Genesis 42 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 38 versitos |
1 Cuando Jacob se enteró de que en Egipto vendían cereales, preguntó a sus hijos: "¿Por qué se quedan ahí, mirándose unos a otros?".
2 Luego añadió: "He oído que en Egipto venden cereales. Vayan allí y compren algo para nosotros. Así podremos sobrevivir y no moriremos".
3 Entonces, diez de los hermanos de José bajaron a Egipto para abastecerse de cereales;
4 pero Jacob no dejó que Benjamín, el hermano de José fuera con ellos, por temor a que le sucediera una desgracia.
5 Así llegaron los hijos de Israel en medio de otra gente que también iba a procurarse víveres, porque en Canaán se pasaba hambre.
6 José tenía plenos poderes sobre el país y distribuía raciones a toda la población. Sus hermanos se presentaron ante él y se postraron con el rostro en tierra.
7 Al verlos, él los reconoció en seguida, pero los trató como si fueran extraños y les habló duramente. "¿De dónde vienen?", les preguntó. Ellos respondieron: "Venimos de Canaán para abastecernos de víveres".
8 Y al reconocer a sus hermanos, sin que ellos lo reconocieran a él,
9 José se acordó de los sueños que había tenido acerca de ellos. Entonces les dijo: "Ustedes son espías, y han venido a observar las zonas desguarnecidas del país".
10 "No, señor", le respondieron. "Es verdad que tus servidores han venido a comprar víveres.
11 Todos nosotros somos hijos de un mismo padre, y además, personas honradas. No somos espías".
12 Pero él insistió: "No, ustedes han venido a observar las zonas desguarnecidas del país".
13 Ellos continuaron diciendo: "Nosotros, tus servidores, somos doce hermanos, hijos de un hombre que reside en Canaán. El menor está ahora con nuestro padre, y otro ya no vive".
14 Pero él volvió a insistir: "Ya les he dicho que ustedes son espías.
15 Por eso van a ser sometidos a una prueba: juro por el Faraón que ustedes no quedarán en libertad, mientras no venga aquí su hermano menor.
16 Envíen a uno de ustedes a buscar a su hermano, los demás quedarán prisioneros. Así será puesto a prueba lo que ustedes han afirmado, para comprobar si dicen la verdad. De lo contrario, no habrá ninguna duda de que ustedes son espías".
17 E inmediatamente, los puso bajo custodia durante tres días.
18 Al tercer día, José les dijo: "Si quieren salvar la vida, hagan lo que les digo, porque yo soy un hombre temeroso de Dios.
19 Para probar que ustedes son sinceros, uno de sus hermanos quedará como rehén en la prisión donde están bajo custodia, mientras el resto llevará los víveres, para aliviar el hambre de sus familias.
20 Después me traerán a su hermano menor. Así se pondrá de manifiesto que ustedes han dicho la verdad y no morirán". Ellos estuvieron de acuerdo.
21 Pero en seguida comenzaron a decirse unos a otros: "¡Verdaderamente estamos expiando lo que hicimos contra nuestro hermano! Porque nosotros vimos su angustia cuando nos pedía que tuviéramos compasión, y no quisimos escucharlo. Por eso nos sucede esta desgracia".
22 Rubén les respondió: "¿Acaso no les advertí que no cometieran ese delito contra el muchacho? Pero ustedes no quisieron hacer caso, y ahora se nos pide cuenta de su sangre".
23 Ellos ignoraban que José los entendía, porque antes habían hablado por medio de un intérprete.
24 José se alejó de ellos para llorar; y cuando estuvo en condiciones de hablarles nuevamente, separó a Simeón y ordenó que lo ataran a la vista de todos.
25 Después José mandó que les llenaran las bolsas con trigo y que repusieran el dinero en la bolsa de cada uno. También ordenó que les entregaran provisiones para el camino. Así se hizo.
26 Ellos cargaron sus asnos con los víveres y partieron.
27 Cuando acamparon para pasar la noche, uno de los abrió la bolsa para dar de comer a su asno, y encontró el dinero junto a la abertura de la bolsa.
28 Entonces dijo a sus hermanos: "Me han devuelto el dinero. Está aquí, en mi bolsa". Ellos se quedaron pasmados y, temblando, se preguntaban unos a otros: "¿Por qué Dios nos habrá hecho esto?".
29 Al llegar a Canaán, relataron a su padre Jacob la aventura que habían tenido.
30 "El hombre que gobierna aquel país, le dijeron, nos habló duramente y nos acusó de haber entrado allí como espías.
31 Nosotros le aseguramos que éramos personas honradas y no espías.
32 También le dijimos que éramos doce hermanos, pero que uno ya no vivía, y que nuestro hermano menor estaba en ese momento en Canaán, al lado de nuestro padre.
33 El hombre que gobierna el país nos respondió: "Para demostrarme que ustedes son sinceros, dejen conmigo a uno de sus hermanos, mientras los demás llevan algo para aliviar el hambre de sus familias.
34 Luego tráiganme a su hermano menor, y así sabré que ustedes no son espías sino personas honradas. Entonces les devolveré a su hermano y podrán recorrer libremente el país".
35 Cuando vaciaron las bolsas, cada uno encontró su dinero y, al verlo, ellos y su padre se llenaron de temor.
36 Entonces Jacob les dijo: "Ustedes me van a dejar sin hijos. Primero, perdí a José, después, a Simeón; y ahora quieren quitarme a Benjamín. ¡A mí tenían que pasarme todas estas cosas!".
37 Pero Rubén le respondió: "Podrás matar a mis dos hijos si no te lo traigo de vuelta. Déjalo bajo mi cuidado, y yo te lo devolveré sano y salvo".
38 Jacob insistió: "Mi hijo no irá con ustedes, porque su hermano ya murió y ahora queda él solo. Si le sucede una desgracia durante el viaje que van a realizar, ustedes me harán bajar a la tumba lleno de aflicción".

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Introducción a Genesis


Génesis

GÉNESIS es una palabra griega, que significa "origen". El primer libro de la Biblia lleva ese nombre, porque trata de los orígenes del universo, del hombre y del Pueblo de Dios.
El libro del Génesis se divide en dos grandes partes. La primera es denominada habitualmente "Historia primitiva", porque presenta un amplio panorama de la historia humana, desde la creación del mundo hasta Abraham (caps. 1-11). La segunda narra los orígenes más remotos del pueblo de Israel: es la historia de Abraham, Isaac y Jacob, los grandes antepasados de las tribus hebreas. Al final de esta segunda parte, adquiere particular relieve la figura de José, uno de los hijos de Jacob, ya que gracias a él su padre y sus hermanos pudieron establecerse en Egipto. La historia de los Patriarcas se cierra con el anuncio del retorno de los israelitas a la Tierra prometida, cuyo cumplimiento comienza a relatarse en el libro del Éxodo.
Estas dos partes presentan notables diferencias en cuanto a la forma literaria y al contenido, pero están íntimamente relacionadas. El Génesis se remonta primero a los orígenes del mundo y de la humanidad. Luego, mediante una serie de genealogías cada vez más restringidas, establece una sucesión ininterrumpida entre Adán, el padre de la humanidad pecadora, y Abraham, el padre del Pueblo elegido. Este vínculo genealógico pone bien de relieve que la elección de Abraham no fue un simple hecho al margen de la historia humana. La elección divina no era un privilegio reservado para siempre a una sola persona o a una sola nación. Si Dios manifestó su predilección por Abraham y por la descendencia nacida de él, fue para realizar un designio de salvación que abarca a todos los pueblos de la tierra.
En la redacción final del libro del Génesis, se emplearon elementos de las tradiciones "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal". Esta última fuente tiene una importancia especial en el conjunto de la obra, debido a que constituye la base literaria en la que se insertaron las otras tradiciones.
Los primeros capítulos del Génesis ofrecen una dificultad muy particular para el hombre de hoy. En ellos se afirma, por ejemplo, que Dios creó el universo en el transcurso de una semana, que modeló al hombre con barro y que de una de sus costillas formó a la mujer. ¿Cómo conciliar estas afirmaciones con la visión del universo que nos da la ciencia? La dificultad se aclara si tenemos en cuenta que el libro del Génesis no pretende explicar "científicamente" el origen del universo ni la aparición del hombre sobre la tierra. Con las expresiones literarias y los símbolos propios de la época en que fueron escritos, esos textos bíblicos nos invitan a reconocer a Dios como el único Creador y Señor de todas las cosas. Este reconocimiento nos hace ver el mundo, no como el resultado de una ciega fatalidad, sino como el ámbito creado por Dios para realizar en él su Alianza de amor con los hombres. La consumación de esa Alianza serán el "cielo nuevo" y la "tierra nueva" ( Isa_65:17 ; Rev_21:1 ) inaugurados por la Resurrección de Cristo, que es el principio de una nueva creación.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas