I Samuel 13 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 23 versitos |
1

Amenaza filistea

Saúl tenía... años cuando empezó a reinar, y reinó sobre Israel veintidós años.
2 Seleccionó a tres mil hombres de Israel: dos mil estaban con él en Micmás y la montaña de Betel, y mil estaban con Jonatán en Guibeá de Benjamín. Al resto del ejército lo licenció.
3 Jonatán derrotó a la guarnición filistea que había en Guibeá. Los filisteos supieron que los hebreos se habían sublevado. Saúl hizo tocar la trompeta por todo el país.
4 Entonces los israelitas supieron que Saúl había derrotado a una guarnición enemiga y que se había declarado la guerra a los filisteos, y se reunieron con Saúl en Guilgal.
5 Los filisteos se concentraron para la guerra contra Israel: tres mil carros, seis mil jinetes y una infantería numerosa como la arena de la playa, y fueron a acampar junto a Micmás, al este de Bet-Avén.
6 Al verse en peligro ante el avance filisteo, los israelitas fueron a esconderse en las cuevas, los agujeros, las peñas, los refugios y los pozos.
7 Muchos hebreos pasaron el Jordán hacia Gad y Galaad. Saúl seguía en Guilgal, mientras la gente, atemorizada, se le marchaba.
8 Aguardó siete días, hasta el plazo señalado por Samuel; pero Samuel no llegó a Guilgal, y la gente se le dispersaba.
9 Entonces Saúl ordenó:
– Tráiganme las víctimas del holocausto y de los sacrificios de comunión.
Y él mismo ofreció el holocausto.
10

Samuel condena a Saúl

Apenas había terminado, cuando se presentó Samuel. Saúl salió a su encuentro y lo saludó.
11 Pero Samuel le dijo:
–¿Qué has hecho?
Contestó:
– Vi que la gente se me dispersaba y tú no venías en el plazo señalado, y los filisteos se concentraban frente a Micmás,
12 y me dije: Ahora bajarán los filisteos contra mí a Guilgal, sin que yo haya aplacado al Señor, y me atreví a ofrecer el holocausto.
13 Samuel le dijo:
–¡Estás loco! Si hubieras cumplido la orden del Señor, tu Dios, él hubiera afianzado tu reino sobre Israel para siempre.
14 En cambio, ahora tu reino no durará. El Señor se ha buscado un hombre a su gusto y lo ha nombrado jefe de su pueblo, porque tú no has sabido cumplir la orden del Señor.
15 Samuel se volvió de Guilgal por su camino. El resto del ejército subió tras Saúl al encuentro del enemigo y llegaron desde Guilgal a Guibeá de Benjamín. Saúl pasó revista a las tropas que seguían con él: unos seiscientos hombres.
16

Saúl y Jonatán

Saúl, su hijo Jonatán y sus tropas se establecieron en Guibeá de Benjamín; por su parte, los filisteos acamparon junto a Micmás.
17 Del campamento filisteo salió una fuerza de choque dividida en tres columnas; una se dirigió a Ofrá, hacia la zona de Sual
18 otra se dirigió a Bet-Jorón, y la tercera se dirigió a la colina que domina el valle Seboín, hacia el desierto.
19 Por entonces no se encontraba un herrero en tierra de Israel, porque el plan de los filisteos era que los hebreos no se forjaran espadas ni lanzas.
20 Todos los israelitas tenían que bajar al país filisteo para reparar sus rejas de arado, sus azadas, sus hachas y sus hoces.
21 Por afilar una reja de arado o una azada les cobraban medio peso, y dos tercios de peso por un hacha o una aguijada.
22 Así sucedió que, a la hora de la batalla, en todo el ejército de Saúl no había más espada ni lanza que las de Saúl y su hijo Jonatán.
23 Un destacamento filisteo salió hacia la cañada de Micmás.

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Introducción a I Samuel

1 SAMUEL

El libro de Samuel se llama así por uno de sus personajes decisivos, no porque sea él el autor. Está artificialmente divido en dos partes, que se suelen llamar primer libro y segundo libro, aunque en realidad constituyen la primera y segunda parte de una misma obra.

Tema del libro.
El tema central es el advenimiento de la monarquía bajo la guía de Samuel como juez y profeta. Samuel actúa como juez con residencia fija e itinerante. Aunque prolonga la serie de jueces precedentes como Débora, Gedeón, Jefté y Sansón, Samuel recibe una vocación nueva: ser mediador de la Palabra de Dios, ser un profeta. Al autor le interesa mucho el detalle y proyecta esa vocación a la adolescencia de su personaje. En virtud de dicha vocación, el muchacho se enfrenta con el sacerdote del santuario central; más tarde introduce un cambio radical: unge al primer rey, lo condena, unge al segundo, se retira, desaparece, y hasta se asoma por un momento desde la tumba. Cuando muere, toman su relevo Gad y Natán.
En otras palabras, el autor que escribe en tiempos de Josías, uno de los reyes buenos, o el que escribe durante el destierro, nos hace saber que la monarquía está sometida a la palabra profética.

Marco histórico.
Con razonable probabilidad podemos situar los relatos en los siglos XI y X a.C. Hacia el año 1030 Saúl es ungido rey, David comenzaría su reinado en Hebrón hacia el 1010 y Salomón en el 971. Los grandes imperios atraviesan momentos de cambios y crisis internas y durante este largo compás de silencio pueden actuar como solistas sobre el suelo de Palestina dos pueblos relativamente recientes en dicho lugar: filisteos e israelitas.

Maestría narrativa. Si lo referente a la historicidad es hipotético, lo que es indudable e indiscutible es la maestría narrativa de esta obra. Aquí alcanza la prosa hebrea una cumbre clásica. Aquí el arte de contar se muestra inagotable en los argumentos, intuidor de lo esencial, creador de escenas impresionantes e inolvidables, capaz de decir mucho en poco espacio y de sugerir más.
El autor o autores sabían contar y gozaban contando; no menos gozaron los antiguos oyentes y lectores; del mismo deleite debemos participar en la lectura del libro, recreándolo en la contemplación gozosa de unos relatos magistrales.

Samuel. En su elogio de los antepasados, Ben Sirá -o Eclesiástico-, traza así el perfil de Samuel: «Amado del pueblo y favorito de su Creador, pedido desde el vientre materno, consagrado como profeta del Señor, Samuel juez y sacerdote» (46,13). Sacerdote porque ofrecía sacrificios. Juez de tipo institucional, porque resuelve pleitos y casos, no empuña la espada ni el bastón de mando. Cuando su judicatura intenta convertirse en asunto familiar por medio de la sucesión de sus hijos, fracasa. Profeta, por recibir y trasmitir la Palabra de Dios. Hch_13:20 s lo llama profeta; Heb_11:32 lo coloca en su lista entre los jueces y David.
Un monte en las cercanías de Jerusalén perpetúa su nombre: «Nebi Samwil». ¿Y no es Samuel como una montaña? Descollante, cercano al cielo y bien plantado en tierra, solitario, invitador de tormentas, recogiendo la primera luz de un nuevo sol y proyectando una ancha sombra sobre la historia.

La monarquía. Fue para los israelitas una experiencia ambivalente, con más peso en el platillo negativo de la balanza. En realidad pocos monarcas respondieron a su misión religiosa y política. Aunque es verdad que los hubo buenos: David, Josafat, Ezequías, Josías (cfr. Eclo 49a). Por otra parte, los salmos dan testimonio de una aceptación sincera y hasta de un entusiasmo hiperbólico por la monarquía. Antes de ser leídos en clave mesiánica los salmos reales expresaron la esperanza de justicia y de paz, como bendición canalizada por el Ungido.
Pues bien, el autor proyecta la ambigüedad y las tensiones al mismo origen de la monarquía -remontarse a los orígenes para explicar el presente o la historia es hábito mental hebreo-. Explícita o implícitamente el libro nos hace presenciar o deducir las dos tendencias, en pro o en contra de la monarquía. Es un acto de honradez del autor el haber concedido la voz en sus páginas a los dos partidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

I Samuel 13,1-15Amenaza filistea - Samuel condena a Saúl. La impaciencia de Saúl que espera a Samuel y el miedo de los israelitas ante la amenaza filistea lo llevan a ejercer un ministerio que no le correspondía aunque fuera el rey: el religioso. Ello trae como consecuencia la condena de Samuel y la amenaza divina de acortar su reinado y el anuncio de la elección por parte de Dios de otro hombre para el reino con un perfil más adecuado al querer divino. Podríamos decir que este breve diálogo entre Samuel y Saúl es la justificación teológica que la corriente deuteronomista (D) presenta para el derrocamiento de Saúl por parte del partido liderado por David, o por lo menos de la pérdida de importancia de Saúl, representante de la monarquía, a los ojos de Samuel, representante del decadente período de los jueces.


I Samuel 13,16-23Saúl y Jonatán. Termina el capítulo con la descripción de los modestos medios con que Jonatán, hijo de Saúl pretende enfrentar la amenaza filistea. Los datos sobre el importe que debían pagar los hebreos -y los demás pueblos vecinos- a los filisteos por la adecuación de sus instrumentos de hierro indican que éste era el medio por el cual filistea controlaba la región y tenía poder sobre un sinnúmero de pueblos pequeños: la tecnología del hierro. Pensemos en nuestros países empobrecidos, sometidos también a las tecnologías extranjeras, ¿será eso correcto a los ojos de Dios?