Esdras  5 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 17 versitos |
1 Entonces el profeta Ageo y el profeta Zacarías, hijo de Idó, comenzaron a profetizar a los judíos de Judea y de Jerusalén, en nombre del Dios de Israel que velaba sobre ellos.
2 Al oírlos, Zorobabel, hijo de Sealtiel, y Josué, hijo de Josadac, se decidieron a reanudar la construcción de la Casa de Dios que está en Jerusalén, acompañados por los profetas de Dios que los apoyaban.
3 En ese mismo tiempo, Tatnai, gobernador de la región de este lado del Eufrates, Setar Boznai y sus colegas fueron a verlos y les preguntaron: "¿Quién les dio la orden de edificar esta Casa y de restaurar este Santuario?".
4 Y añadieron: "¿Cómo se llaman los hombres que construyen este edificio?".
5 Pero Dios tenía puesta su mirada sobre los ancianos de los judíos, y no se los obligó a suspender los trabajos, hasta tanto se hiciera llegar un informe a Darío y se recibiera una respuesta oficial de este asunto.
6 Esta es la copia de la carta de Tatnai, gobernador de la región de este lado del Eufrates, Setar Boznai, y sus colegas, los legados de la región de este lado del Eufrates, enviaron al rey Darío.
7 Ellos le enviaron un informe en estos términos: "Al rey Darío, pez.
8 Sepa el rey que hemos ido a la provincia de Judá, a la Casa del gran Dios. Se la está reconstruyendo con bloques de piedra, y sus muros son revestidos de madera. El trabajo se hace con mucho empeño y adelanta rápidamente.
9 Hemos interrogado a los ancianos, diciéndoles: "¿Quién les dio la orden de edificar esta Casa y de restaurar este Santuario?".
10 Además, les hemos preguntado cómo se llamaban, para hacértelo saber, y hemos consignado por escrito los hombres de los que están al frente.
11 Ellos nos respondieron: "Nosotros somos los servidores del Dios del cielo y de la tierra, y estamos reconstruyendo la Casa que fue construida hace ya muchos años. Un gran rey de Israel comenzó a construirla y la concluyó.
12 Pero nuestros padres irritaron al Dios del cielo, y él los entregó en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, el caldeo, que destruyó esta Casa y deportó al pueblo a Babilonia.
13 Sin embargo, Ciro, rey de Babilonia, en el primer año de su reinado, autorizó la reconstrucción de esta Casa de Dios.
14 Además, el rey Ciro hizo retirar del templo de Babilonia los utensilios de oro y plata de la Casa de Dios, que Nabucodonosor había sacado del Templo de Jerusalén y llevado al de Babilonia. Luego esos utensilios fueron devueltos a un tal Sesbasar, al que el rey Ciro nombró comisionado.
15 El les dijo: Toma estos utensilios, ve a depositarlos en el Templo de Jerusalén, y que la Casa de Dios sea reconstruida en el mismo sitio.
16 Entonces vino Sesbasar y puso los cimientos de la Casa de Dios que está en Jerusalén; desde ese momento hasta ahora se ha continuado la construcción, pero todavía no se ha terminado".
17 Ahora, si al rey le parece conveniente, que se investigue en los archivos reales de Babilonia si es verdad que el rey Ciro dio la orden de reconstruir esta Casa de Dios en Jerusalén. Luego, que el rey nos envíe su decisión acerca de este asunto.

Patrocinio

 
 

Introducción a Esdras 


Esdras y Nehemías

En el año 539 a. C., Ciro el Grande, rey de los persas, entra triunfalmente en Babilonia. Sus victorias anteriores le habían asegurado el dominio sobre las mesetas de Irán y sobre el Asia Menor. Luego afirma su soberanía sobre el Imperio babilónico, y las fronteras de su territorio se extienden hasta Egipto. Así queda constituido el Imperio persa, el más vasto y poderoso de los conocidos hasta entonces.
Con el advenimiento de Ciro, se produce un cambio importante en las condiciones políticas del Antiguo Oriente. El nuevo monarca se distingue por su actitud más humanitaria en favor de los pueblos sometidos. No practica deportaciones masivas, respeta las leyes y costumbres locales, y propicia el retorno a sus respectivos países de las poblaciones desterradas por los reyes de Asiria y Babilonia.
Favorecidos por la política tolerante de los persas, varios grupos de judíos exiliados en Babilonia se ponen en camino para regresar a la Tierra de sus antepasados. La marcha a través del desierto es dura y peligrosa. La meta de tan larga peregrinación es un país en ruinas, que no alcanza a cubrir cuarenta kilómetros de sur a norte. A estas penurias materiales se añade la hostilidad de las poblaciones vecinas, que miran con recelo a los recién llegados y les oponen una enconada resistencia. Pero, a pesar de todos los obstáculos, la obra de la restauración nacional y religiosa se lleva adelante. En algo más de un siglo de persistentes esfuerzos, la comunidad judía de Jerusalén reconstruye su Templo, levanta los muros derruidos de la Ciudad santa y se aferra a la práctica de la Ley, como medio para no perder su identidad dentro del Imperio al que está sometida.
Los libros de ESDRAS y NEHEMÍAS son nuestra principal fuente de información acerca de este importante y difícil período de la historia bíblica. Ambos formaban originariamente una sola obra con los libros de las Crónicas y fueron compuestos en la misma época. Para elaborar esta segunda parte de su relato, el Cronista utiliza y cita textualmente diversos documentos contemporáneos de los hechos: listas de repatriados, genealogías, edictos reales, correspondencia administrativa de la corte persa y, sobre todo, "memorias" personales de Esdras y Nehemías, los dos grandes protagonistas de la restauración judía. En la disposición de materiales tan diversos, el autor no siempre se atiene a la sucesión cronológica de los hechos. Por eso estos Libros, si bien nos ofrecen una información de primera mano, presentan serias dificultades cuando se trata de reconstruir el desarrollo exacto de los acontecimientos. Así, por ejemplo, es muy verosímil que la misión de Nehemías haya precedido en varios años a la de Esdras. Sin embargo, el Cronista ha invertido el orden de los relatos, para dar prioridad a la reforma religiosa, realizada por el sacerdote Esdras, sobre la actividad del laico Nehemías, de carácter más bien político.
Pero estas dificultades no afectan al contenido religioso de los Libros. A un pueblo que ha perdido su independencia política y está propenso a caer en el desaliento, el Cronista le recuerda que el "Resto" de Judá liberado del exilio sigue siendo el depositario de la elección divina. La deportación a Babilonia mostró que las amenazas de los Profetas se habían cumplido al pie de la letra. ¿No será este el momento de escuchar la voz del Señor, de tomar en serio las exigencias morales y sociales de la Ley, que las reformas de Esdras y Nehemías han vuelto a poner en vigor? Si el pueblo se convierte al Señor y le rinde el culto debido, Dios no se dejará ganar en fidelidad y dará pleno cumplimiento a sus promesas de salvación.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

Patrocinio

Notas

Esdras  5,1-17

1. "Ageo" ejerció su actividad profética en el 520 a. C. "Zacarías" comenzó a predicar ese mismo año y continuó hasta el 518 ( Age_1:1; Zac_1:1).

11. Este "gran rey de Israel" es Salomón, el cons-tructor del primer Templo.

14. Ver 1. 7-11.

16. Ver nota 3. 6-8.