Nehemías 3 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 38 versitos |
1 Entonces se levantó Eliasib, el Sumo Sacerdote, con sus hermanos, los sacerdotes, y reconstruyeron la puerta de las Ovejas: la consagraron, y colocaron sus hojas; luego continuaron hasta la torre de los Cien y hasta la torre de Jananel, y consagraron la muralla.
2 Junto a ellos trabajaron los hombres de Jericó, y a continuación Sacur, hijo de Imrí.
3 Los hijos de Jasená construyeron la puerta de los pescados: hicieron el armazón y colocaron las hojas, los cerrojos y las barras.
4 Junto a ellos trabajó Meremot, hijo de Urías, hijo de Hacós; luego Mesulam, hijo de Berequías, y a continuación Sadoc, hijo de Baaná.
5 Junto a ellos trabajaron los habitantes de Técoa, pero sus notables se negaron a colaborar con las autoridades.
6 La puerta de la Vieja la restauraron Ioiadá, hijo de Paséaj, y Mesulam, hijos de Besodías: hicieron el armazón y colocaron las hojas, los cerrojos y las barras.
7 Junto a ellos trabajaron Melatías de Gabaón y Iadón de Meronot, como así también los hombres de Gabaón y de Mispá, por cuenta del gobernador de la provincia que está a este lado del Eufrates.
8 Junto a él trabajó Uziel, hijo de Harhaiá, del gremio de los orfebres, y a continuación Jananías, del gremio de los perfumistas: ambos dejaron terminada la muralla de Jerusalén hasta el muro Ancho.
9 Junto a ellos trabajó Refaías, hijo de Jur, jefe de una mitad del distrito de Jerusalén.
10 Junto a él trabajó Iedaías, hijo de Jarumaf, al frente de su casa, y a continuación Jatús, hijo de Hasabnías.
11 En un segundo sector trabajaron Malquías, hijo de Harím, y Jasub, hijo de Pájat Moab, hasta la torre de los Hornos.
12 Junto a él trabajó Salúm, hijo de Halojés, jefe de una mitad del distrito de Jerusalén, y también sus hijos.
13 La puerta del Valle la restauraron Janún y los habitantes de Zanóaj: la reconstruyeron, colocaron las hojas, los cerrojos y las barras, y levantaron quinientos metros de muralla, hasta la puerta del Basural.
14 La puerta del Basural la restauró Malquías, hijo de Recab, jefe del distrito de Bet Ha Quérem: él la reconstruyó y colocó las hojas, los cerrojos y las barras.
15 La puerta de la Fuente la restauró Salúm, hijo de Col Jozé, jefe del distrito de Mispá: él la reconstruyó, la recubrió y colocó las hojas, los cerrojos y las barras; también rehizo el muro del estanque del canal, junto al jardín del rey, hasta las escaleras que bajan de la Ciudad de David.
16 Después de él trabajó Nehemías, hijo de Azbuc, jefe de la mitad del distrito de Betsur; él reparó hasta el lugar que está enfrente de las tumbas de David, hasta el estanque artificial y hasta la Casa de los Valientes.
17 Después de él trabajaron los levitas, entre ellos Rejúm, hijo de Baní; junto a él, Jasabías, jefe de la mitad del distrito de Queilá, trabajó en su propio distrito.
18 Después de él trabajaron sus hermanos: Binuí, hijo de Jenadad, jefe de la mitad del distrito de Queilá.
19 Junto a él, Ezer, hijo de Josué, jefe de Mispá, reparó otro sector, frente a la subida del Arsenal, en dirección del Ángulo.
20 Después de él trabajó Baruc, hijo de Zabat: él reparó otro sector, desde el Ángulo hasta la puerta de la casa de Eliasib, el Sumo Sacerdote.
21 Después de él trabajó Meremot, hijo de Urías, hijo de Hacós: él reparó otro sector, desde la puerta de la casa de Eliasib hasta el extremo de la misma.
22 Después de él trabajaron los sacerdotes venidos de los alrededores.
23 A continuación trabajaron Benjamín y Jasub, frente a sus propias casas. Después de ellos trabajó Azarías, hijo de Maasías, hijo de Ananías, al costado de la suya.
24 Después de él trabajó Binuí, hijo de Jenadad: él reparó otro sector, desde la casa de Azarías hasta el Ángulo y la Esquina.
25 En cuanto a Palai, hijo de Uzai, lo hizo frente al Ángulo y a la torre superior, que sobresale de la casa del rey, junto al patio de la Prisión. Después de él trabajó Pedaías, hijo de Parós,
26 b hasta enfrente de la puerta de las Aguas, hacia el este, y hasta enfrente de la torre que sobresale.
27 Después de él trabajaron los hombres de Técoa, en otro sector, desde enfrente de la torre que sobresale hasta el muro de Ofel. [26 a] Los empleados del Templo habitaban en Ofel.
28 Junto a la puerta de los Caballos trabajaron los sacerdotes, cada uno enfrente de su casa.
29 Después de ellos trabajó Sadoc, hijo de Imer, enfrente de su casa, y a continuación Semaías, hijo de Secanías, guardián de la puerta Oriental.
30 Después de él trabajó Jananías, hijo de Selemías, y Janún, el sexto hijo de Salaf, en otro sector. A continuación trabajó Mesulam, hijo de Berequías, frente a su vivienda.
31 Después de él trabajó Malquías, del gremio de los orfebres, hasta la casa de los empleados del Templo y de los comerciantes, frente a la puerta de la Inspección y hasta la habitación alta del Ángulo.
32 Y entre la habitación alta del Ángulo y la puerta de las Ovejas, trabajaron los orfebres y los comerciantes.
33 Cuando Sambalat se enteró de que nosotros estábamos restaurando las murallas, se enfureció y manifestó una gran irritación. Se burló de los judíos,
34 y dijo delante de sus hermanos y de las tropas de Samaría: "¿Qué pretenden hacer esos judíos incapaces? ¿Piensan acaso reconstruir, ofrecer sacrificios, terminar en un día? ¿Harán revivir esas piedras extraídas de un montón de escombros y todas calcinadas?".
35 Y Tobías, el amonita, que estaba a su lado, añadió: "¡Déjalos que construyan! ¡Bastará que suba un zorro para hacer que se desmoronen sus murallas de piedra!"
36 ¡Escucha, Dios nuestro, cómo somos despreciados! Que sus ultrajes recaigan sobre sus cabezas, y entrégalos al desprecio en una tierra de cautiverio.
37 No encubras su iniquidad y que su pecado no se borre de tu presencia, porque han agraviado a los constructores.
38 A pesar de todo, trabajamos en la reconstrucción de la muralla, que fue enteramente restaurada hasta media altura. El pueblo, en efecto, se había tomado la obra muy a pecho.

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Introducción a Nehemías


Esdras y Nehemías

En el año 539 a. C., Ciro el Grande, rey de los persas, entra triunfalmente en Babilonia. Sus victorias anteriores le habían asegurado el dominio sobre las mesetas de Irán y sobre el Asia Menor. Luego afirma su soberanía sobre el Imperio babilónico, y las fronteras de su territorio se extienden hasta Egipto. Así queda constituido el Imperio persa, el más vasto y poderoso de los conocidos hasta entonces.
Con el advenimiento de Ciro, se produce un cambio importante en las condiciones políticas del Antiguo Oriente. El nuevo monarca se distingue por su actitud más humanitaria en favor de los pueblos sometidos. No practica deportaciones masivas, respeta las leyes y costumbres locales, y propicia el retorno a sus respectivos países de las poblaciones desterradas por los reyes de Asiria y Babilonia.
Favorecidos por la política tolerante de los persas, varios grupos de judíos exiliados en Babilonia se ponen en camino para regresar a la Tierra de sus antepasados. La marcha a través del desierto es dura y peligrosa. La meta de tan larga peregrinación es un país en ruinas, que no alcanza a cubrir cuarenta kilómetros de sur a norte. A estas penurias materiales se añade la hostilidad de las poblaciones vecinas, que miran con recelo a los recién llegados y les oponen una enconada resistencia. Pero, a pesar de todos los obstáculos, la obra de la restauración nacional y religiosa se lleva adelante. En algo más de un siglo de persistentes esfuerzos, la comunidad judía de Jerusalén reconstruye su Templo, levanta los muros derruidos de la Ciudad santa y se aferra a la práctica de la Ley, como medio para no perder su identidad dentro del Imperio al que está sometida.
Los libros de ESDRAS y NEHEMÍAS son nuestra principal fuente de información acerca de este importante y difícil período de la historia bíblica. Ambos formaban originariamente una sola obra con los libros de las Crónicas y fueron compuestos en la misma época. Para elaborar esta segunda parte de su relato, el Cronista utiliza y cita textualmente diversos documentos contemporáneos de los hechos: listas de repatriados, genealogías, edictos reales, correspondencia administrativa de la corte persa y, sobre todo, "memorias" personales de Esdras y Nehemías, los dos grandes protagonistas de la restauración judía. En la disposición de materiales tan diversos, el autor no siempre se atiene a la sucesión cronológica de los hechos. Por eso estos Libros, si bien nos ofrecen una información de primera mano, presentan serias dificultades cuando se trata de reconstruir el desarrollo exacto de los acontecimientos. Así, por ejemplo, es muy verosímil que la misión de Nehemías haya precedido en varios años a la de Esdras. Sin embargo, el Cronista ha invertido el orden de los relatos, para dar prioridad a la reforma religiosa, realizada por el sacerdote Esdras, sobre la actividad del laico Nehemías, de carácter más bien político.
Pero estas dificultades no afectan al contenido religioso de los Libros. A un pueblo que ha perdido su independencia política y está propenso a caer en el desaliento, el Cronista le recuerda que el "Resto" de Judá liberado del exilio sigue siendo el depositario de la elección divina. La deportación a Babilonia mostró que las amenazas de los Profetas se habían cumplido al pie de la letra. ¿No será este el momento de escuchar la voz del Señor, de tomar en serio las exigencias morales y sociales de la Ley, que las reformas de Esdras y Nehemías han vuelto a poner en vigor? Si el pueblo se convierte al Señor y le rinde el culto debido, Dios no se dejará ganar en fidelidad y dará pleno cumplimiento a sus promesas de salvación.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas