2 MACABEOS
¿Un libro histórico? No estamos ante una historia en sentido clásico, sino más bien ante la transformación de datos reales en una especie de parábola o símbolo, desarrollado sobre un esquema que se podría resumir así: un Reino de Dios en la tierra, del que forman parte un pueblo de escogidos, y los demás quedan fuera. Los de dentro están ligados a su Dios, que es su verdadero rey: si no lo obedecen son escarmentados; si le son fieles participan de los bienes de esta vida y de una vida después de la muerte. Hay una comunidad entre los ciudadanos vivos y muertos: algunos difuntos viven más allá e interceden por los que viven acá; algunos mueren con culpas que los vivos pueden expiar con oraciones y sacrificios.
Todo era bello y pacífico bajo Onías; pero por el pecado de algunos judíos el Señor se encoleriza y castiga a su pueblo, culminando en el martirio de Eleazar y de los siete hermanos con su madre. Este momento es como una expiación: el Señor pasa de la cólera a la misericordia, y los acontecimientos, incluso los más adversos, se vuelven triunfalmente a favor de los judíos.
Los de fuera, o sencillamente no entran en la representación, o son extras que contemplan, o son ejecutores providenciales de un escarmiento, o son agresores que sufren un castigo ejemplar.
Estilo literario. El autor dice en el prólogo que su tarea no ha sido fácil, y da a entender en el epílogo que ha quedado satisfecho de su trabajo y espera que les guste a los lectores. ¿Es cierto? ¿Ha conseguido el libro agradarnos a nosotros, como quizás agradó a sus contemporáneos? Hay en el libro una serie de cosas que nos desagradan: el recurso a las apariciones crea la impresión de un «deus ex machina» para los momentos de crisis; las mismas apariciones resultan de una magnificencia infantil; la tendencia a exagerar y esquematizar; el estilo hinchado y retorcido; el patetismo teatral; el placer de contar y multiplicar las bajas enemigas. Algo así sería nuestro libro en clave narrativa.
Leyendo el libro podríamos pensar en un auto sacramental barroco con mucho de tramoya y aparato escénico. El público tiene que quedar prendido en la intensidad de la pasión o de su expresión. Los personajes son más bien símbolos; el tiempo se concentra en los momentos dramáticos; los diálogos, como el de la madre de los Macabeos y sus hijos frente al tirano, están compuestos de cara a un público. También adquieren valor escénico las intervenciones corales de la multitud anónima, creando un clima e induciendo el contagio de los espectadores.
Para disculpar semejantes impresiones algunos apelan a la historia literaria: el libro es producto de su época. Pero la respuesta no basta; tener valor de documento no es tener valor literario. Además, la época no justifica el valor de sus libros, sino que los libros recomiendan o condenan una época literaria. Si lo típico de aquella época eran semejantes producciones, la época no es un momento estelar de la literatura. La obra puede ser objeto de estudio, no de disfrute.
Mensaje religioso. A favor del libro están algunas enseñanzas importantes: la fe en la resurrección, justificada por el poder creativo de Dios; la valentía de los mártires sin distinción de edad; el templo como tesoro de limosnas para los pobres; la protección divina como respuesta a la oración confiada; el triunfo del bien sobre el poder tiránico y su violencia. Son valores que fácilmente se entresacan del libro y se imprimen favorablemente en la memoria.
II Macabeos 7,1-42Los siete hermanos y su madre. Del martirio de un hombre pasamos al de una familia. Un relato típico de la literatura popular que por su dramatismo conmueve y edifica a sus lectores. Tiene además una gran fuerza simbólica. El número siete simboliza perfección y plenitud (1Sa_2:5; Rut_4:15; Jer_15:9). La familia representa la unidad que debe mantener el pueblo. La mujer y sus hijos representan al pueblo de Israel frágil, inocente e indefenso. El relato deja varias enseñanzas, que junto a las de Eleazar, van configurando una teología del martirio. Veamos algunas: 1. Hay que morir antes que quebrantar la ley o el proyecto de Dios (2). 2. Dios tiene compasión del que muere por su causa (6). 3. Los que mueren por la causa de Dios resucitarán a una vida eterna en sus cuerpos mortales (9.11.14.23.29). Por primera vez se habla en la Biblia de la resurrección del cuerpo (cfr. Dan_12:2s). En el Nuevo Testamento será un tema frecuente y fundamental (1Co_15:14). La filosofía griega había desarrollado el tema de la inmortalidad pero sin incluir la resurrección del cuerpo. La mentalidad semita en cambio, no entiende la vida sin el cuerpo, por tanto, la resurrección incluye la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo. 4. Dios da la vida, pero por su causa hay que estar dispuesto a perderla (11). 5. El que atenta contra el proyecto de Dios, Dios mismo le da su merecido (17.19.31) y no resucitará para la vida (14). 6. A pesar del pecado de los seres humanos Dios nunca abandona a su pueblo (15). 7. La fuerza y la ternura de la mujer son el aliento de Dios que anima la decisión de los que se preparan para el martirio (21-23). 8. La resurrección es un acto propio de la misericordia de Dios (23). 9. Nadie podrá escapar del juicio de Dios (35).
La afirmación «Dios lo creo todo de la nada» (28) es la primera vez que aparece en la Biblia, aunque ya estaba sugerida en Gén_1:1 e Isa_44:2-4.