I Crónicas 25 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 31 versitos |
1 David y los jefes del ejército separaron para el servicio del culto a los hijos de Asaf, de Hemán y de Iedutún, los cuales profetizaban, acompañándose con cítaras, arpas y címbalos. La lista de los encargados de este servicio es la siguiente:
2 De los hijos de Asaf: Zacur, José, Netanías y Asarelá, hijos de Asaf. Estos estaban bajo la dirección de Asaf, el cual profetizaba conforme a las órdenes del rey.
3 De Iedutún: los hijos de Iedutún, a saber, Guedalías, Serí, Isaías, Jasabías, Matitías y Simei: seis en total. Estos estaban bajo la dirección de su padre Iedutún, el cual profetizaba al son de la cítara para celebrar y alabar al Señor.
4 De Hemán: los hijos de Hemán, a saber, Buquías, Matanías, Uziel, Sebuel, Ierimot, Jananías, Jananí, Eliatá, Guidaltí, Romantí Ezer, Iosbecasá, Malotí, Hotir y Majaziot.
5 Todos estos eran los hijos de Hemán, el vidente del rey en los asuntos referentes a Dios. Para exaltar su poder, Dios había dado a Hemán catorce hijos y tres hijas.
6 Todos ellos estaban bajo la dirección de su padre, para cantar en la Casa del Señor al son de címbalos, arpas y cítaras al servicio de la Casa de Dios, siguiendo las indicaciones del rey, de Asaf, de Iedutún y de Hemán.
7 Eran doscientos ochenta y ocho en total, contando a sus hermanos, todos los cuales habían sido instruidos y eran expertos en el canto del Señor.
8 Se sortearon los turnos para el servicio, tanto del grande como del pequeño, del maestro como del discípulo.
9 La primera suerte recayó sobre el asafita José; la segunda sobre Guedalías, con sus hijos y hermanos: doce en total;
10 la tercera sobre Zacur, con sus hijos y hermanos: doce en total;
11 la cuarta sobre Isrí, con sus hijos y hermanos: doce en total;
12 la quinta sobre Netanías, con sus hijos y hermanos: doce en total;
13 la sexta sobre Buquías, con sus hijos y hermanos: doce en total;
14 la séptima sobre Iesarelá, con sus hijos y hermanos: doce en total;
15 la octava sobre Isaías, con sus hijos y hermanos: doce en total;
16 la novena sobre Metanías, con sus hijos y hermanos: doce en total;
17 la décima sobre Simei, con sus hijos y hermanos: doce total;
18 la undécima sobre Azarel, con sus hijos y hermanos: doce en total;
19 la undécima sobre Jasabías, con sus hijos y hermanos: doce en total;
20 la decimotercera sobre Subael, con sus hijos y hermanos: doce en total;
21 la decimocuarta sobre Matitías, con sus hijos y hermanos: doce en total;
22 la decimoquinta sobre Ieremot, con sus hijos y hermanos: doce en total;
23 la decimosexta sobre Jananías, con sus hijos y hermanos: doce en total;
24 la decimoséptima sobre Iosbecasá, con sus hijos y hermanos: doce en total;
25 la decimoctava sobre Jananí, con sus hijos y hermanos: doce en total;
26 la decimonovena sobre Malotí, con sus hijos y hermanos: doce en total;
27 la vigésima sobre Eliatá, con sus hijos y hermanos: doce en total;
28 la vigésima primera sobre Hotir, con sus hijos y hermanos: doce en total;
29 la vigésima segunda sobre Guidaltí, con sus hijos y hermanos: doce en total;
30 la vigésima tercera sobre Majaziot, con sus hijos y hermanos: doce en total;
31 la vigésima cuarta sobre Romantí Ezer, con sus hijos y hermanos: doce en total.

Patrocinio

 
 

Introducción a I Crónicas


Primer Libro de las Crónicas

Después de la caída de Jerusalén, en el 587 a. C., una buena parte de la población de Judá fue deportada a Babilonia, hasta que Ciro el Persa autorizó el regreso de los desterrados a su país de origen. Así comenzó para Israel una nueva etapa, y los repatriados tuvieron que emprender la ardua tarea de reconstruir la comunidad nacional y religiosa. Esta grave crisis constituyó un verdadero desafío para la comunidad judía. El profeta Natán había prometido a David una dinastía eterna. Pero ¿qué valor podía tener esa promesa, si ya la monarquía no era mas que un recuerdo del pasado? Otros profetas habían anunciado a Israel un futuro glorioso. ¿Cómo dar crédito a esos anuncios en las miserables condiciones presentes?
El peso de estos interrogantes exigía una reinterpretación de toda la historia de Israel. De esta necesidad surgieron los libros de las CRÓNICAS, que en realidad son una sola obra y forman una unidad con los libros de Esdras y Nehemías. Su autor fue un levita de Jerusalén, que escribió hacia el 300 a. C. Esta nueva síntesis histórica abarca desde Adán hasta el retorno a Jerusalén del "Resto" de Judá. Pero únicamente dos etapas de la historia bíblica son tratadas con cierta detención: el reinado de David y su dinastía y la restauración de la comunidad judía. Los cincuenta años del destierro son pasados por alto, y sólo unas cuantas listas genealógicas cubren los siglos que van desde los comienzos de la humanidad hasta David.
Según el Cronista, Dios confió a la dinastía davídica el trono de Jerusalén, que es "el trono de la realeza del Señor sobre Israel" ( 1Ch_28:5 ). Durante los reinados de David y Salomón, el Reino de Dios tuvo su más perfecta realización. Pero los sucesores de estos dos primeros reyes no estuvieron a la altura de la misión que el Señor les había encomendado. Sólo tres de ellos -Josafat, Ezequías y Josías- siguieron los caminos de David. Los demás, a pesar de las apremiantes advertencias de los Profetas, se apartaron de esta línea de conducta, precipitando así a Israel en la ruina. La destrucción de Jerusalén y del Templo, la desaparición de la dinastía davídica y la deportación a Babilonia fueron el justo castigo de esas infidelidades, ya que para el Cronista no hay pecado sin castigo. Pero cuando todo parecía perdido, el Señor suscitó a un rey pagano, para liberar a los deportados y asegurar la continuidad del designio divino sobre Israel.
En la composición de su obra, el autor utilizó numerosas fuentes, bíblicas y extrabíblicas. Las genealogías de 1 Crón. 1-9 se inspiran en las tradiciones del Pentateuco. A partir del cap. 10, él reproduce narraciones enteras de los libros de Samuel y de los Reyes. Pero también emplea otros documentos que no tienen paralelos en la Biblia y a los que remite explícitamente. Aunque de ordinario cita sus fuentes textualmente, muchas veces las amplía, las abrevia o modifica, hasta el punto de que algunas narraciones adquieren un nuevo sentido. Todos estos retoques redaccionales están destinados a subrayar los temas por los que siente especial predilección: el Reino davídico, la Ciudad santa de Jerusalén, y el Templo con su "clero" y su culto.
El Cronista buscó en la historia y en los escritos sagrados de su Pueblo todo lo que podía servir de enseñanza para sus contemporáneos. En él se resume el esfuerzo de una comunidad que vive replegada sobre sí misma, ansiosa por descubrir en su propio pasado las raíces de su identidad y la cohesión necesaria para afrontar las presiones de un ambiente hostil. De esta manera, los libros de las Crónicas contribuyeron a mantener viva la esperanza del Pueblo que debía preparar la venida del Mesías.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

Patrocinio

Notas