Proverbios 13 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 25 versitos |
1 Un hijo sabio ama la corrección, pero el insolente no escucha el reproche.
2 El hombre comerá del fruto de sus palabras, pero los traidores están ávidos de violencia.
3 El que vigila su boca protege su vida, el que abre demasiado sus labios acaba en la ruina.
4 El perezoso codicia y su deseo es vano, pero el deseo de los laboriosos será colmado.
5 El justo detesta la mentira, pero el malvado causa vergüenza y confusión.
6 La justicia preserva al que camina con integridad, pero la maldad arruina al pecador.
7 Hay quien presume de rico y no tiene nada, y hay quien se hace el pobre y posee grandes bienes.
8 La riqueza es una garantía para la vida de un hombre, pero el pobre no escucha amenazas,
9 La luz de los justos resplandece, pero la lámpara de los malvados se extingue.
10 El fatuo provoca discordias con su presunción, y la sabiduría está con los que se dejan aconsejar.
11 La riqueza adquirida de golpe no dura, pero el que junta poco a poco, la acrecienta.
12 La esperanza diferida enferma el corazón, el deseo colmado es un árbol de vida.
13 El que desprecia la palabra se perderá, pero el que respeta los mandamientos será recompensado.
14 La enseñanza del sabio es fuente de vida, para apartarse de las trampas de la muerte.
15 El buen juicio se gana el favor, pero los traidores caminan hacia su ruina.
16 El hombre prudente sabe bien lo que hace, pero el necio va ostentando su insensatez.
17 Un mal emisario hunde en la desgracia, pero un enviado fiel devuelve la salud.
18 Miseria e ignominia para el que desecha la corrección, el que tiene en cuenta una advertencia será honrado.
19 Deseo cumplido es deleite para el alma, apartarse del mal es una abominación para los necios.
20 Acude a los sabios, y te harás sabio, pero el que frecuenta a los necios se echa a perder.
21 El mal persigue a los pecadores, y el bien recompensa a los justos.
22 El hombre de bien deja una herencia a los hijos de sus hijos, pero la fortuna del pecador está reservada para el justo.
23 El surco de los pobres da comida en abundancia, pero hay quien se pierde por falta de justicia.
24 El que mezquina la vara odia a su hijo, el que lo ama se esmera por corregirlo.
25 El justo come hasta saciarse, pero el estómago de los malvados está vacío.

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Introducción a Proverbios


Proverbios

El libro de los PROVERBIOS reúne varias colecciones de refranes, comparaciones, máximas, enigmas y alegorías, puestas en su mayoría bajo la autoridad de "Salomón, hijo de David, rey de Israel" (1. 1). Tal atribución se debe a que la tradición israelita consideraba a aquel célebre rey como el "sabio" por excelencia. Según el primer libro de los Reyes, él "pronunció tres mil maximas" ( 1Ki_5:12 ) y su sabiduría "superaba la de todos los Orientales y toda la sabiduría de Egipto" ( 1Ki_5:10 ).
Dentro de esta amplia gama de géneros literarios, la expresión más frecuente y característica es el aforismo o dicho breve y agudo, que encierra una verdad útil para la vida. En algunos pasajes del libro de los Proverbios -como en otros Libros sapienciales del Antiguo Testamento- se perciben notables influencias de la antigua sabiduría egipcia y oriental, e incluso se encuentran en él varias sentencias de dos sabios extranjeros ( 1Ki_30:1-14 ; 1Ki_31:1-9 ). Esto pone de manifiesto el aprecio que tenia Israel por aquella sabiduría ancestral y su capacidad para asimilarla creativamente, haciéndola compatible con las exigencias de su propia fe.
La visión teológica expresada en el Libro es relativamente sencilla. El Señor es el Creador del mundo y todo lo ha hecho con sabiduría. Las huellas de esa sabiduría divina han quedado grabadas en cada una de sus obras. Por lo tanto, aquel que ponga todo su empeño en abrir los ojos a la realidad que lo rodea, encontrará el camino que lo lleva a la vida y lo libra de la muerte. Lo importante es buscar el orden establecido por Dios en el mundo y vivir en conformidad con él. Pero la adquisición de la sabiduría presupone ciertas condiciones morales. Una actitud específicamente sapiencial es prestar atención a las advertencias y exhortaciones de los sabios, que son los portadores de una experiencia acumulada a través de los siglos.
El ideal de estos sabios es descubrir y enseñar el arte de vivir bien. Lo que más les preocupa es guiar al individuo hacia la felicidad y el éxito en esta vida. Ningún aspecto de la actividad humana es indigno de su atención. De ahí que las personas de toda condición social encuentren en los Proverbios consejos adecuados a su edad o profesión: reyes, jueces y comerciantes, hombres y mujeres, pobres y ricos, jóvenes y ancianos. Con frecuencia se alude a las relaciones entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre patrones y servidores. Su reflexión se extiende al ámbito religioso, moral, político y social, con el fin de encontrar para cada circunstancia una norma práctica fundada en la sabiduría.
El lector cristiano puede quedar sorprendido por el carácter aparentemente "profano" de la mayor parte de los consejos dados en el libro de los Proverbios, especialmente en las dos colecciones salomónicas (10. 1 - 22. 16; 25 - 29). Pero esta impresión pierde mucho de su fuerza si se tiene en cuenta la totalidad del Libro. Este se abre y se cierra con una alusión al "temor del Señor" ( I . 7; 31. 30), entendido como una actitud a la vez filial y reverencial con respecto a Dios, que no sólo es el Creador del mundo sino también el Dios de la Promesa y de la Alianza. El "temor de Dios", es el principio y la coronación de la sabiduría por la que debe regirse toda la conducta humana.
Otro aspecto desconcertante es el énfasis puesto en el propio interés y en el éxito personal como motivaciones del comportamiento moral. Estas motivaciones, lo mismo que la idea de una retribución meramente terrena de las acciones humanas, han quedado superadas por el Evangelio. Pero hay otras riquezas de los Proverbios que mantienen plena vigencia. El amor a la sabiduría, la preocupación por encontrarla y llevarla a la práctica en circunstancias concretas de la vida, la fe en la justicia de Dios y en el gobierno divino del mundo son valores permanentes, asumidos por el Cristianismo. De hecho, el Nuevo Testamento contiene numerosas citas del libro de los Proverbios: entre ellas, merece destacarse la que se refiere a la actitud paternal con que Dios corrige a sus hijos (Heb. l2. 5-6).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas