higuera
sin que nadie lo inquietara.
13 Acabó con los enemigos en el país,
en su tiempo los reyes acababan derrotados.
14 Protegió a la gente humilde; tuvo en cuenta la ley,
exterminó a impíos y malvados.
15 Dio esplendor al templo
y aumentó los utensilios sagrados.
16 En Roma y Esparta sintieron profundamente la muerte de Jonatán cuando supieron la noticia;
17 pero al enterarse de que su hermano Simón le había sucedido como sumo sacerdote y que se había hecho cargo del país y sus ciudades,
18 le escribieron en tablillas de bronce para renovarle el tratado de amistad y mutua defensa pactado con sus hermanos Judas y Jonatán;
19 aquel documento se leyó en Jerusalén ante la asamblea.
20 Copia de la carta que mandaron los espartanos:
El gobierno y la ciudad de Esparta saludan a sus hermanos el sumo sacerdote Simón, los ancianos, los sacerdotes y demás pueblo judío.
21 Los embajadores que nos han enviado nos han informado acerca de la gloria y el prestigio de ustedes. Nos hemos alegrado con su venida,
22 y sus discursos constan en las actas oficiales, en estos términos: Numenio, de Antíoco, y Antípatro, de Jasón, embajadores de los judíos, han venido aquí a renovar su pacto de amistad.
23 El pueblo ha decretado recibirlos con todos los honores y depositar una copia de sus discursos en los documentos oficiales, para que sirva de recuerdo a la nación espartana. Se ha sacado una copia de todo esto para el sumo sacerdote Simón.
24 Más tarde envió Simón a Numenio a Roma, con un gran escudo de oro, de seiscientos kilos, para ratificar el pacto de mutua defensa con los romanos.
25 Al correrse estas noticias entre el pueblo, la gente comentó:
–¿Con qué podremos pagar a Simón y sus hijos?
26 Porque él, sus hermanos y su familia han luchado con constancia para rechazar a los enemigos de Israel, y le han conseguido la libertad.
Grabaron una inscripción en bronce y la fijaron en unas columnas en el monte Sión.
27 Copia de la inscripción:
El dieciocho de septiembre del año ciento setenta y dos – que corresponde al año tercero de Simón, sumo sacerdote– , durante la tribulación del pueblo de Dios,
28 en una asamblea solemne de sacerdotes y pueblo, autoridades y ancianos del país, se nos notificó lo siguiente.
29 Cuando en el país se libraban frecuentes combates, el sacerdote Simón, hijo de Matatías, descendiente de Yoarib, y sus hermanos se expusieron al peligro y resistieron a los enemigos de su patria para salvar incólumes su templo y su ley, y así dieron gran gloria a su nación, haciéndola gloriosa.
30 Jonatán, después de unificar a su patria y hacer de sumo sacerdote, fue a reunirse con los suyos.

31 Sus enemigos quisieron poner el pie en el país y atacar el templo,

32 pero entonces surgió Simón, para luchar por su pueblo; gastó gran parte de su fortuna en equipar y pagar a los guerreros de su patria.

33 Fortificó las ciudades de Judá y la ciudad fronteriza de Bet-Sur, antiguo cuartel enemigo, y dejó allí una guarnición judía.

34 Fortificó Jafa, en la costa, y Guézer, en la frontera de Asdod, antiguo enclave enemigo, y estableció allí colonias judías, proporcionándoles todo lo necesario para su buen funcionamiento.

35 Al ver la gente la fidelidad de Simón y su interés por engrandecer a su patria, lo nombraron caudillo y sumo sacerdote suyo, como recompensa por los servicios prestados, por su honradez y lealtad para con la patria, intentando por todos los medios enaltecer a su pueblo.

36 En su tiempo pudo llevarse a buen término la expulsión de los paganos de la zona ocupada, y de los de Jerusalén, la ciudad de David, que se habían edificado una fortaleza de donde salían a profanar los alrededores del templo, profanando gravemente su pureza.

37 Simón instaló judíos en la fortaleza, la fortificó para seguridad del país y de la ciudad, y elevó las murallas de Jerusalén.

38 Por eso el rey Demetrio lo confirmó en el cargo de sumo sacerdote,

39 lo hizo grande del reino y lo colmó de honores,

40 porque se enteró de que los romanos llamaban a los judíos amigos, aliados y hermanos, y que habían recibido con todos los honores a los embajadores de Simón.

41 Supo también que los judíos y los sacerdotes habían determinado que Simón fuese su caudillo y sumo sacerdote vitalicio, hasta que surgiese un profeta fidedigno,

42 y que fuese su general, que se ocupara del templo, de la supervisión de las obras, del gobierno del país, del armamento, de las plazas fuertes; todos debían obedecerle.

43 Los documentos oficiales se escribirían todos en su nombre, y él vestiría de púrpura y oro.

44 Se prohíbe a todo el pueblo y a los sacerdotes desobedecer uno solo de estos puntos, contradecir las órdenes que dicte, convocar en todo el territorio una reunión sin su autorización, vestir de púrpura o llevar un prendedor de oro.

45 Todo el que viole estas prescripciones o desobedezca uno solo de estos puntos será reo de culpa.

46 Todos aprobaron que se otorgase a Simón autoridad para actuar conforme a tales normas.

47 Simón aceptó con agrado actuar de sumo sacerdote, ser general y jefe de los judíos y de los sacerdotes y presidirlos a todos.

48 Decretaron grabar este documento en tablillas de bronce y colocarlas en el recinto del templo, en un sitio visible,

49 depositando en el tesoro copias a disposición de Simón y sus hijos.

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Introducción a I Macabeos

1 MACABEOS

Contexto histórico. A la muerte de Alejandro, su imperio, apenas sometido, se convierte en escenario de las luchas de los herederos. En menos de veinte años se realiza una división estable en tres zonas: Egipto, Siria y el reino macedonio. Palestina, como zona intermedia, vuelve a ser terreno disputado por los señores de Egipto y Siria. Durante todo el siglo III a.C. dominaron benévolamente los tolomeos, siguiendo una política de tolerancia religiosa y explotación económica. En el 199 a.C., Antíoco III de Siria se aseguró el dominio de Palestina y concedió a los judíos en torno a Jerusalén autonomía para seguir su religión y leyes, con obligación de pagar tributos y dar soldados al rey.
En el primer siglo del helenismo, los judíos, más o menos como otros pueblos, estuvieron sometidos a su influjo, y se fue realizando una cierta simbiosis espiritual y cultural, sin sacrificio de la religión y las leyes y tradiciones paternas. El siglo siguiente, las actitudes diversas frente al helenismo fraguan en dos partidos opuestos: el progresista, que quiere conciliar la fidelidad a las propias tradiciones con una decidida apertura a la nueva cultura internacional, y el partido conservador, cerrado y exclusivista. En gran parte, las luchas que narra este libro son luchas judías internas o provocadas por la rivalidad de ambos partidos.
Antíoco IV hace la coexistencia imposible al escalar las medidas represivas (aquí comienza el libro). Los judíos reaccionaron primero con la resistencia pasiva hasta el martirio; después abandonaron las ciudades en acto de resistencia pasiva; finalmente, estalló la revuelta a mano armada. Primero en guerrillas, después con organización más amplia, lucharon con suerte alterna desde el 165 hasta el 134 a.C.; hasta que los judíos obtuvieron la independencia bajo el reinado del asmoneo Juan Hircano.
En tiempos de este rey y con el optimismo de la victoria se escribió el primer libro de los Macabeos, para exaltar la memoria de los combatientes que habían conseguido la independencia, y para justificar la monarquía reinante. Justificación, porque Juan Hircano era a la vez sumo sacerdote y rey, cosa inaudita y contra la tradición. Si la descendencia levítica podía justificar el cargo sacerdotal, excluía el oficio real, que tocaba a la dinastía davídica de la tribu de Judá.

Mensaje del libro.
El autor, usando situaciones paralelas y un lenguaje rico en alusiones, muestra que el iniciador de la revuelta es el nuevo Fineés (Nm 25), merecedor de la función sacerdotal; que sus hijos son los nuevos «jueces», suscitados y apoyados por Dios para salvar a su pueblo; que la dinastía asmonea es la correspondencia actual de la davídica.
Más aún, muestra el nuevo reino como cumplimiento parcial de muchas profecías escatológicas o mesiánicas: la liberación del yugo extranjero, la vuelta de judíos dispersos, la gran tribulación superada, el honor nacional reconquistado, son los signos de la nueva era de gracia.
El autor no vivió (al parecer) para contemplar el fracaso de tantos esfuerzos e ilusiones, es decir, la traición por parte de los nuevos monarcas de los principios religiosos y políticos que habían animado a los héroes de la resistencia. Fueron otros quienes juraron odio a la dinastía asmonea y con su influjo lograron excluir de los libros sagrados una obra que exaltaba las glorias de dicha familia.
Por encima del desenlace demasiado humano, el libro resultó el canto heroico de un pueblo pequeño, empeñado en luchar por su identidad e independencia nacional: con el heroísmo de sus mártires, la audacia de sus guerrilleros, la prudencia política de sus jefes. La identidad nacional en aquel momento se definía por las «leyes paternas» frente a los usos griegos, especialmente las más distintivas. Por el pueblo, así definido, lucharon y murieron hasta la victoria.
El libro es, por tanto, un libro de batallas, con muy poco culto y devoción personal. Dios apoya a los combatientes de modo providencial, a veces inesperado, pero sin los milagros del segundo libro de los Macabeos y sin realizar Él solo la tarea, como en las Crónicas. El autor es muy parco en referencias religiosas explícitas, pero el tejido de alusiones hace la obra transparente para quienes estaban familiarizados con los escritos bíblicos precedentes.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

I Macabeos 14,1-49Gloria de Simón. Después de 25 años de lucha macabea, Simón alcanza por fin el poder religioso, político y militar. Israel se cubre de gloria y esperanza porque el territorio soñado es una realidad. Sus fronteras se han ampliado, los enemigos externos e internos han sido vencidos. Toda esta alegría la expresa el autor a través de un poema, muy semejante al de Judas (3,1-9), que describe las gestas de Simón, el último de los hermanos Macabeos, protagonista de este glorioso momento. El poema es una síntesis de recuerdos bíblicos: 14,4 (Jue_5:31; 1Re_5:4; Sal 72),1Re_14:5 (1Re_9:27),1Re_14:6 (Éxo_34:24; Isa_26:15),Isa_14:7 (Is 4055; Jer_31:12; Eze_39:28),Eze_14:8 (Lev_26:34; Zac_8:12),Zac_14:9 (Zac_8:4-6); Zac_14:10 (1 Re 24-26); Zac_14:11 (1Re_1:40),1Re_14:12 (1Re_4:25; 1Re_5:5; Zac_3:10; Miq_4:4),Miq_14:13 (Sal_18:38-40; Sal_45:6),Sal_14:14 (Sal 72; Isa_11:4),Isa_14:15 (,25). Vale la pena notar la relación justicia, paz y ecología en el poema, pues cuando en un país reina la justicia y la libertad, las personas pueden vivir en paz y los campos dar sus frutos en abundancia (8).
Era costumbre de la época renovar los pactos cuando llegaba un nuevo gobernante. Recordemos que el primer pacto con Roma lo firmó Juan Macabeo en el año 161 a.C. (1Re_8:1-32), lo ratificó su hermano Jonatán en el año 144 a.C. (1Re_12:1-23), y ahora lo hace Simón (24). El hecho que Roma y Esparta tomen la iniciativa de renovar el pacto con Israel demuestra el alto grado de independencia y soberanía alcanzado por Israel.
La renovación de los pactos con Roma y Esparta coloca a Simón como continuador del proyecto diplomático de sus hermanos Macabeos. Llama la atención el interés del autor por reiterar y elogiar los pactos con imperios de tinte faraónico, como el de Roma, haciendo caso omiso a las advertencias de los profetas sobre este aspecto (Eze_17:15; Ose_12:1). Además que el pacto con Roma de nada ha servido a los judíos, pues en los momentos críticos nunca pudieron contar con su ayuda. No hay duda que la diplomacia es algo fundamental para mejorar la convivencia internacional, sin embargo, uno esperaría que el proyecto macabeo hubiera dado ejemplo en este campo, estableciendo primero alianza con los países pobres, y los pobres unidos, si es necesario, establecer acuerdos con los países poderosos. Entre los pobres se hacen pactos, con poderosos acuerdos. El pacto de Israel con Roma mantiene la dependencia y la esclavitud tributaria, actitudes faraónicas rechazadas por el Señor, Dios de los excluidos y de la liberación.
El autor aprovecha el elogio del pueblo para destacar los méritos de la vida y obra de Simón, igualmente, para hacer una síntesis histórica de toda la gesta macabea. La doble datación de los hechos (27) es signo de la conciencia que había en el pueblo de haber comenzado con Simón Macabeo una nueva etapa en la historia de Israel. El pueblo decide atorgar a Simón los títulos de sumo sacerdote, caudillo y jefe militar con carácter vitalicio y hereditario (41.48) dejando las bases para el establecimiento de la dinastía Asmonea. No aparece todavía el título de rey, probablemente por dos razones, la primera, porque a pesar de la soberanía alcanzada, todavía era un estado vasallo del imperio Sirio (14,38). La segunda, porque no tenía la confirmación de los profetas (cfr. Deu_18:15-22). Cabe la pregunta, ¿por qué una gesta nacionalista de tanta envergadura, no tuvo el respaldo de algún profeta o al menos una resonancia profética? Es cierto que para esta época la profecía estaba en crisis, pero también es cierto que algunos hechos del proyecto macabeo van en contravía del modelo bíblico-profético, por ejemplo, la alianza con los países imperialistas o faraónicos; la preocupación por acaparar todo el poder político, militar y religioso en una sola persona, tal como lo hacía el faraón, los reyes de Asiria, Babilonia, Grecia o los mismos reyes de la fracasada monarquía israelita; el establecimiento de una dinastía (41), posteriormente llamada Asmonea, con pretensiones de perpetuarse en el poder, quitándole la posibilidad a Dios y al pueblo de elegir sus propios gobernantes y dirigentes religiosos.