I Reyes 7 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 51 versitos |
1 Salomón edificó también su casa, y tardó trece años en terminarla.
2 Construyó la sala llamada Bosque del Líbano, que medía cincuenta metros de largo, veinticinco de ancho y quince de alto. Estaba asentada sobre cuatro hileras de columnas de cedro, con tirantes de cedro sobre las columnas.
3 En la parte superior, sobre los travesaños que había sobre las columnas -a razón de quince por cada hilera-, tenía un revestimiento de cedro.
4 Había además tres hileras de ventanas con marcos, dispuestas simétricamente una frente a otra, de tres en tres.
5 Todas esas aberturas y sus montantes eran de forma cuadrangular, y estaban una frente a otra, de tres en tres.
6 El hizo también el Pórtico de las columnas, de veinticinco metros de largo por quince de ancho, y delante de él un vestíbulo con columnas y un alero sobre la fachada.
7 Hizo la sala del trono donde administraba justicia -la Sala del juicio -que estaba revestida de cedro desde el suelo hasta los postes del artesonado.
8 Su residencia personal, que daba al otro atrio, retirado del Pórtico, estaba construida en un estilo semejante. Y también hizo una casa, parecida a ese Pórtico, para la hija del Faraón con la que se había casado.
9 Todas estas construcciones estaban hechas con piedras seleccionadas, talladas a medida, cortadas con la sierra tanto del lado interior como del exterior, y esto, desde los cimientos hasta las cornisas y, por fuera, hasta el patio grande.
10 También los cimientos eran de piedras seleccionadas, grandes piedras de cinco y cuatro metros.
11 Sobre los cimientos, había piedras seleccionadas, talladas a medida, y madera de cedro.
12 El patio grande tenía a su alrededor tres hileras de piedras talladas y una hilera de tablas de cedro, iguales a las del atrio interior de la Casa del Señor y a las del vestíbulo de la Casa.
13 El rey Salomón mandó a buscar a Jiram de Tiro,
14 el hijo de una viuda de la tribu de Neftalí. Su padre, un natural de Tiro, había sido artesano del bronce, y él mismo estaba dotado de una gran habilidad, inteligencia y destreza para ejecutar toda clase de trabajos en bronce. Jiram se presentó ante el rey Salomón y ejecutó todos los trabajos que él le encomendó.
15 Jiram modeló las dos columnas de bronce. La altura de una columna era de nueve metros y un hilo de seis metros medía su contorno. La segunda columna era idéntica a la primera.
16 El hizo además dos capiteles para colocarlos arriba de las columnas; estos eran de bronce fundido. La altura del primer capital era de dos metros y medio, y el segundo tenía la misma altura.
17 Hizo unas molduras en forma de red y frisos en forma de guirnaldas para los capiteles que estaban encima de las columnas; siete para el primer capital y siete para el segundo.
18 Hizo también las granadas: puso dos hileras alrededor de una de las redes, para cubrir los capiteles que remataban las columnas, y lo mismo hizo para el segundo capitel.
19 Los capitales que estaban encima de las columnas, en el vestíbulo del templo, tenían una moldura en forma de azucena y medían dos metros.
20 En los capiteles superpuestos a las dos columnas, también en la parte superior, a lo largo del ensanchamiento que estaba más allá de la red, había doscientas granadas distribuidas en hileras circulares, sobre los dos capitales.
21 El erigió esas columnas junto al vestíbulo del Templo: erigió la columna derecha, y la llamó Iaquín; erigió también la columna izquierda, y la llamó Boaz.
22 En lo alto de las columnas había una moldura en forma de azucena. Así quedó concluido el trabajo de las columnas.
23 El hizo además el Mar de metal fundido, que medía cinco metros de diámetro y tenía forma circular; su altura era de dos metros y medio, y una cuerda de quince metros medía su circunferencia.
24 Debajo del borde, todo alrededor, tenía una orla de coloquíntidas -diez frutos cada medio metro- que rodeaban todo el contorno del Mar; había dos hileras de frutos, fundidos con el Mar en una sola pieza.
25 El Mar estaba asentado sobre doce toros, tres vueltos hacia el norte, tres hacia el oeste, tres hacia el sur y tres hacia el este. El Mar se elevaba por encima de ellos, que estaban con sus partes traseras vueltas hacia el interior.
26 Su espesor medía un palmo, y su borde tenía forma de copa, semejante al cáliz de una azucena. Su capacidad era de unos setenta mil litros.
27 El hizo también los soportes de bronce. Cada soporte tenía dos metros de largo, dos de ancho y uno y medio de alto.
28 Estaban hechos de la siguiente manera: tenían unos paneles encuadrados en un armazón;
29 sobre esos paneles había figuras de leones, de toros y de querubines, y lo mismo sobre el armazón. Tanto arriba como abajo de los leones y toros había unos adornos en bajorrelieve.
30 Cada soporte tenía cuatro ruedas de bronce, con ejes también de bronce, y refuerzos en sus cuatro patas. Estos refuerzos estaban fundidos debajo de los recipientes de agua, sobre el lado opuesto a los bajorrelieves.
31 La abertura para los recipientes estaba dentro de un círculo en forma de corona,, que sobresalía medio metro; la abertura era redonda, hecha en forma de zócalo, y medía setenta y cinco centímetros. También el borde de la abertura estaba adornado con figuras esculpidas. Sus paneles eran cuadrados, no redondos.
32 Las cuatro ruedas estaban debajo de los paneles, y los ejes de las ruedas estaban unidos a los soportes. La altura de cada rueda era de setenta y cinco centímetros.
33 Las ruedas estaban hechas como una rueda de carro. Sus ejes, sus llantas, sus rayos y sus cubos eran todos de metal fundido.
34 Había cuatro refuerzos en los cuatro ángulos de cada soporte, formando un mismo cuerpo con él.
35 Arriba del soporte había una pieza circular, de veinticinco centímetros de alto, formando un solo cuerpo con las manijas y paneles del soporte.
36 Sobre las planchas, las manijas y los paneles, Jiram grabó querubines, leones y palmeras, dondequiera había un espacio libre, con bajorrelieves alrededor.
37 Fue así como él hizo los diez soportes: cada uno con el mismo metal, la misma dimensión y el mismo diseño.
38 Además, hizo diez recipientes de bronce, con una capacidad de mil ochocientos litros cada uno. Cada recipiente medía dos metros, y había un recipiente sobre cada uno de los diez soportes.
39 Luego colocó los soportes, cinco al lado derecho de la Casa y cinco al lado izquierdo. En cuanto al Mar, lo colocó al lado derecho de la Casa, hacia el sudeste.
40 Jiram hizo también las ollas, las palas y los aspersorios. Así terminó todo el trabajo que debía hacer para el rey Salomón en la Casa del Señor:
41 las dos columnas, las dos esferas de los capiteles que remataban las columnas, las dos redes para cubrir las dos esferas de los capiteles que estaban encima de las columnas;
42 las cuatrocientas granadas para las dos redes, dos hileras de granadas para cada red, a fin de cubrir las dos esferas de los capiteles que estaban encima de las columnas;
43 los diez soportes y los diez recipientes sobre los soportes;
44 el Mar único y los doce toros que estaban debajo de él;
45 las ollas, las palas y los aspersorios. Todos esos objetos que hizo Jiram para el rey Salomón, en la Casa del Señor, eran de bronce bruñido.
46 Los fundió en la región del Jordán, sobre el suelo arcilloso, entre Sucot y Sartán.
47 A causa de su gran cantidad, no se pudo calcular el peso del bronce.
48 Salomón mandó hacer asimismo todos los objetos que estaban en la Casa del Señor: el altar de oro y la mesa sobre la que se ponía el pan de la ofrenda, hecha también de oro;
49 los candelabros, cinco a la derecha y cinco a la izquierda, delante del lugar santísimo, también de oro fino, con sus cálices, sus lámparas y sus pinzas de oro;
50 las navetas, los cuchillos, los aspersorios, las tazas y los incensarios de oro fino; los goznes de oro para las puertas del recinto interior -el Santo de los Santos- y para las puertas de la nave central.
51 Así fue terminado todo el trabajo que hizo el rey Salomón en la Casa del Señor. Salomón llevó todas las ofrendas que había consagrado su padre David: la plata, el oro y los demás utensilios, y los depósito en los tesoros de la Casa del Señor.

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Introducción a I Reyes


Reyes I

Los libros de Samuel presentaban la institución y el afianzamiento de la monarquía, como un proceso ascendente y lleno de promesas para Israel. Los libros de los REYES -que al principio formaban una sola obra, dividida luego en dos partes- continúan esa historia, pero trazan una parábola descendente. Aquí el relato comienza con el reinado de Salomón, que fue la etapa más brillante de todo el período monárquico, y llega hasta el momento en que el Pueblo de Dios vivió su experiencia más dramática y desconcertante: la caída de Jerusalén, el fin de la dinastía davídica y la deportación a Babilonia.
Este trágico desenlace se fue gestando gradualmente. A la muerte de Salomón, el reino de Judá se mantiene fiel a los reyes del linaje davídico y al Templo de Jerusalén. Pero las tribus del Norte, profundamente desilusionadas por el trato recibido en la época salomónica, se separan de Judá y constituyen un estado independiente, designado en adelante con el nombre de "Israel". Durante un par de siglos, los dos reinos separados logran conservar su autonomía política, debido al eclipse momentáneo de los grandes imperios del Antiguo Oriente. Pero la situación cambia radicalmente cuando Asiria comienza a desarrollar sus campañas expansionistas. En el año 721 a. C., Samaría cae en poder de los asirios, y así desaparece el reino de Israel. El reino de Judá sobrevive a la catástrofe, pero sólo por un tiempo. En el 587, las tropas de Nabucodonosor, rey de Babilonia -convertido en el nuevo árbitro de la situación, después de la derrota de Asiria- invaden Jerusalén, arrasan el Templo y se llevan cautiva a una buena parte de la población de Judá.
Los libros de los Reyes recibieron su redacción definitiva cuando todavía estaba muy vivo el recuerdo de este último acontecimiento. En la composición de la obra, se emplearon diversas fuentes, entre las que se destacan los informes provenientes de los archivos reales. Pero, en el relato de los hechos, lo que más interesa no es la historia en sí misma, sino la enseñanza que se debe extraer de ella, como medio para superar la crisis. Por eso, desde las primeras páginas comienza a vislumbrarse la pregunta que está implícita a lo largo de toda la narración: ¿Por qué el Señor ha rechazado a su Pueblo, dispersándolo entre las naciones paganas? ¿Hay un remedio para la catástrofe o el veredicto de condenación es irrevocable?
Para responder a este doloroso interrogante, el autor de estos Libros sigue paso a paso la historia de Israel en tiempos de la monarquía, y confronta la conducta de los reyes con las enseñanzas del Deuteronomio. Según la doctrina deuteronómica, el Señor eligió gratuitamente a Israel y lo comprometió a vivir en conformidad con su Ley. De esta manera, dejó abierto ante él un doble camino: el de la fidelidad, que conduce a la vida, y el de la desobediencia, que acaba en la muerte. Pero todos los reyes de Israel y casi todos los de Judá, en lugar de guiar al Pueblo del Señor por el camino de la fidelidad, lo encaminaron hacia su propia ruina, tolerando y aun fomentando el culto de Baal y de las otras divinidades cananeas. El fracaso de la monarquía, después de sus promisorios comienzos en tiempos de David, muestra que la raíz de todo mal está en apartarse del verdadero Dios.
Pero esta evocación del pasado, con su balance francamente pesimista, encierra también una lección para el presente. A pesar de las infidelidades de los reyes, el Señor nunca dejó de hacerse presente en la vida de su Pueblo a través de los Profetas. Por medio de ellos, Dios hizo oír constantemente su Palabra a fin de llamar a la conversión. Y esa Palabra seguía vigente para el "Resto" de Judá que se purificaba en el exilio. Si las derrotas nacionales habían sido la consecuencia del pecado, la conversión al Señor traería de nuevo la salvación. Las promesas divinas no podían caer en el vacío y el Reino de Dios se iba a realizar más allá de todos los fracasos terrenos.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

I Reyes 7,1-51

2. "Bosque del Líbano": este nombre se debe a la multitud de columnas de cedro, que había en dicha sala.

13. No se debe confundir a este hábil artesano con el rey del mismo nombre y del mismo lugar (5. 15; 2Sa_5:11).

21. Estas dos "columnas" no formaban parte del edificio, sino que estaban colocadas frente al pórtico del Templo, sin sostener nada encima. Su razón de ser y su significado resultan enigmáticos. El nombre "laquín" significa "él ha establecido firmemente", y el nombre "Boaz", "en él está la fuerza".

23. "El Mar": este vasto recipiente parece ser una representación simbólica del Océano cósmico.