Proverbios 11 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 31 versitos |
1 El Señor aborrece las balanzas falseadas, pero le agradan las pesas exactas.
2 Junto con la arrogancia llega la ignominia, pero la sabiduría está con los humildes.
3 La integridad guía a los hombres rectos, pero la perversidad arruina a los traidores.
4 La fortuna no sirve de nada en el día de la ira, pero la justicia libra de la muerte.
5 La justicia del hombre íntegro allana su camino, pero el malvado cae por su maldad.
6 La justicia libra a los hombres rectos, pero los traidores quedan atrapados por su avidez.
7 Cuando muere el malvado, se desvanece toda esperanza y se esfuma la confianza puesta en las riquezas.
8 El justo es librado del peligro y en lugar de él cae el malvado.
9 El impío arruina al prójimo con su boca, pero los justos se salvan por su experiencia.
10 Cuando los justos son felices, se alegra la ciudad, cuando perecen los malvados, se oyen gritos de alegría.
11 Con la bendición de los hombres rectos se levanta una ciudad, la boca de los malvados la destruye.
12 El que desprecia a su prójimo es un insensato, y el hombre inteligente sabe callar.
13 El chismoso revela los secretos, pero el hombre fiel guarda la debida reserva.
14 Por falta de gobierno un pueblo se hunde, pero se salva si hay muchos hombres de consejo.
15 El que sale fiador de otro la pasa muy mal, el que evita las fianzas está seguro.
16 Una mujer agraciada obtiene la gloria, y los audaces obtienen la riqueza.
17 El hombre fiel se hace bien a sí mismo, pero el cruel atormenta su propia carne.
18 El malvado obtiene un salario engañoso, y el que siembra justicia, una recompensa segura.
19 Así como la justicia conduce a la vida, el que va detrás del mal camina hacia la muerte.
20 Los corazones tortuosos son abominables para el Señor, pero los que caminan con integridad gozan de su favor.
21 Tarde o temprano, el malo no quedará impune, pero la descendencia de los justos se salvará.
22 Anillo de oro en la trompa de un cerdo es la mujer hermosa pero falta de juicio.
23 Los justos no desean más que el bien, y los malvados sólo pueden esperar el furor.
24 Uno da generosamente y acrecienta su haber, otro ahorra más de la cuenta y acaba en la indigencia.
25 El hombre generoso prosperará, y al que da de beber le saciarán la sed.
26 El pueblo maldice al que acapara el trigo, pero cubre de bendiciones al que lo vende.
27 El que busca ardientemente el bien se gana el favor, pero al que busca el mal, el mal lo alcanzará.
28 El que confía en su riqueza se marchita, pero los justos crecerán como el follaje.
29 El que perturba su propia casa heredará viento, y el necio será esclavo del sabio.
30 El fruto de la justicia es árbol de vida, y el sabio cautiva los corazones.
31 Si el justo es retribuido en la tierra, ¡cuánto más el malvado y el pecador!

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Introducción a Proverbios


Proverbios

El libro de los PROVERBIOS reúne varias colecciones de refranes, comparaciones, máximas, enigmas y alegorías, puestas en su mayoría bajo la autoridad de "Salomón, hijo de David, rey de Israel" (1. 1). Tal atribución se debe a que la tradición israelita consideraba a aquel célebre rey como el "sabio" por excelencia. Según el primer libro de los Reyes, él "pronunció tres mil maximas" ( 1Ki_5:12 ) y su sabiduría "superaba la de todos los Orientales y toda la sabiduría de Egipto" ( 1Ki_5:10 ).
Dentro de esta amplia gama de géneros literarios, la expresión más frecuente y característica es el aforismo o dicho breve y agudo, que encierra una verdad útil para la vida. En algunos pasajes del libro de los Proverbios -como en otros Libros sapienciales del Antiguo Testamento- se perciben notables influencias de la antigua sabiduría egipcia y oriental, e incluso se encuentran en él varias sentencias de dos sabios extranjeros ( 1Ki_30:1-14 ; 1Ki_31:1-9 ). Esto pone de manifiesto el aprecio que tenia Israel por aquella sabiduría ancestral y su capacidad para asimilarla creativamente, haciéndola compatible con las exigencias de su propia fe.
La visión teológica expresada en el Libro es relativamente sencilla. El Señor es el Creador del mundo y todo lo ha hecho con sabiduría. Las huellas de esa sabiduría divina han quedado grabadas en cada una de sus obras. Por lo tanto, aquel que ponga todo su empeño en abrir los ojos a la realidad que lo rodea, encontrará el camino que lo lleva a la vida y lo libra de la muerte. Lo importante es buscar el orden establecido por Dios en el mundo y vivir en conformidad con él. Pero la adquisición de la sabiduría presupone ciertas condiciones morales. Una actitud específicamente sapiencial es prestar atención a las advertencias y exhortaciones de los sabios, que son los portadores de una experiencia acumulada a través de los siglos.
El ideal de estos sabios es descubrir y enseñar el arte de vivir bien. Lo que más les preocupa es guiar al individuo hacia la felicidad y el éxito en esta vida. Ningún aspecto de la actividad humana es indigno de su atención. De ahí que las personas de toda condición social encuentren en los Proverbios consejos adecuados a su edad o profesión: reyes, jueces y comerciantes, hombres y mujeres, pobres y ricos, jóvenes y ancianos. Con frecuencia se alude a las relaciones entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre patrones y servidores. Su reflexión se extiende al ámbito religioso, moral, político y social, con el fin de encontrar para cada circunstancia una norma práctica fundada en la sabiduría.
El lector cristiano puede quedar sorprendido por el carácter aparentemente "profano" de la mayor parte de los consejos dados en el libro de los Proverbios, especialmente en las dos colecciones salomónicas (10. 1 - 22. 16; 25 - 29). Pero esta impresión pierde mucho de su fuerza si se tiene en cuenta la totalidad del Libro. Este se abre y se cierra con una alusión al "temor del Señor" ( I . 7; 31. 30), entendido como una actitud a la vez filial y reverencial con respecto a Dios, que no sólo es el Creador del mundo sino también el Dios de la Promesa y de la Alianza. El "temor de Dios", es el principio y la coronación de la sabiduría por la que debe regirse toda la conducta humana.
Otro aspecto desconcertante es el énfasis puesto en el propio interés y en el éxito personal como motivaciones del comportamiento moral. Estas motivaciones, lo mismo que la idea de una retribución meramente terrena de las acciones humanas, han quedado superadas por el Evangelio. Pero hay otras riquezas de los Proverbios que mantienen plena vigencia. El amor a la sabiduría, la preocupación por encontrarla y llevarla a la práctica en circunstancias concretas de la vida, la fe en la justicia de Dios y en el gobierno divino del mundo son valores permanentes, asumidos por el Cristianismo. De hecho, el Nuevo Testamento contiene numerosas citas del libro de los Proverbios: entre ellas, merece destacarse la que se refiere a la actitud paternal con que Dios corrige a sus hijos (Heb. l2. 5-6).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Proverbios 11,1-31

14. Ver 15. 22; 24. 6.

31. Ver 1Pe_4:18.