Nehemías 4 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 17 versitos |
1 Cuando Sambalat, Tobías, los árabes, los amonitas y los asdoditas se enteraron de que progresaba la reparación de las murallas de Jerusalén -porque comenzaban a cerrarse las brechas- se enfurecieron,
2 y se coaligaron para atacar a Jerusalén y provocar disturbios.
3 Entonces invocamos a nuestro Dios y montamos guardia de día y de noche para protegernos de ellos.
4 El pueblo de Judá decía: "Flaquea la mano de obra y hay demasiados escombros; así nosotros no podremos reconstruir la muralla"
5 Nuestros adversarios decían: "No sabrán ni verán nada, hasta que irrumpamos en medio de ellos. Entonces los mataremos y pondremos fin a la obra".
6 Y cuando llegaban los judíos que vivían cerca de ellos, nos repetían insistentemente: "Van a atacarlos desde todos los lugares donde habitan".
7 Yo aposté entonces a mi gente en las partes bajas, por detrás de las murallas, en los puntos desguarnecidos, disponiendo al pueblo por familias, con sus espadas, sus lanzas y sus arcos.
8 Y al ver que tenían miedo, me levanté y dije a los notables, a los magistrados y al resto del pueblo: "¡No les tengan miedo! Acuérdense del Señor grande y temible, y combatan por sus hermanos, sus hijos, sus hijas, sus mujeres y sus casas".
9 Cuando nuestros enemigos advirtieron que estábamos alerta y que Dios había desbaratado sus planes, volvimos todos a las murallas, cada uno a su trabajo.
10 Pero, a partir de ese día, sólo la mitad de mi gente hacía el trabajo, mientras la otra mitad tenía en la mano las lanzas, los escudos, los arcos y las corazas, y los jefes estaban detrás de toda la casa de Judá.
11 Los que reconstruían las murallas y los que transportaban las cargas iban armados: con una mano hacían el trabajo y con la otra empuñaban el arma;
12 y los que construían tenían cada uno la espada ceñida a la cintura mientras trabajaban. Además, había junto a mí un hombre encargado de hacer sonar el cuerpo.
13 Yo dije a los notables, a los magistrados y al resto del pueblo: "La obra es considerable y extensa, y nosotros estamos esparcidos sobre la muralla, lejos unos de otros.
14 Allí donde oigan el sonido del cuerno, corran a reunirse con nosotros: nuestro Dios combatirá a favor nuestro".
15 Así hacíamos el trabajo -mientras una mitad empuñaba las lanzas- desde que despuntaba el alba hasta que aparecían las estrellas.
16 En aquella oportunidad, dije también al pueblo: "Que cada uno, con su servidor, pase la noche en Jerusalén; de noche, para montar guardia, y de día, para trabajar".
17 Pero ni yo, ni mis hermanos, ni mi gente, ni los guardias que me seguían, nos quitábamos la ropa, y cada uno llevaba el arma en su mano derecha.

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Introducción a Nehemías


Esdras y Nehemías

En el año 539 a. C., Ciro el Grande, rey de los persas, entra triunfalmente en Babilonia. Sus victorias anteriores le habían asegurado el dominio sobre las mesetas de Irán y sobre el Asia Menor. Luego afirma su soberanía sobre el Imperio babilónico, y las fronteras de su territorio se extienden hasta Egipto. Así queda constituido el Imperio persa, el más vasto y poderoso de los conocidos hasta entonces.
Con el advenimiento de Ciro, se produce un cambio importante en las condiciones políticas del Antiguo Oriente. El nuevo monarca se distingue por su actitud más humanitaria en favor de los pueblos sometidos. No practica deportaciones masivas, respeta las leyes y costumbres locales, y propicia el retorno a sus respectivos países de las poblaciones desterradas por los reyes de Asiria y Babilonia.
Favorecidos por la política tolerante de los persas, varios grupos de judíos exiliados en Babilonia se ponen en camino para regresar a la Tierra de sus antepasados. La marcha a través del desierto es dura y peligrosa. La meta de tan larga peregrinación es un país en ruinas, que no alcanza a cubrir cuarenta kilómetros de sur a norte. A estas penurias materiales se añade la hostilidad de las poblaciones vecinas, que miran con recelo a los recién llegados y les oponen una enconada resistencia. Pero, a pesar de todos los obstáculos, la obra de la restauración nacional y religiosa se lleva adelante. En algo más de un siglo de persistentes esfuerzos, la comunidad judía de Jerusalén reconstruye su Templo, levanta los muros derruidos de la Ciudad santa y se aferra a la práctica de la Ley, como medio para no perder su identidad dentro del Imperio al que está sometida.
Los libros de ESDRAS y NEHEMÍAS son nuestra principal fuente de información acerca de este importante y difícil período de la historia bíblica. Ambos formaban originariamente una sola obra con los libros de las Crónicas y fueron compuestos en la misma época. Para elaborar esta segunda parte de su relato, el Cronista utiliza y cita textualmente diversos documentos contemporáneos de los hechos: listas de repatriados, genealogías, edictos reales, correspondencia administrativa de la corte persa y, sobre todo, "memorias" personales de Esdras y Nehemías, los dos grandes protagonistas de la restauración judía. En la disposición de materiales tan diversos, el autor no siempre se atiene a la sucesión cronológica de los hechos. Por eso estos Libros, si bien nos ofrecen una información de primera mano, presentan serias dificultades cuando se trata de reconstruir el desarrollo exacto de los acontecimientos. Así, por ejemplo, es muy verosímil que la misión de Nehemías haya precedido en varios años a la de Esdras. Sin embargo, el Cronista ha invertido el orden de los relatos, para dar prioridad a la reforma religiosa, realizada por el sacerdote Esdras, sobre la actividad del laico Nehemías, de carácter más bien político.
Pero estas dificultades no afectan al contenido religioso de los Libros. A un pueblo que ha perdido su independencia política y está propenso a caer en el desaliento, el Cronista le recuerda que el "Resto" de Judá liberado del exilio sigue siendo el depositario de la elección divina. La deportación a Babilonia mostró que las amenazas de los Profetas se habían cumplido al pie de la letra. ¿No será este el momento de escuchar la voz del Señor, de tomar en serio las exigencias morales y sociales de la Ley, que las reformas de Esdras y Nehemías han vuelto a poner en vigor? Si el pueblo se convierte al Señor y le rinde el culto debido, Dios no se dejará ganar en fidelidad y dará pleno cumplimiento a sus promesas de salvación.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Nehemías 4,1-23

4. Este fragmento poétíco, expresado en forma de lamentación, reproduce probablemente un canto entonado por los trabajadores durante la reconstrucción de las murallas. La costumbre de acompañar los trabajos con monótonos estribillos perdura todavía entre los pueblos del Próximo Oriente.