I Samuel 10 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 27 versitos |
1 Samuel tomó el frasco de aceite, lo derramó sobre la cabeza de Saúl y lo besó, diciendo:
–¡El Señor te unge como jefe de su herencia!
2 Hoy mismo, cuando te separes de mí, te tropezarás con dos hombres junto a la tumba de Raquel, en la frontera de Benjamín, que te dirán: Aparecieron las burras que saliste a buscar; mira, tu padre ha olvidado el asunto de las burras y está preocupado por ustedes, pensando qué va a ser de su hijo.
3 Sigue adelante y vete hasta la Encina del Tabor; allí te tropezarás con tres hombres que suben a visitar a Dios en Betel: uno con tres cabritos, otro con tres panes y otro con un odre de vino;
4 después de darte los buenos días, te entregarán dos panes, y tú los aceptarás.
5 Vete luego a Guibeá de Dios, donde está la guarnición filistea; al llegar al pueblo te toparás con un grupo de profetas que baja del lugar alto, precedidos de una banda de arpas y cítaras, panderetas y flautas, en estado de trance profético.
6 Te invadirá el Espíritu del Señor, te convertirás en otro hombre y te mezclarás en su danza.
7 Cuando te sucedan estas señales, haz todo lo que sea conveniente, porque Dios está contigo.
8 Tú bajarás a Guilgal antes que yo; y yo iré después a ofrecer holocaustos y sacrificios de comunión. Espera siete días, hasta que yo llegue y te diga lo que tienes que hacer.
9 Cuando Saúl dio la vuelta y se apartó de Samuel, Dios le cambió el corazón, y aquel mismo día se cumplieron todas aquellas señales.
10 De allí fueron a Guibeá, y de pronto dieron con un grupo de profetas. El Espíritu de Dios invadió a Saúl y se puso a danzar entre ellos.
11 Los que lo conocían de antes y lo veían danzando con los profetas, comentaban:
–¿Qué le pasa al hijo de Quis? ¡Hasta Saúl anda con los profetas!
12 Uno del pueblo dijo:
–¿Quién es el padre de ésos?
Así se hizo proverbial la frase: ¡Hasta Saúl anda con los profetas!
13 Cuando se le pasó el frenesí, Saúl fue a su casa.
14 Su tío les preguntó:
–¿Por dónde anduvieron?
Saúl respondió:
– Buscando las burras. Como vimos que no aparecían, fuimos a ver a Samuel.
15 Su tío le dijo:
– Cuéntame lo que les dijo Samuel.
16 Saúl respondió:
– Nos anunció que habían aparecido las burras.
Pero lo que le había dicho Samuel del asunto del reino no se lo dijo.
17

Elección del rey a suerte

Samuel convocó al pueblo ante el Señor, en Mispá,
18 y dijo a los israelitas:
– Así dice el Señor, Dios de Israel: Yo saqué a Israel de Egipto, los libré de los egipcios y de todos los reyes que los oprimían.
19 Pero ustedes han rechazado hoy a su Dios, el que los salvó de todas las desgracias y peligros, y han dicho: No importa, danos un rey. Muy bien, preséntense ante el Señor por tribus y por familias.
20 Samuel hizo acercarse a las tribus de Israel, y le tocó la suerte a la tribu de Benjamín.
21 Hizo acercarse a la tribu de Benjamín, por clanes, y le tocó la suerte al clan de Matrí; luego hizo acercarse al clan de Matrí, por individuos, y le tocó la suerte a Saúl, hijo de Quis; lo buscaron y no lo encontraron.
22 Consultaron de nuevo al Señor:
–¿Ha venido aquí Saúl?
El Señor respondió:
– Está escondido entre el equipaje.
23 Fueron corriendo a sacarlo de allí, y se presentó en medio de la gente: sobresalía por encima de todos, de los hombros arriba.
24 Entonces Samuel dijo a todo el pueblo:
–¡Miren a quién ha elegido el Señor! ¡No hay como él en todo el pueblo!
Todos aclamaron:
–¡Viva el rey!
25 Samuel explicó al pueblo los derechos del rey, y los escribió en un libro, que colocó ante el Señor. Luego despidió a la gente, cada cual a su casa.
26 También Saúl marchó a su casa, a Guibeá. Con él fueron los mejores, a quienes Dios tocó el corazón.
27 En cambio, los malvados comentaron:
–¡Qué va a salvarnos ése!
Lo despreciaron y no le ofrecieron regalos. Saúl callaba.

Patrocinio

 
 

Introducción a I Samuel

1 SAMUEL

El libro de Samuel se llama así por uno de sus personajes decisivos, no porque sea él el autor. Está artificialmente divido en dos partes, que se suelen llamar primer libro y segundo libro, aunque en realidad constituyen la primera y segunda parte de una misma obra.

Tema del libro.
El tema central es el advenimiento de la monarquía bajo la guía de Samuel como juez y profeta. Samuel actúa como juez con residencia fija e itinerante. Aunque prolonga la serie de jueces precedentes como Débora, Gedeón, Jefté y Sansón, Samuel recibe una vocación nueva: ser mediador de la Palabra de Dios, ser un profeta. Al autor le interesa mucho el detalle y proyecta esa vocación a la adolescencia de su personaje. En virtud de dicha vocación, el muchacho se enfrenta con el sacerdote del santuario central; más tarde introduce un cambio radical: unge al primer rey, lo condena, unge al segundo, se retira, desaparece, y hasta se asoma por un momento desde la tumba. Cuando muere, toman su relevo Gad y Natán.
En otras palabras, el autor que escribe en tiempos de Josías, uno de los reyes buenos, o el que escribe durante el destierro, nos hace saber que la monarquía está sometida a la palabra profética.

Marco histórico.
Con razonable probabilidad podemos situar los relatos en los siglos XI y X a.C. Hacia el año 1030 Saúl es ungido rey, David comenzaría su reinado en Hebrón hacia el 1010 y Salomón en el 971. Los grandes imperios atraviesan momentos de cambios y crisis internas y durante este largo compás de silencio pueden actuar como solistas sobre el suelo de Palestina dos pueblos relativamente recientes en dicho lugar: filisteos e israelitas.

Maestría narrativa. Si lo referente a la historicidad es hipotético, lo que es indudable e indiscutible es la maestría narrativa de esta obra. Aquí alcanza la prosa hebrea una cumbre clásica. Aquí el arte de contar se muestra inagotable en los argumentos, intuidor de lo esencial, creador de escenas impresionantes e inolvidables, capaz de decir mucho en poco espacio y de sugerir más.
El autor o autores sabían contar y gozaban contando; no menos gozaron los antiguos oyentes y lectores; del mismo deleite debemos participar en la lectura del libro, recreándolo en la contemplación gozosa de unos relatos magistrales.

Samuel. En su elogio de los antepasados, Ben Sirá -o Eclesiástico-, traza así el perfil de Samuel: «Amado del pueblo y favorito de su Creador, pedido desde el vientre materno, consagrado como profeta del Señor, Samuel juez y sacerdote» (46,13). Sacerdote porque ofrecía sacrificios. Juez de tipo institucional, porque resuelve pleitos y casos, no empuña la espada ni el bastón de mando. Cuando su judicatura intenta convertirse en asunto familiar por medio de la sucesión de sus hijos, fracasa. Profeta, por recibir y trasmitir la Palabra de Dios. Hch_13:20 s lo llama profeta; Heb_11:32 lo coloca en su lista entre los jueces y David.
Un monte en las cercanías de Jerusalén perpetúa su nombre: «Nebi Samwil». ¿Y no es Samuel como una montaña? Descollante, cercano al cielo y bien plantado en tierra, solitario, invitador de tormentas, recogiendo la primera luz de un nuevo sol y proyectando una ancha sombra sobre la historia.

La monarquía. Fue para los israelitas una experiencia ambivalente, con más peso en el platillo negativo de la balanza. En realidad pocos monarcas respondieron a su misión religiosa y política. Aunque es verdad que los hubo buenos: David, Josafat, Ezequías, Josías (cfr. Eclo 49a). Por otra parte, los salmos dan testimonio de una aceptación sincera y hasta de un entusiasmo hiperbólico por la monarquía. Antes de ser leídos en clave mesiánica los salmos reales expresaron la esperanza de justicia y de paz, como bendición canalizada por el Ungido.
Pues bien, el autor proyecta la ambigüedad y las tensiones al mismo origen de la monarquía -remontarse a los orígenes para explicar el presente o la historia es hábito mental hebreo-. Explícita o implícitamente el libro nos hace presenciar o deducir las dos tendencias, en pro o en contra de la monarquía. Es un acto de honradez del autor el haber concedido la voz en sus páginas a los dos partidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

I Samuel 10,1-16Unción de Saúl. Sin mucha pompa, Samuel unge a Saúl. No le comunica lo inherente a los deberes del ungido, eso lo deja para comunicárselo después de cierto tiempo (10,8); por el momento Saúl tendrá que estar atento a ciertos incidentes, en los cuales de uno u otro modo se comprobarán las palabras del profeta.


I Samuel 10,17-27Elección del rey a suerte. Después de haber leído el pasaje de la elección y unción «privada» de Saúl por parte de Samuel (9,26-10,16) uno podría pensar que este relato, o está de más o que se trata de un acto poco serio de Samuel que convoca al pueblo para nombrar el rey que le han pedido y que lo que aquí hace es una farsa, pues ambos saben que ya Saúl no sólo ha sido el elegido, sino además ungido. Pero no, lo que sucede en realidad es que se trata de dos versiones, dos tradiciones sobre la elección y unción de Saúl como primer rey de Israel, las cuales aparecen aquí una después de la otra como la cosa más normal. Al parecer la primera versión es la que defendió la institución de la monarquía como la mejor salida a la problemática y a la decadencia de la institución de los jueces que ya no se comportaban como Samuel (8,5); se trataría, entonces, de una búsqueda de recuperación de la justicia social; la segunda tradición a la cual responde la versión del modo como es elegido y ungido Saúl, responde a un enfoque de carácter nacional; Israel enfrenta las amenazas de otros pueblos vecinos más fuertes y poderosos sin que nadie lo defienda; la monarquía debía ser el remedio para librarlos de esas amenazas. Saúl cuenta ya desde su elección con un bando del pueblo que lo apoya, pero también con otro sector que lo rechaza y desconfía de él: «¡Qué va a salvarnos ése!».