RUT
El libro. El breve libro de Rut -de sólo siete páginas en esta edición-, está considerado como una de las obras maestras de la narrativa hebrea. El escenario geográfico es elemental: la región de Moab aparece en la introducción y pasa pronto a una lejanía recordada, el resto se desenvuelve en la aldea de Belén. En cuanto al tiempo, todo sucede en un día, una noche y una mañana, saltando tiempos intermedios.
Ni la sustentación narrativa está desarrollada ni los personajes son analizados. Muchas circunstancias se suponen conocidas de los lectores. El patetismo se concentra en algunas frases y unas pocas lágrimas, el júbilo estalla en breves felicitaciones. Todo el relato discurre bajo el signo de la contención; pero la sencillez es uno de los atractivos del relato.
El autor construye sabia y discretamente su relato. Se puede reducir a cuatro escenas centrales con su respectivo cortejo de preparación, desenlace parcial y pasajes de enlace. La sucesión de las escenas es lineal, en sugerente alternancia: no sería difícil transformar la narración en un drama de cuatro actos.
Autor, fecha y valor histórico. No conocemos al autor ni tenemos medios para adivinarlo. Tampoco sabemos con certeza la fecha de composición. Algunos indicios hacen pensar en una fecha tardía, otros en un origen antiguo. La historia se sitúa en el pasado, en tiempos de los jueces: puede ser el modo de hablar durante la monarquía o bien un intento de enlazar con el pasado remoto un presente en que ya no hay monarquía.
El interés por David, su patria y su tribu, puede ser recuerdo nostálgico en tiempos de desolación y de esperanza. La actitud frente a matrimonios con extranjeras es liberal, como en textos antiguos; o bien puede ser polémica frente a la reforma de Esdras y Nehemías.
El análisis interno del libro no permite su datación, aunque entre los comentaristas actuales, predomina la datación tardía, post-exílica, que define el sentido. La misma incertidumbre se extiende al valor histórico, aunque la mayoría de los expertos lo consideran hoy un relato de ficción
Lectura religiosa del libro. A primera vista, el libro de Rut es un hermoso cuento que narra la vida doméstica de dos mujeres. Este libro se mueve de la tristeza a la alegría, de la angustia a la esperanza, del desamparo a la protección, y de la escasez a la abundancia. Rut y Noemí como personajes principales, emergen con la fortaleza de la amistad/amor en la narración, para poder vencer todos los obstáculos que se les presentan.
El libro comienza con una hambruna generalizada, muerte inesperada de todos los hombres de una familia, expatriación, incertidumbre, «abandono» de parte de Dios y soledad de unas viudas desamparadas en medio de una cultura machista. Después que el autor nos dramatiza esta historia con tantas calamidades, nos presenta el valor, la creatividad, la fortaleza y fidelidad de estas dos mujeres que saben amarse y solidarizarse para descubrir la presencia de Dios en medio de sus tragedias.
A pesar de que Noemí y Rut son dos mujeres de fe, que confían plenamente en Dios, el Señor «interviene» solamente dos veces en todo el relato. En 1,6 Noemí ha escuchado que Dios se ha compadecido de su pueblo y ha puesto fin a la época de hambre. En 4,13 Dios bendice a Rut al darle un hijo. En el resto de la narración Dios está en «silencio», no se comunica a través de sueños, no envía a sus ángeles para aliviar necesidades, tampoco se nos narra ningún ser celestial que anuncie profecías.
La audiencia es invitada a descubrir la presencia callada de Dios, que provee pan/sustento, que engendra vida, que bendice la tierra, que manda la lluvia, que multiplica las cosechas, y que suscita un redentor -Booz- para hacer justicia a las mujeres viudas. Al final de la narración la audiencia tendrá que descubrir que Dios esta «detrás» de cada evento, solidarizándose con las personas pobres, marginadas, extranjeras y viudas.
El libro, sin embargo, puede también ser leído como parábola del destierro y la repatriación. Apoyándose en el esquema: emigración a Moab-vuelta a Belén. Noemí podría representar a la comunidad judía, antes madre fecunda, ahora viuda y sin hijos; antes, hermosa y feliz, ahora desgraciada, desterrada y volviendo vacía; y con todo, puede esperar un futuro dichoso de fecundidad en su tierra, pues todavía la comunidad del Señor es fecunda, todavía la tierra dará sus frutos. Todavía se espera a un nuevo David que entronca con Jesé y hunde sus raíces en Belén de Judá. De ahí es fácil dar el salto a la escatología realizada: Belén, patria de Jesús el Mesías. Así lo han visto la liturgia y los Santos Padres.
Pero también la historia de Rut y Noemí nos muestra el proceso de lucha que realizan estas dos mujeres hasta obtener sus derechos, aún más allá de lo que la ley exigía. En este contexto, nuestro pueblo afro-indio-latinoamericano que al igual que Rut y Noemí pasa hambre, tiene que emigrar a otros países, ser dispersado por los sistemas de muerte del imperialismo, perder su identidad cultural... puede encontrar en este libro las esperanzas y las fuerzas para creer en el Dios de la Vida, en el Dios de Jesús, de Rut y Noemí, que aunque parezca que guarda silencio, va transformando la historia.
Rut 2,1-23El rico del pueblo. El capítulo segundo se divide en tres partes: en los versículos 1-3 la escena se desarrolla por la mañana en Belén. En los versículos 4-17 el autor artística e idílicamente desarrolla la escena durante el día en los campos de Booz. Por último los versículos 18-23 nos describen el regreso de Rut por la tarde a Belén. El capítulo esta estructurado por una serie de diálogos, teniendo el tema de la comida -pan y granos- de fondo.
El narrador magistralmente trae a escena a un pariente rico del difunto Elimélec, de nombre Booz; con la aparición de este nuevo personaje, las mujeres -y la audiencia- tienen un motivo para esperar alguna ayuda que remedie sus necesidades. La solidaridad entre los pueblos del Oriente Medio es fundamental en las relaciones entre pobres y ricos.
Los ricos tenían la obligación de proporcionar al pobre todos los medios necesarios para que pudiera subsistir. Éste en cambio le tenía que mostrar lealtad y fidelidad. Claro que los ricos frecuentemente se olvidaban de esta obligación y en vez de ayudar a los pobres, los explotaban. Rut la moabita, la extranjera, la despreciada, tiene iniciativa, no se queda de brazos cruzados; es una mujer que sabe ganarse la vida. Rut le pide a Noemí que la deje ir a recoger -esta es una palabra clave en toda la narración- espigas al campo, donde un segador le permita ir detrás de él (2). La práctica de recoger espigas en tiempos de la cosecha está muy bien legislada en las Escrituras Hebreas (cfr. Deu_24:19).
Rut cumple con todos los requisitos para ir a recoger espigas, es extranjera, posiblemente huérfana, y también viuda. Noemí le da su consentimiento y la vuelve a llamar «hija», reconociendo que las dos están en la misma situación y que el destino de la una será la suerte de la otra. Rut no planea ir al campo del pariente rico de Noemí -ni siquiera sabe de él o del parentesco que éste tiene con Noemí-, sino que el «destino» -la presencia callada del Dios de las viudas- la lleva a una de las tierras de Booz (3).
Dios siempre dirige la vida de las personas que actúan en justicia y se solidarizan con las tragedias de las personas necesitadas.
El saludo que hace Booz a sus trabajadores es un saludo formal y de etiqueta (Jue_6:12; Sal_129:8). Este saludo no nos dice nada de la piedad o de la bondad de Booz, simplemente nos informa de las relaciones desproporcionadas entre el amo y los trabajadores. Booz les desea que el Señor esté con sus trabajadores mientras éstos cosechan sus campos. De esta manera, los trabajadores se verán obligados a «bendecir» al patrón.
La pregunta inquisitiva de Booz acerca de la moabita describe la superioridad de éste sobre los empleados, y especialmente sobre la extranjera. Los trabajadores le informan al patrón todo sobre la moabita, al mismo tiempo que nos informan a los lectores que Rut no recoge espigas por el derecho que le asistía a hacerlo, sino como un favor. Espigar era un recurso de indigentes, como hemos afirmado arriba. Pero Rut no quiere reivindicar ningún derecho, sólo busca un corazón generoso que libremente se solidarice con ella y le permita recoger las espigas caídas.
El «destino», aunque previsto por Dios, la lleva a un campo de Booz. Acude a él cuando los segadores llevan ya varias horas trabajando. Booz se solidariza con la extranjera y ésta se tira a los pies del amo. Rut expresa gratitud y sorpresa por la protección que un hombre rico le proporciona, a ella que es mujer y además extranjera. Rut se merece dicha bendición por el amor y fidelidad a Noemí. Booz conforta a Rut y remedia todas sus necesidades, de la misma manera que Dios conforta a Israel. Booz toma bajo su protección a Rut. Los trabajadores de Booz no serán ya una amenaza para la pobre mujer. Booz remedia las necesidades inmediatas de Rut al ofrecerle agua y al integrarla como un miembro más de la familia durante la comida. No olvidemos que la comida es sagrada y participar en la comida es consolidar los lazos de amistad. Booz es un hombre generoso que proporciona a Rut más de lo que ella necesita.
Después que Rut ha majado su cebada, regresa al atardecer con una cosecha abundante. Booz ha cumplido parte de la bendición que él mismo había expresado (12). Pero el problema de Rut y Noemí aún no se soluciona. Rut sigue siendo una viuda, sin hijos y sin posibilidades de ser incorporada totalmente a la comunidad.
Rut regresa a casa con provisiones. Noemí reconoce la bendición de Dios a través del trabajo de Rut y bendice al hombre que se ha interesado por Rut. En este momento, Rut revela la identidad de su protector. Noemí vuelve a bendecir al Señor que no deja de apiadarse de vivos y muertos. Noemí reconoce que no es coincidencia que Rut hubiese ido a recoger en los campos de Booz, al contrario, reconoce e interpreta este evento como la presencia del Señor.
Al final del capítulo primero, Noemí se hacía llamar Mara -amarga-, porque se sentía rechazada por Dios y distante con Rut. Ahora Noemí habla de Rut como un miembro más de la familia y bendice al Señor por su fidelidad. Booz no solamente es pariente de Noemí y de Elimélec, Booz ahora también es pariente de Rut (2,20). Dios ha suscitado un «goel», un «redentor» para estas dos mujeres que han confiado plenamente en el Dios de las personas extranjeras, viudas y pobres.
¿Reconocemos las bendiciones que Dios nos proporciona? ¿Reconocemos que Dios siempre está con la comunidad aun en los momentos más difíciles? ¿Agradecemos a Dios el don de la vida?