Proverbios 16 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 33 versitos |
1 El hombre hace proyectos en su corazón, pero el Señor pone la respuesta en sus labios.
2 El hombre piensa que todos sus caminos son puros, pero el Señor pesa los corazones.
3 Encomienda tus obras al Señor, y se realizarán tus proyectos.
4 El Señor lo hizo todo con un fin, incluso al malvado, para el día nefasto.
5 El corazón altanero es abominable para el Señor, tarde o temprano no quedará impune.
6 Por la bondad y la fidelidad se expían las faltas, y con el temor del Señor se evita el mal.
7 Cuando el Señor se complace en la conducta de un hombre, lo reconcilia hasta con sus mismos enemigos.
8 Más vale poco con justicia que abundantes ganancias con injusticia.
9 El corazón del hombre se fija un trayecto, pero el Señor asegura sus pasos.
10 Hay un oráculo en los labios del rey: él no se equivoca cuando dicta sentencia.
11 La báscula y las balanzas justas pertenecen al Señor, y son obra suya todas las pesas de la bolsa.
12 El rey aborrece las malas acciones, porque un trono se afianza gracias a la justicia.
13 Los labios justos gozan del favor del rey: él ama al que habla con rectitud.
14 El furor del rey es mensajero de muerte, pero un hombre sabio lo aplaca.
15 Cuando el resto del rey está radiante, hay vida, y su favor es como lluvia de primavera.
16 Adquirir sabiduría vale más que el oro fino, adquirir inteligencia es preferible a la plata.
17 La senda de los hombres rectos es apartarse del mal, el que vigila su camino preserva su vida.
18 Antes de la catástrofe está el orgullo, y antes de la caída, el espíritu altanero.
19 Más vale ser humilde entre los pobres que repartir el botín con los orgullosos.
20 El que está atento a la palabra encontrará la dicha, y ¡feliz el que confía en el Señor!
21 El que sabe discernir tiene fama de inteligente, y las palabras dulces son más persuasivas.
22 El buen juicio es fuente de vida para el que lo posee, pero la necedad es el castigo de los necios.
23 El corazón del sabio da sensatez a su boca y hace más persuasivas sus palabras.
24 Las palabras amables son un panal de miel, dulce al paladar y saludable para el cuerpo.
25 Hay caminos que parecen rectos, pero al final son caminos de muerte.
26 El hambre del trabajador trabaja para él, porque su boca lo estimula.
27 El hombre infame cava la desgracia, y en sus labios hay como un fuego devorador.
28 El hombre perverso siembra discordia, y el calumniador separa a los amigos.
29 El hombre violento seduce a su prójimo para llevarlo por el mal camino.
30 El que cierra los ojos, maquinando cosas perversas, y aprieta los labios, ya ha cometido el mal.
31 Corona de gloria son los cabellos blancos, y se la encuentra en el camino de la justicia.
32 El que tarda en enojarse vale más que un héroe, y el dueño de sí mismo, más que un conquistador.
33 Las suertes se echan en los pliegues del manto, pero la decisión viene del Señor.

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Introducción a Proverbios


Proverbios

El libro de los PROVERBIOS reúne varias colecciones de refranes, comparaciones, máximas, enigmas y alegorías, puestas en su mayoría bajo la autoridad de "Salomón, hijo de David, rey de Israel" (1. 1). Tal atribución se debe a que la tradición israelita consideraba a aquel célebre rey como el "sabio" por excelencia. Según el primer libro de los Reyes, él "pronunció tres mil maximas" ( 1Ki_5:12 ) y su sabiduría "superaba la de todos los Orientales y toda la sabiduría de Egipto" ( 1Ki_5:10 ).
Dentro de esta amplia gama de géneros literarios, la expresión más frecuente y característica es el aforismo o dicho breve y agudo, que encierra una verdad útil para la vida. En algunos pasajes del libro de los Proverbios -como en otros Libros sapienciales del Antiguo Testamento- se perciben notables influencias de la antigua sabiduría egipcia y oriental, e incluso se encuentran en él varias sentencias de dos sabios extranjeros ( 1Ki_30:1-14 ; 1Ki_31:1-9 ). Esto pone de manifiesto el aprecio que tenia Israel por aquella sabiduría ancestral y su capacidad para asimilarla creativamente, haciéndola compatible con las exigencias de su propia fe.
La visión teológica expresada en el Libro es relativamente sencilla. El Señor es el Creador del mundo y todo lo ha hecho con sabiduría. Las huellas de esa sabiduría divina han quedado grabadas en cada una de sus obras. Por lo tanto, aquel que ponga todo su empeño en abrir los ojos a la realidad que lo rodea, encontrará el camino que lo lleva a la vida y lo libra de la muerte. Lo importante es buscar el orden establecido por Dios en el mundo y vivir en conformidad con él. Pero la adquisición de la sabiduría presupone ciertas condiciones morales. Una actitud específicamente sapiencial es prestar atención a las advertencias y exhortaciones de los sabios, que son los portadores de una experiencia acumulada a través de los siglos.
El ideal de estos sabios es descubrir y enseñar el arte de vivir bien. Lo que más les preocupa es guiar al individuo hacia la felicidad y el éxito en esta vida. Ningún aspecto de la actividad humana es indigno de su atención. De ahí que las personas de toda condición social encuentren en los Proverbios consejos adecuados a su edad o profesión: reyes, jueces y comerciantes, hombres y mujeres, pobres y ricos, jóvenes y ancianos. Con frecuencia se alude a las relaciones entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre patrones y servidores. Su reflexión se extiende al ámbito religioso, moral, político y social, con el fin de encontrar para cada circunstancia una norma práctica fundada en la sabiduría.
El lector cristiano puede quedar sorprendido por el carácter aparentemente "profano" de la mayor parte de los consejos dados en el libro de los Proverbios, especialmente en las dos colecciones salomónicas (10. 1 - 22. 16; 25 - 29). Pero esta impresión pierde mucho de su fuerza si se tiene en cuenta la totalidad del Libro. Este se abre y se cierra con una alusión al "temor del Señor" ( I . 7; 31. 30), entendido como una actitud a la vez filial y reverencial con respecto a Dios, que no sólo es el Creador del mundo sino también el Dios de la Promesa y de la Alianza. El "temor de Dios", es el principio y la coronación de la sabiduría por la que debe regirse toda la conducta humana.
Otro aspecto desconcertante es el énfasis puesto en el propio interés y en el éxito personal como motivaciones del comportamiento moral. Estas motivaciones, lo mismo que la idea de una retribución meramente terrena de las acciones humanas, han quedado superadas por el Evangelio. Pero hay otras riquezas de los Proverbios que mantienen plena vigencia. El amor a la sabiduría, la preocupación por encontrarla y llevarla a la práctica en circunstancias concretas de la vida, la fe en la justicia de Dios y en el gobierno divino del mundo son valores permanentes, asumidos por el Cristianismo. De hecho, el Nuevo Testamento contiene numerosas citas del libro de los Proverbios: entre ellas, merece destacarse la que se refiere a la actitud paternal con que Dios corrige a sus hijos (Heb. l2. 5-6).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Proverbios 16,1-33

2. Ver 21. 2.