Genesis 3 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 24 versitos |
1 La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que el Señor Dios había hecho, y dijo a la mujer: "¿Así que Dios les ordenó que no comieran de ningún árbol del jardín?".
2 La mujer le respondió: "Podemos comer los frutos de todos los árboles del jardín.
3 Pero respecto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: "No coman de él ni lo toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la muerte".
4 La serpiente dijo a la mujer: "No, no morirán.
5 Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal".
6 Cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista y deseable para adquirir discernimiento, tomó de su fruto y comió; luego se lo dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió.
7 Entonces se abrieron los ojos de los dos y descubrieron que estaban desnudos. Por eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas de higuera.
8 Al oír la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín, a la hora en que sopla la brisa, se ocultaron de él, entre los árboles del jardín.
9 Pero el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: "¿Dónde estás?".
10 "Oí tus pasos por el jardín, respondió él, y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí".
11 El replicó: "¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que yo te prohibí?".
12 El hombre respondió: "La mujer que pusiste a mi lado me dio el fruto y yo comí de él".
13 El Señor Dios dijo a la mujer: "¿Cómo hiciste semejante cosa?". La mujer respondió: "La serpiente me sedujo y comí".
14 Y el Señor Dios dijo a la serpiente: "Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida.
15 Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. El te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón".
16 Y el Señor Dios dijo a la mujer: "Multiplicaré los sufrimientos de tus embarazos; darás a luz a tus hijos con dolor. Sentirás atracción por tu marido, y él te dominará".
17 Y dijo al hombre: "Porque hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol que yo te prohibí, maldito sea el suelo por tu culpa. Con fatiga sacarás de él tu alimento todos los días de tu vida.
18 El te producirá cardos y espinas y comerás la hierba del campo.
19 Ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, de donde fuiste sacado. ¡Porque eres polvo y al polvo volverás!".
20 El hombre dio a su mujer el nombre de Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes
21 El Señor Dios hizo al hombre y a su mujer unas túnicas de pieles y los vistió.
22 Después el Señor Dios dijo: "El hombre ha llegado a ser como uno de nosotros en el conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que ahora extienda su mano, tome también del árbol de la vida, coma y viva para siempre".
23 Entonces expulsó al hombre del jardín de Edén, para que trabajara la tierra de la que había sido sacado.
24 Y después de expulsar al hombre, puso al oriente del jardín de Edén a los querubines y la llama de la espada zigzagueante, para custodiar el acceso al árbol de la vida.

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Introducción a Genesis


Génesis

GÉNESIS es una palabra griega, que significa "origen". El primer libro de la Biblia lleva ese nombre, porque trata de los orígenes del universo, del hombre y del Pueblo de Dios.
El libro del Génesis se divide en dos grandes partes. La primera es denominada habitualmente "Historia primitiva", porque presenta un amplio panorama de la historia humana, desde la creación del mundo hasta Abraham (caps. 1-11). La segunda narra los orígenes más remotos del pueblo de Israel: es la historia de Abraham, Isaac y Jacob, los grandes antepasados de las tribus hebreas. Al final de esta segunda parte, adquiere particular relieve la figura de José, uno de los hijos de Jacob, ya que gracias a él su padre y sus hermanos pudieron establecerse en Egipto. La historia de los Patriarcas se cierra con el anuncio del retorno de los israelitas a la Tierra prometida, cuyo cumplimiento comienza a relatarse en el libro del Éxodo.
Estas dos partes presentan notables diferencias en cuanto a la forma literaria y al contenido, pero están íntimamente relacionadas. El Génesis se remonta primero a los orígenes del mundo y de la humanidad. Luego, mediante una serie de genealogías cada vez más restringidas, establece una sucesión ininterrumpida entre Adán, el padre de la humanidad pecadora, y Abraham, el padre del Pueblo elegido. Este vínculo genealógico pone bien de relieve que la elección de Abraham no fue un simple hecho al margen de la historia humana. La elección divina no era un privilegio reservado para siempre a una sola persona o a una sola nación. Si Dios manifestó su predilección por Abraham y por la descendencia nacida de él, fue para realizar un designio de salvación que abarca a todos los pueblos de la tierra.
En la redacción final del libro del Génesis, se emplearon elementos de las tradiciones "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal". Esta última fuente tiene una importancia especial en el conjunto de la obra, debido a que constituye la base literaria en la que se insertaron las otras tradiciones.
Los primeros capítulos del Génesis ofrecen una dificultad muy particular para el hombre de hoy. En ellos se afirma, por ejemplo, que Dios creó el universo en el transcurso de una semana, que modeló al hombre con barro y que de una de sus costillas formó a la mujer. ¿Cómo conciliar estas afirmaciones con la visión del universo que nos da la ciencia? La dificultad se aclara si tenemos en cuenta que el libro del Génesis no pretende explicar "científicamente" el origen del universo ni la aparición del hombre sobre la tierra. Con las expresiones literarias y los símbolos propios de la época en que fueron escritos, esos textos bíblicos nos invitan a reconocer a Dios como el único Creador y Señor de todas las cosas. Este reconocimiento nos hace ver el mundo, no como el resultado de una ciega fatalidad, sino como el ámbito creado por Dios para realizar en él su Alianza de amor con los hombres. La consumación de esa Alianza serán el "cielo nuevo" y la "tierra nueva" ( Isa_65:17 ; Rev_21:1 ) inaugurados por la Resurrección de Cristo, que es el principio de una nueva creación.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Genesis 3,1-24

1. EI culto de la "serpiente" estaba extendido por todo el Oriente antiguo. Por su forma y su comportamiento singulares, este animal tenía un simbolismo polivalente: se lo asociaba tanto a las fuerzas de la vida y la fecundidad, como a las representaciones del caos y de la muerte, del misterio y de la ciencia oculta. El texto bíblico describe a la serpiente como un ser hostil a Dios, a quien acusa de mentira y envidia (vs. 4-5), y hostil también al hombre, a quien seduce deliberadamente e induce a transgredir el mandato divino. Además, pone de relieve la "astucia" de la serpiente, y la presenta como conocedora de la propiedad misteriosa escondida en el fruto del árbol. Estos indicios hacen suponer que el autor del relato tiene en vista ciertas formas de adivinación y de magia practicadas en Canaán, y asociadas con la serpiente, símbolo de la sabiduría y de los poderes ocultos. Al condenar a la serpiente, se condena la religión cananea, que pretendía conseguir con esas prácticas una sabiduría sobrehumana. La reflexión posterior identificará a la serpiente con el "demonio" (Sab_2:24; Jua_8:44) y con Satanás (Apo_12:9; Apo_20:2).

15. La enemistad puesta por Dios entre los dos culpables -la mujer y la serpiente seductora- proseguirá entre la descendencia de una y otra. El linaje de la mujer es toda la especie humana en lucha contra los poderes del mal, que intentarán precipitarla en la ruina. El texto deja entrever una victoria final del hombre, que aplastará la cabeza de la serpiente. Por eso la tradición cristiana ha dado a este texto el nombre de "Protoevangelio", o sea, primer anuncio de la salvación.

20. El nombre "Eva", en hebreo, tiene cierta semejanza con el verbo que significa "vivir".