I Samuel 4 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 22 versitos |
1 La palabra de Samuel se escuchaba en todo Israel.

Victoria filistea

En aquellos días los filisteos se reunieron para atacar a Israel. Los israelitas salieron a enfrentarse con los filisteos y acamparon junto a Eben-Ézer, mientras que los filisteos acampaban en Afec.
2 Los filisteos formaron en orden de batalla frente a Israel. Entablada la lucha, Israel fue derrotado por los filisteos; de sus filas murieron en el campo unos cuatro mil hombres.
3 La tropa volvió al campamento, y los ancianos de Israel deliberaron:
–¿Por qué el Señor nos ha hecho sufrir hoy una derrota a manos de los filisteos? Vamos a Siló, a traer el arca de la alianza del Señor, para que esté entre nosotros y nos salve del poder enemigo.
4 Mandaron gente a Siló, y de allí trajeron el arca de la alianza del Señor Todopoderoso, que tiene su trono sobre querubines. Los dos hijos de Elí, Jofní y Fineés, fueron con el arca de la alianza de Dios.
5 Cuando el arca de la alianza del Señor llegó al campamento, todo Israel lanzó a pleno pulmón el grito de guerra, y la tierra retembló.
6 Al oír el estruendo de aquel grito, los filisteos se preguntaron:
–¿Qué significa ese grito que retumba en el campamento hebreo?
Entonces se enteraron de que el arca del Señor había llegado al campamento,
7 y muertos de miedo decían:
–¡Su Dios ha llegado al campamento! ¡Ay de nosotros! Es la primera vez que nos pasa esto.
8 ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de esos dioses poderosos, los dioses que hirieron a Egipto con toda clase de calamidades y epidemias?
9 ¡Valor, filisteos! ¡Sean hombres y no serán esclavos de los hebreos, como lo han sido ellos de nosotros! ¡Sean hombres y al ataque!
10 Los filisteos se lanzaron a la lucha y derrotaron a los israelitas, que huyeron a la desbandada. Fue una derrota tremenda: cayeron treinta mil de la infantería israelita.
11 El arca de Dios fue capturada y los dos hijos de Elí, Jofní y Fineés, murieron.
12

Muerte de Elí

Un benjaminita salió corriendo de las filas y llegó a Siló aquel mismo día, con la ropa desgarrada y la cabeza cubierta de polvo.
13 Cuando llegó, allí estaba Elí, sentado en su silla, junto a la puerta, mirando con ansia el camino, porque temblaba por el arca de Dios. Aquel hombre entró por el pueblo dando la noticia, y toda la población se puso a gritar.
14 Elí oyó el griterío y preguntó:
–¿Qué bullicio es ése?
Mientras tanto, el hombre corría a dar la noticia a Elí.
15 Elí había cumplido noventa y ocho años; tenía los ojos inmóviles, sin poder ver.
16 El hombre le dijo:
– Soy el que ha llegado del frente.
Elí preguntó:
–¿Qué ha ocurrido hijo?
17 El mensajero respondió:
– Israel ha huido ante los filisteos, ha sido una gran derrota para nuestro ejército; tus dos hijos, Jofní y Fineés, han muerto, y el arca de Dios ha sido capturada.
18 En cuanto el hombre mencionó el arca de Dios, Elí cayó de la silla hacia atrás, junto a la puerta; se rompió la base del cráneo y murió. Era ya viejo y estaba torpe. Había sido juez en Israel cuarenta años.
19 Su nuera, la mujer de Fineés, estaba encinta y próxima a dar a luz. Cuando oyó la noticia de que habían capturado el arca y que habían muerto su suegro y su marido, le sobrevinieron los dolores, se encorvó y dio a luz.
20 Como estaba a punto de morir, las mujeres que la atendían la animaban diciendo:
– No tengas miedo, que has dado a luz un niño.
Pero ella no respondió ni cayó en la cuenta.
21 Al niño lo llamaron Icabod, diciendo:
– La gloria ha sido desterrada de Israel – aludían a la captura del arca y a la muerte de su suegro y su marido– .
22 Y repetían:
– La gloria ha sido desterrada de Israel, porque han capturado el arca de Dios.

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Introducción a I Samuel

1 SAMUEL

El libro de Samuel se llama así por uno de sus personajes decisivos, no porque sea él el autor. Está artificialmente divido en dos partes, que se suelen llamar primer libro y segundo libro, aunque en realidad constituyen la primera y segunda parte de una misma obra.

Tema del libro.
El tema central es el advenimiento de la monarquía bajo la guía de Samuel como juez y profeta. Samuel actúa como juez con residencia fija e itinerante. Aunque prolonga la serie de jueces precedentes como Débora, Gedeón, Jefté y Sansón, Samuel recibe una vocación nueva: ser mediador de la Palabra de Dios, ser un profeta. Al autor le interesa mucho el detalle y proyecta esa vocación a la adolescencia de su personaje. En virtud de dicha vocación, el muchacho se enfrenta con el sacerdote del santuario central; más tarde introduce un cambio radical: unge al primer rey, lo condena, unge al segundo, se retira, desaparece, y hasta se asoma por un momento desde la tumba. Cuando muere, toman su relevo Gad y Natán.
En otras palabras, el autor que escribe en tiempos de Josías, uno de los reyes buenos, o el que escribe durante el destierro, nos hace saber que la monarquía está sometida a la palabra profética.

Marco histórico.
Con razonable probabilidad podemos situar los relatos en los siglos XI y X a.C. Hacia el año 1030 Saúl es ungido rey, David comenzaría su reinado en Hebrón hacia el 1010 y Salomón en el 971. Los grandes imperios atraviesan momentos de cambios y crisis internas y durante este largo compás de silencio pueden actuar como solistas sobre el suelo de Palestina dos pueblos relativamente recientes en dicho lugar: filisteos e israelitas.

Maestría narrativa. Si lo referente a la historicidad es hipotético, lo que es indudable e indiscutible es la maestría narrativa de esta obra. Aquí alcanza la prosa hebrea una cumbre clásica. Aquí el arte de contar se muestra inagotable en los argumentos, intuidor de lo esencial, creador de escenas impresionantes e inolvidables, capaz de decir mucho en poco espacio y de sugerir más.
El autor o autores sabían contar y gozaban contando; no menos gozaron los antiguos oyentes y lectores; del mismo deleite debemos participar en la lectura del libro, recreándolo en la contemplación gozosa de unos relatos magistrales.

Samuel. En su elogio de los antepasados, Ben Sirá -o Eclesiástico-, traza así el perfil de Samuel: «Amado del pueblo y favorito de su Creador, pedido desde el vientre materno, consagrado como profeta del Señor, Samuel juez y sacerdote» (46,13). Sacerdote porque ofrecía sacrificios. Juez de tipo institucional, porque resuelve pleitos y casos, no empuña la espada ni el bastón de mando. Cuando su judicatura intenta convertirse en asunto familiar por medio de la sucesión de sus hijos, fracasa. Profeta, por recibir y trasmitir la Palabra de Dios. Hch_13:20 s lo llama profeta; Heb_11:32 lo coloca en su lista entre los jueces y David.
Un monte en las cercanías de Jerusalén perpetúa su nombre: «Nebi Samwil». ¿Y no es Samuel como una montaña? Descollante, cercano al cielo y bien plantado en tierra, solitario, invitador de tormentas, recogiendo la primera luz de un nuevo sol y proyectando una ancha sombra sobre la historia.

La monarquía. Fue para los israelitas una experiencia ambivalente, con más peso en el platillo negativo de la balanza. En realidad pocos monarcas respondieron a su misión religiosa y política. Aunque es verdad que los hubo buenos: David, Josafat, Ezequías, Josías (cfr. Eclo 49a). Por otra parte, los salmos dan testimonio de una aceptación sincera y hasta de un entusiasmo hiperbólico por la monarquía. Antes de ser leídos en clave mesiánica los salmos reales expresaron la esperanza de justicia y de paz, como bendición canalizada por el Ungido.
Pues bien, el autor proyecta la ambigüedad y las tensiones al mismo origen de la monarquía -remontarse a los orígenes para explicar el presente o la historia es hábito mental hebreo-. Explícita o implícitamente el libro nos hace presenciar o deducir las dos tendencias, en pro o en contra de la monarquía. Es un acto de honradez del autor el haber concedido la voz en sus páginas a los dos partidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

I Samuel 4,1-11Victoria filistea.A partir de este momento, y hasta el capítulo 6, encontraremos varias alusiones al Arca de la Alianza como figura central de la narración; se trata de una manera de aludir a la presencia de Dios en medio de Israel, pero parece que no siempre el Arca está acompañada de esa presencia divina. Precisamente en este pasaje queda consignado cómo Israel fracasa dos veces en la guerra contra los filisteos, una vez porque sale a la batalla sin ella, y la segunda, aunque ha recurrido a ella y la llevan a la guerra, la presencia de Dios, sin embargo, no está ahí. Es apenas lógico que Israel tenga que sufrir estas derrotas sucesivas, pues poco a poco ha ido olvidando sus compromisos como pueblo, la calidad del proyecto de la justicia, base principal de la Alianza, ha ido degenerando y, por tanto, no está en condiciones de enfrentar las hostilidades externas. No se trata, pues, de una ausencia real de Dios, es más bien la manera como el narrador quiere enseñar que cuando el pueblo se aparta de su Dios, necesariamente sus empresas van al fracaso. He ahí la respuesta al conmovedor interrogante de los ancianos del pueblo, «¿Por qué el Señor nos ha hecho sufrir hoy una derrota...?» (3). La segunda derrota es mucho más estruendosa que la primera y con consecuencias mucho más funestas: el Arca ha sido capturada por los filisteos y con ello, se puede decir, que el enemigo ha atrapado el mejor botín de guerra, han dejado «huérfano» a Israel. El signo de la consecuencia de esta ausencia del Arca es la muerte de los hijos de Elí.


I Samuel 4,12-22Muerte de Elí. En línea con la cadena de desgracias que trae consigo la ausencia del Arca, se narra la muerte de Elí al conocer la noticia de este suceso, y la de su nuera al momento de dar a luz antes de tiempo. El nombre del nieto de Elí, está cargado de simbolismo: «Sin-Gloria», la Gloria de Dios ha sido desterrada de Israel, el impacto para el pueblo será verdaderamente mortal, pero aleccionador.