Nehemías 12 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 47 versitos |
1 Estos son los sacerdotes y levitas que subieron con Zorobabel, hijo de Sealtiel, y con Josué: Seraías, Jeremías, Esdras,
2 Amarías, Maluc, Jatús,
3 Secanías, Rejúm, Meremot,
4 Idó, Guinetón, Abías,
5 Miamín, Maadías, Bilgá,
6 Semaías, y también Ioiarib, Iedaías,
7 Salú, Amoc, Jilquías, Iedaías. Estos eran los jefes de los sacerdotes y de sus hermanos, en tiempos de Josué.
8 Los levitas eran: Josué, Binuí, Cadmiel, Serebías, Judá y Matanías, encargado de este último con sus hermanos de los himnos de alabanza.
9 Bacbuquías, Uní y sus hermanos los asistían en sus cargos.
10 Josué fue padre de Ioiaquím; Ioiaquím fue padre de Eliasib; Eliasib fue padre de Ioiadá;
11 Ioiadá fue padre de Jonatán; Jonatán fue padre de Iadúa.
12 En la época de Ioiaquím, los jefes de las familias sacerdotales era: de la familia de Seraías: Meraías; de la de Jeremías: Jananías;
13 de la de Esdras: Mesulam; de la de Amarías: Iejojanam;
14 de la de Melicú: Jonatán; de la de Sebanías: José;
15 de la de Jarím: Adná; de la de Meraiot: Jelcái;
16 de la de Idó: Zacarías;
17 de la de Adías: Zicrí; de la de Miamín...; de la de Maadías: Piltal;
18 de la de Bilgá: Samuá; de la de Semaías: Jonatán;
19 además, de la de Ioiarib: Matenái; de la de Iedaías: Uzí;
20 de la de Salái: Calái; de la de Amoc: Eber;
21 de la de Jilquías: Jasabías; de la de Iedaías: Netanel.
22 En la época de Eliasib, de Ioiadá, de Iojanán y de Iadúa, los jefes de las familias sacerdotales fueron registrados hasta el reinado de Darío, el persa.
23 Los jefes de familia de los hijos de Leví fueron registrados en el libro de las Crónicas, hasta la época de Iojanán, hijo de Eliasib.
24 Los jefes de los levitas eran Jasabías, Serebías, Josué, Binuí, Cadmiel y sus hermanos, que los asistían alternándose por grupos en la alabanza y en la acción de gracias, según la orden de David, hombre de Dios.
25 Matanías, Bacbuquías, Abdías, Mesulam, Talmón y Acub eran porteros y hacían guardia en los depósitos que estaban junto a las puertas.
26 Todos estos vivían en tiempos de Ioiaquím, hijo de Josué, hijo de Josadac, y en tiempos del gobernador Nehemías y del sacerdote escriba Esdras.
27 Cuando se dedicaron las murallas de Jerusalén, se fue a buscar a los levitas de todos los sitios donde vivían para llevarlos a Jerusalén, a fin de celebrar alegremente esa dedicación, con cantos de acción de gracias y con música de címbalos, arpas y cítaras.
28 Los cantores, hijos de Leví, se reunieron de la región cercana a Jerusalén, de los pueblos de los Netofatitas,
29 de Bet Guilgal, de los campos de Gueba y de Azmávet; porque los cantores se habían construído pueblos alrededor de Jerusalén.
30 Los sacerdotes y los levitas se purificaron, y luego purificaron al pueblo, las puertas y las murallas.
31 Yo mandé entonces a los jefes de Judá que subieran a las murallas y organicé dos grandes coros. El primero avanzaba por encima de las murallas hacia la derecha, en dirección de la puerta del Basural.
32 Detrás de este grupo iba Josaías y la mitad de los jefes de Judá.
33 como así también Azarías, Esdras, Mesulam,
34 Judá, Miamín, Semaías y Jeremías,
35 elegidos entre los sacerdotes y provistos de trompetas. Después iban Zacarías, hijo de Jonatán, hijo de Semaías, hijo de Matanías, hijo de Micá, hijo de Zacur, hijo de Asaf,
36 con sus hermanos Semaías, Azarel, Milalai, Guilalai, Maai, Netanel, Judá y Jananí, provistos de los instrumentos musicales de David, hombre de Dios. Y el escriba Esdras iba al frente de todos ellos.
37 A la altura de la puerta de la Fuente, subieron derecho por las gradas de la Ciudad de David, por la cuesta de la muralla, encima de la casa de David, hasta la puerta del Agua, hacia el este.
38 El segundo coro avanzaba hacia la izquierda; yo iba detrás con la otra mitad de los jefes del pueblo, por encima de la muralla, pasando por la torre de los Hornos y hasta el muro Ancho,
39 y después por encima de la puerta de Efraím, la puerta de la Vieja, la puerta de los Pescados, la torre de Jananel y la torre de los Cien, hasta la puerta de las Ovejas, y nos detuvimos en la puerta de la Inspección.
40 Los dos coros se ubicaron en la Casa de Dios. Junto a mí estaban la mitad de los magistrados
41 y los sacerdotes Eliaquím, Maaseías, Miniamín, Miqueas, Elioenai, Zacarías y Jananías, provistos de trompetas
42 y Maaseías, Semaías, Eleazar, Uzí, Iehojanán, Malaquías, Elam y Ezer. Los cantores entonaron su canto bajo la dirección de Izrajías.
43 Aquel día, se ofrecieron grandes sacrificios y hubo mucha alegría, porque Dios les había dado un gran motivo de gozo. También las mujeres y los niños compartían la alegría, y el regocijo de Jerusalén se oía desde lejos.
44 En aquel tiempo, se nombró a los encargados de los depósitos destinados a almacenar las contribuciones, las primicias y los diezmos, a fin de guardar las porciones asignadas por la Ley a los sacerdotes y levitas, las cuales provenían de los campos cercanos a las ciudades. Porque la gente de Judá estaba contenta con los sacerdotes y levitas que ejercían sus funciones.
45 Ellos, en efecto, aseguraban el culto de su Dios y los ritos de purificación -lo mismo que los cantores y porteros- conforme a las órdenes de David y de su hijo Salomón.
46 Porque desde tiempos antiguos, en los días de David, Asaf había sido el jefe de los cantores y se entonaban cantos de alabanza y de acción de gracias a Dios.
47 Todo Israel, en tiempos de Zorobabel y de Nehemías, daba día tras día las porciones asignadas a los cantores y porteros. También se daba a los levitas las ofrendas santas, y estos entregaban su parte a los hijos de Aarón.

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Introducción a Nehemías


Esdras y Nehemías

En el año 539 a. C., Ciro el Grande, rey de los persas, entra triunfalmente en Babilonia. Sus victorias anteriores le habían asegurado el dominio sobre las mesetas de Irán y sobre el Asia Menor. Luego afirma su soberanía sobre el Imperio babilónico, y las fronteras de su territorio se extienden hasta Egipto. Así queda constituido el Imperio persa, el más vasto y poderoso de los conocidos hasta entonces.
Con el advenimiento de Ciro, se produce un cambio importante en las condiciones políticas del Antiguo Oriente. El nuevo monarca se distingue por su actitud más humanitaria en favor de los pueblos sometidos. No practica deportaciones masivas, respeta las leyes y costumbres locales, y propicia el retorno a sus respectivos países de las poblaciones desterradas por los reyes de Asiria y Babilonia.
Favorecidos por la política tolerante de los persas, varios grupos de judíos exiliados en Babilonia se ponen en camino para regresar a la Tierra de sus antepasados. La marcha a través del desierto es dura y peligrosa. La meta de tan larga peregrinación es un país en ruinas, que no alcanza a cubrir cuarenta kilómetros de sur a norte. A estas penurias materiales se añade la hostilidad de las poblaciones vecinas, que miran con recelo a los recién llegados y les oponen una enconada resistencia. Pero, a pesar de todos los obstáculos, la obra de la restauración nacional y religiosa se lleva adelante. En algo más de un siglo de persistentes esfuerzos, la comunidad judía de Jerusalén reconstruye su Templo, levanta los muros derruidos de la Ciudad santa y se aferra a la práctica de la Ley, como medio para no perder su identidad dentro del Imperio al que está sometida.
Los libros de ESDRAS y NEHEMÍAS son nuestra principal fuente de información acerca de este importante y difícil período de la historia bíblica. Ambos formaban originariamente una sola obra con los libros de las Crónicas y fueron compuestos en la misma época. Para elaborar esta segunda parte de su relato, el Cronista utiliza y cita textualmente diversos documentos contemporáneos de los hechos: listas de repatriados, genealogías, edictos reales, correspondencia administrativa de la corte persa y, sobre todo, "memorias" personales de Esdras y Nehemías, los dos grandes protagonistas de la restauración judía. En la disposición de materiales tan diversos, el autor no siempre se atiene a la sucesión cronológica de los hechos. Por eso estos Libros, si bien nos ofrecen una información de primera mano, presentan serias dificultades cuando se trata de reconstruir el desarrollo exacto de los acontecimientos. Así, por ejemplo, es muy verosímil que la misión de Nehemías haya precedido en varios años a la de Esdras. Sin embargo, el Cronista ha invertido el orden de los relatos, para dar prioridad a la reforma religiosa, realizada por el sacerdote Esdras, sobre la actividad del laico Nehemías, de carácter más bien político.
Pero estas dificultades no afectan al contenido religioso de los Libros. A un pueblo que ha perdido su independencia política y está propenso a caer en el desaliento, el Cronista le recuerda que el "Resto" de Judá liberado del exilio sigue siendo el depositario de la elección divina. La deportación a Babilonia mostró que las amenazas de los Profetas se habían cumplido al pie de la letra. ¿No será este el momento de escuchar la voz del Señor, de tomar en serio las exigencias morales y sociales de la Ley, que las reformas de Esdras y Nehemías han vuelto a poner en vigor? Si el pueblo se convierte al Señor y le rinde el culto debido, Dios no se dejará ganar en fidelidad y dará pleno cumplimiento a sus promesas de salvación.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas