Salmos 78 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 72 versitos |
1 Poema de Asaf. Pueblo mío, escucha mi enseñanza, presta atención a las palabras de mi boca:
2 yo voy a recitar un poema, a revelar enigmas del pasado.
3 Lo que hemos oído y aprendido, lo que nos contaron nuestros padres,
4 no queremos ocultarlo a nuestros hijos, lo narraremos a la próxima generación: son las glorias del Señor y su poder, las maravillas que él realizó.
5 El dio una norma a Jacob, estableció una ley en Israel, y ordenó a nuestros padres enseñar estas cosas a sus hijos.
6 Así las aprenderán las generaciones futuras y los hijos que nacerán después; y podrán contarlas a sus propios hijos,
7 para que pongan su confianza en Dios, para que no se olviden de sus proezas y observen sus mandamientos.
8 Así no serán como sus padres, una raza obstinada y rebelde, una raza de corazón inconstante y de espíritu infiel a Dios:
9 como los arqueros de la tribu de Efraím, que retrocedieron en el momento del combate.
10 Ellos no mantuvieron su alianza con Dios, se negaron a seguir su Ley;
11 olvidaron sus proezas y las maravillas que les hizo ver,
12 cuando hizo prodigios a la vista de sus padres, en la tierra de Egipto, en los campos de Tanis:
13 abrió el Mar para darles paso y contuvo las aguas como un dique;
14 de día los guiaba con la nube y de noche, con el resplandor del fuego.
15 Partió las rocas en el desierto y les dio de beber a raudales:
16 sacó manantiales del peñasco, hizo correr las aguas como ríos.
17 Pero volvieron a pecar contra él y a rebelarse contra el Altísimo en el desierto:
18 tentaron a Dios en sus corazones, pidiendo comida a su antojo.
19 Hablaron contra Dios, diciendo: "¿Acaso tiene Dios poder suficiente para preparar una mesa en el desierto?
20 Es verdad que cuando golpeó la roca, brotó el agua y desbordaron los torrentes; pero ¿podrá también darnos pan y abastecer de carne a su pueblo?".
21 El Señor, al oírlos, se indignó, y un fuego se encendió contra Jacob; su enojo se alzó contra Israel,
22 porque no creyeron en Dios ni confiaron en su auxilio.
23 Entonces mandó a las nubes en lo alto y abrió las compuertas del cielo:
24 hizo llover sobre ellos el maná, les dio como alimento un trigo celestial;
25 todos comieron en pan de ángeles, les dio comida hasta saciarlos.
26 Hizo soplar desde el cielo el viento del este, atrajo con su poder el viento del sur;
27 hizo llover sobre ellos carne como polvo y pájaros como arena del mar:
28 los dejó caer en medio del campamento, alrededor de sus carpas.
29 Ellos comieron y se hartaron, pues les dio lo que habían pedido;
30 pero apenas saciaron su avidez, cuando aún estaban con la boca llena,
31 la ira de Dios se desató contra ellos: hizo estragos entre los más fuertes y abatió a lo mejor de Israel.
32 A pesar de todo, volvieron a pecar y no creyeron en sus maravillas;
33 por eso él acabó sus días como un soplo, y sus años en un solo instante.
34 Cuando los hacía morir, lo buscaban y se volvían a él ansiosamente;
35 recordaban que Dios era su Roca, y el Altísimo, su libertador.
36 Pero lo elogiaban de labios para afuera y mentían con sus lenguas;
37 su corazón no era sincero con él y no eran fieles a su alianza.
38 Pero él, que es compasivo, los perdonaba en lugar de exterminarlos; una y otra vez reprimió su enojo y no dio rienda suelta a su furor:
39 sabía que eran simples mortales, un soplo que pasa y ya no vuelve.
40 ¡Cuántas veces lo irritaron en el desierto y lo afligieron en medio de la soledad!
41 Volvían a tentar a Dios y a exasperar al Santo de Israel,
42 sin acordarse de lo que hizo su mano, cuando los rescató de la opresión.
43 Porque él hizo portentos en Egipto y prodigios en los campos de Tanis;
44 convirtió en sangre sus canales, y también sus ríos, para que no bebieran;
45 les mandó tábanos voraces y ranas que hacían estragos.
46 Entregó sus cosechas al pulgón y el fruto de sus trabajos a las langostas;
47 destruyó sus viñedos con el granizo y sus higueras con la helada;
48 desató la peste contra el ganado y la fiebre contra los rebaños.
49 Lanzó contra ellos el ardor de su enojo, su ira, su furor y su indignación -un tropel de mensajeros de desgracias-
50 dando así libre curso a su furor; no los quiso librar de la muerte, hizo que la peste acabara con sus vidas.
51 Hirió a los primogénitos de Egipto, a los hijos mayores de la tierra de Cam;
52 sacó a su pueblo como a un rebaño, y los guió como a ovejas por el desierto:
53 los condujo seguros y sin temor, mientras el Mar cubría a sus adversarios.
54 Los llevó hasta su Tierra santa, hasta la Montaña que adquirió con su mano;
55 delante de ellos expulsó a las naciones, les asignó por sorteo una herencia e instaló en sus carpas a las tribus de Israel.
56 Pero ellos tentaron e irritaron a Dios, no observaron los preceptos del Altísimo;
57 desertaron y fueron traidores como sus padres, se desviaron como un arco fallido.
58 Lo afligieron con sus lugares de culto, le provocaron celos con sus ídolos:
59 Dios lo advirtió y se llenó de indignación, y rechazó duramente a Israel.
60 Abandonó la Morada de Silo, la Carpa donde habitaba entre los hombres;
61 entregó su Fortaleza al cautiverio, su Arca gloriosa en manos del enemigo
62 Entregó su pueblo a la espada, se enfureció contra su herencia;
63 el fuego devoró a sus jóvenes, y no hubo canto nupcial para sus vírgenes;
64 sus sacerdotes cayeron bajo la espada, y sus viudas no pudieron celebrar el duelo.
65 Pero el Señor se levantó como de un sueño, como un guerrero adormecido por el vino:
66 él hirió al enemigo con la espada, le infligió una derrota completa.
67 Rechazó a los campamentos de José y no eligió a la tribu de Efraím:
68 eligió a la tribu de Judá, a la montaña de Sión, su predilecta.
69 Construyó su Santuario como el cielo en lo alto, como la tierra, que cimentó para siempre;
70 y eligió a David, su servidor, sacándolo de entre los rebaños de ovejas.
71 Cuando iba detrás de las ovejas, lo llamó para que fuera pastor de Jacob, su pueblo, y de Israel, su herencia;
72 él los apacentó con integridad de corazón y los guió con la destreza de su mano.

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Introducción a Salmos


LOS DEMÁS ESCRITOS

Vengan, hijos, escuchen:
voy a enseñarles el temor del Señor.

¿Quién es el hombre que ama la vida
y desea gozar de días felices?
Guarda tu lengua del mal,
y tus labios de palabras mentirosas.
Apártate del mal y practica el bien,
busca la paz y sigue tras ella.

Psa_34:12-15


Nosotros encontramos el consuelo
en los Libros santos
que están en nuestras manos.
1Ma_12:9


Todo escriba convertido en discípulo
del Reino de los Cielos
se parece a un dueño de casa
que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo.
Mat_13:52


LOS DEMÁS ESCRITOS

Después de la LEY y los PROFETAS, la Biblia hebrea presenta una tercera colección de Libros, que no forman un conjunto homogéneo. Por eso no han recibido un título característico, sino que se los llamó simplemente LOS DEMÁS ESCRITOS. Entre ellos ocupa un lugar de preeminencia el libro de los Salmos. De allí que el Nuevo Testamento, siguiendo una costumbre judía, designe a estas tres partes de la Biblia como "la Ley de Moisés, los Profetas y los Salmos" ( Luk_24:44 ).
Además de estos "Escritos", hay otros Libros que los judíos de Palestina no incluyeron en el canon de las Escrituras, pero que fueron admitidos por los judíos residentes en Alejandría de Egipto. Estos Libros, redactados originariamente en griego o traducidos a esa lengua, fueron incorporados a la versión llamada de los "Setenta", que era la Biblia usada por las comunidades judías dispersas en el mundo grecorromano y por los cristianos de habla griega. Como en los primeros siglos del Cristianismo se suscitaron ciertas dudas sobre el carácter inspirado de estos Libros, se los llamó "deuterocanónicos", es decir, incluidos en el canon de los Libros Sagrados en un "segundo" momento. Actualmente, los cristianos que siguen la reforma protestante, lo mismo que el Judaísmo, sólo admiten el canon fijado por los rabinos de Palestina hacia el año 90 d. C. La Iglesia Católica, en cambio, también reconoce como inspirados los Libros "deuterocanónicos".
El grupo más representativo de estos Escritos es el de los Libros llamados "sapienciales", a saber, Job, Proverbios, Eclesiastés, Eclesiástico y Sabiduría, aunque el género sapiencial también se encuentra en varios Salmos y en otros Libros de carácter didáctico, como los de Tobías y Baruc. Este género se remonta a los orígenes de Israel, pero se desarrolló especialmente después del exilio, cuando se extinguió el profetismo y los "maestros de sabiduría" se convirtieron en los guías espirituales del Pueblo judío.


Los escritos sapienciales

La literatura sapiencial no es exclusiva de Israel, sino que constituye un fenómeno ampliamente difundido en todo el Antiguo Oriente. La misma Biblia menciona a "los sabios de las naciones" ( Jer_10:7 ) y alude en particular a la sabiduría de Asiria ( Isa_10:13 ), de Babilonia ( Isa_47:10 ; Jer_50:35 ) y de Fenicia ( Eze_28:3-5 ). Especialmente célebres eran los sabios de Arabia y de Edóm, y Job lo mismo que sus tres amigos son presentados como habitantes de aquellas regiones ( Job_1:1 ; Job_2:11 ). No menos renombrada era la sabiduría de Egipto, de donde procede un conjunto notable de escritos sapienciales, cuyos orígenes se remontan al 2800 a. C.
El rasgo más característico de la "sabiduría" oriental es su carácter eminentemente práctico. El sabio observa y escucha, está atento a la compleja trama de la vida y a las reacciones de los hombres. Él sabe que en la infinita variedad de los acontecimientos es posible descubrir un "orden" que es preciso conocer para actuar con éxito en la vida. La sabiduría es el arte de gobernarse a sí mismo, la capacidad de distinguir lo útil y ventajoso de lo nocivo y perjudicial. Las fuentes de ese conocimiento práctico son la inteligencia, la experiencia y la reflexión.
De este fondo cultural común a muchos pueblos del Antiguo Oriente se benefició también Israel. El movimiento sapiencial tomó un gran impulso en tiempos de Salomón, cuando el afianzamiento de la institución monárquica exigía la adecuada formación de las clases dirigentes del reino y la organización del personal administrativo. De allí que la tradición bíblica considere a aquel célebre rey como el prototipo del "sabio" ( 1Ki_5:10 ) y le atribuya prácticamente todos los escritos sapienciales del Antiguo Testamento.
Pero Israel no recibió pasivamente aquella herencia cultural, sino que le imprimió su sello propio. La sabiduría que brota de la experiencia se convirtió gradualmente en una sabiduría religiosa, fundada en el "temor del Señor" y orientada hacia él. Así, el "humanismo" de la sabiduría oriental adquirió un contenido nuevo, que se acentúa sobre todo en los escritos más recientes, como son el prólogo al libro de los Proverbios, el Eclesiástico y la Sabiduría. Al destacar el origen divino de la Sabiduría, los "sabios" de Israel descubrieron nuevos horizontes, que los llevaron a poner de relieve la misteriosa trascendencia de esa Sabiduría y la incapacidad del hombre para penetrar en ella (Jb. 28).
Más aún, varios poemas contenidos en estos Libros "personifican" a la Sabiduría divina, presentándola como alguien que toma la palabra para exponer sus prerrogativas y su inagotable riqueza ( Pro_8:22-31 ). Ella se identifica a sí misma con la Palabra creadora de Dios (Ecli. 24. 3) y con la Ley revelada a Israel (Ecli. 24. 23; Bar. 3. 9 - 4. 4). Esta personificación poética de la Sabiduría preparaba la revelación del misterio de Cristo, Palabra de Dios hecha carne ( Joh_1:14 ) y Sabiduría de Dios manifestada plenamente a los hombres ( 1Co_1:24 ).


SALMOS


La formación del Salterio

La palabra "Salmo" proviene de un verbo griego que significa "tocar un instrumento de cuerdas", y se utilizó originariamente para designar los cantos acompañados por ese instrumento. Este último se llamaba "Salterio", pero más tarde el nombre perdió su significación original y comenzó a ser empleado como sinónimo de LIBRO DE LOS SALMOS.
El Antiguo Testamento contiene numerosos textos poéticos con características similares a las de los Salmos. El célebre Canto de Moisés ( Exo_15:1-18 ), el himno de victoria entonado por Débora y Barac (Jc. 5), la elegía de David por la muerte de Saúl y Jonatán ( 2Sa_1:17-27 ) y la lamentación de Jonás ( Jon_2:3-10 ), son algunos de los muchos ejemplos que se podrían citar. Pero el tesoro de la lírica cultual y religiosa de Israel se encuentra fundamentalmente en el Salterio.
Una tradición judía -que luego tuvo amplia difusión en la Iglesia- atribuye a David la mayor parte de los Salmos. Esta atribución se funda en el testimonio de los Libros históricos del Antiguo Testamento, que aluden repetidamente al genio musical y poético de David ( 1Sa_16:16-19 , 1Sa_16:23 ; 2Sa_1:17-27 ; 2Sa_23:1 ). Sin embargo, las múltiples situaciones individuales y nacionales reflejadas en los Salmos, su variedad de estilos y géneros literarios, como asimismo su íntima vinculación con la vida litúrgica de Israel, impiden afirmar que el Salterio sea la obra de un solo autor o el producto de una sola época. Por otra parte, dicha tradición comenzó a formarse mucho después del exilio babilónico, es decir, en un momento en que era frecuente entre los judíos poner bajo el nombre de una gran personalidad todos los escritos pertenecientes a un mismo género. Así, por ejemplo, toda la legislación contenida en el Pentateuco se atribuyó a Moisés, mientras que Salomón fue considerado el autor de toda la literatura sapiencial.
En realidad, el Salterio es el Libro de oración que los israelitas fueron componiendo a lo largo de varios siglos para dialogar con su Dios. A través de ciento cincuenta poemas religiosos, ese Pueblo fue expresando sus experiencias y las aspiraciones más profundas de su alma: sus luchas y sus esperanzas, sus triunfos y sus fracasos, su adoración y su acción de gracias, sus rebeldías y sus arrepentimientos y, sobre todo, la súplica ardiente que brota de la enfermedad, la pobreza, el destierro, la injusticia y de todas las demás miserias del hombre.
Al comienzo de la mayoría de los Salmos se encuentran inscripciones o "títulos", con indicaciones de carácter musical, poético, litúrgico o histórico, cuyo significado es muchas veces oscuro. Estos títulos no provienen de los autores de cada Salmo, sino que fueron agregados por los cantores del Templo de Jerusalén, a medida que los diversos poemas eran agrupados en colecciones.

Los géneros literarios de los Salmos

En el texto hebreo del Antiguo Testamento, los Salmos son designados con una expresión que significa "Cantos de Alabanza". Esta designación se adapta muy bien a un grupo de Salmos, pero resulta menos adecuada cuando se la aplica a todo el conjunto, ya que el Salterio incluye -además de los "Himnos" o "Cantos de Alabanza"otros tipos de oración, en especial, las "Súplicas" y los "Cantos de Acción de gracias".
Los "Himnos" expresan la actitud de adoración del creyente frente a la grandeza y la bondad de Dios. En este grupo se distinguen, por su tema especial, los "Cantos de Sión" y los "Himnos a la realeza del Señor". Las "Súplicas" responden a la necesidad de apelar confiadamente a la misericordia divina en los momentos de necesidad, y se pueden distinguir dos tipos diversos: las súplicas "colectivas" y las "individuales". Los "Cantos de Acción de gracias" son una expresión de reconocimiento por la ayuda recibida del Señor, y también ellos se dividen en "colectivos" e "individuales". La característica distintiva de estos Salmos es el relato de los sufrimientos padecidos por el salmista y la solemne proclamación de los beneficios alcanzados.
A estos tres géneros se añaden otros grupos de salmos que presentan características especiales, sea de forma o de contenido. A ellos pertenecen, por ejemplo, los Salmos "sapienciales" y los "reales". Estos últimos cobraron una especial importancia cuando fue depuesto el último de los reyes davídicos. "Releídos" en sentido mesiánico, se descubrió en ellos un anuncio profético del día en que el Señor devolvería su antiguo esplendor a la dinastía davídica y establecería un Reino más perfecto aún que el de David. Dentro de dicha perspectiva mesiánica, el Nuevo Testamento aplicó esto Salmos a Jesucristo, el Mesías, "nacido de la estirpe de David según la carne" ( Rom_1:3 ). Además, existen otras formas de Salmos, llamadas "mixtas" o "irregulares" porque en ellas se mezclan diversos géneros.

Los Salmos imprecatorios

Una dificultad particular es la que presentan las "imprecaciones" del Salterio, con sus violentos deseos de venganza y sus expresiones de odio contra los "enemigos". Para situar esas imprecaciones en su contexto adecuado, conviene tener en cuenta, aunque sea muy someramente, quiénes son los "enemigos" a los que se alude en los Salmos.
Unas veces, las imprecaciones están dirigidas contra los "enemigos" de Israel, es decir, contra los responsables de graves desgracias nacionales, incluso -como en los casos de Asiria y de Babilonia- de la destrucción de los Reinos de Israel y de Judá ( 2Ki_17:5-6 ; 2Ki_25:8-21 ). El orgullo nacional y la convicción de que los enemigos de Israel eran los enemigos de Dios, hacen más explicables algunas expresiones, como las de los salmos 79. 12; 137. 7-9. Por otra parte, estas imprecaciones reproducen fórmulas más o menos estereotipadas, propias del lenguaje guerrero de la época.
Otras veces, los "enemigos" son todos aquellos que tenían al salmista por un pecador y veían en sus sufrimientos un castigo de Dios, debido a la perspectiva de retribución puramente terrena propia del Antiguo Testamento. Para esa mentalidad, todo sufrimiento era una consecuencia del pecado, y los que lo padecían estaban "abandonados de Dios". Consciente de su inocencia, el salmista apela al Señor para que "confunda" a sus enemigos. Sólo así se manifestaría la justicia de Dios y la inocencia de los justos, y no se podría dudar de la protección que el Señor concede a sus amigos. Finalmente, en otras ocasiones, los "enemigos" son los que persiguen y oprimen a los pobres y a los débiles. En esos casos, las imprecaciones -incluso las más violentas- revelan un ansia incontenible de justicia y un legítimo anhelo de liberación que nunca pierden actualidad.

El uso cristiano del Salterio

Los primeros cristianos hicieron del Salterio su "Libro de oración" por excelencia, si bien lo "releyeron" con un nuevo espíritu, a la luz del Misterio Pascual. Este hecho resulta particularmente significativo, si se tiene en cuenta que todos los otros elementos cultuales de la ANTIGUA ALIANZA -el Templo, el sacerdocio y los sacrificios- quedaron abolidos por Cristo, el verdadero Templo, el Sumo Sacerdote y la única Víctima agradable a Dios.
Al conservar el uso de los Salmos, los primeros cristianos no hicieron más que seguir el ejemplo de Cristo. Los Salmos, en efecto, animaron su constante diálogo con el Padre. Un salmo expresa el sentido de su misión, en el momento de venir a este mundo ( Psa_40:8-9 , citado en Heb_10:9 ). En sus peregrinaciones a Jerusalén, antes de iniciar su ministerio público, Jesús cantó los Salmos graduales ( Luk_2:41-42 ). En la última Cena, entonó los Salmos que recitaban los judíos al celebrar la Cena pascual ( Mat_26:30 ). Y en la Cruz, él recurrió una vez más al Salterio para expresar su dolor y su abandono confiado en las manos del Padre ( Mat_27:46 ; Luk_23:46 ; Joh_19:28 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Salmos 78,1-72

2. Ver Mat_13:35.

3. Ver 44. 2.

5. Ver Exo_10:2; Deu_4:9; Deu_6:7, Deu_6:20.

8. Ver Deu_32:5-6, Deu_32:20.

9 . "Efraím" representa aquí a todas las tribus del reino del Norte. El episodio a que alude el Salmo es la rebelión de esas tribus contra la dinastía davídica (1 Rey. 12), a la que estaban unidas por la alianza sellada con David en Hebrón ( 2Sa_5:1-3).

11-12. Ver 106. 7. "Tanis" era una ciudad de Egipto, situada al noroeste del Nilo.

13. Ver Exo_14:21-22.

14. Ver nota Exo_13:22.

15-16. Ver Exo_17:1-7.

17-31. Ver Éx. 16; Núm. 11.

38. Ver Exo_32:14; Num_14:10-20.

39. Ver 39. 5-7; 62. 10; 89. 48; 90. 3-10; 144. 4.

40. Ver Exo_14:10-12; Exo_16:2-3; Exo_32:1-6.

43-50. Ver Éx. 7 - 11.

51. Ver Éx. 12.

52. Ver Exo_13:17-22; nota Sal_23:1.

54-55. Ver Exo_15:13-18.

58. Estos "lugares de culto": literalmente, "lugares elevados", estaban dedicados a los dioses cananeos Baal y Astarté.

60. Ver nota 87. 2; Jer_7:12-14; Jer_26:6. "Carpa": ver nota 15. 1-5.

61. "Fortaleza": esta expresión se refiere al Arca de la Alianza, que era una insignia guerrera y el lugar donde se manifestaba el poder invencible de Dios en medio de su Pueblo. Ver notas 132. 1-2; Exo_25:10.

65. "Como un guerrero adormecido por el vino": este audaz y vigoroso antropomorfismo presenta al Señor como un héroe, que después de un momentáneo silencio, despierta repentinamente para derrotar a sus enemigos.

68-69. Ver 87. 2; 132. 13.

70-72. Ver 1Sa_16:1-13; 2Sa_7:8.