Proverbios 17 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 28 versitos |
1 Mejor un mendrugo seco con tranquilidad que una casa llena de banquetes con discordia.
2 El servidor prudente se impondrá al hijo desvergonzado y compartirá la herencia con los hermanos.
3 Hay un crisol para la plata y un horno para el oro, pero el que prueba los corazones es el Señor.
4 El malhechor hace caso a la maledicencia, el mentiroso presta oído a la lengua maligna.
5 El que se burla del pobre ultraja a su Creador, el que se alegra de una desgracia no quedará impune.
6 Corona de los ancianos son los nietos, y la gloria de los hijos son sus padres.
7 No le queda bien al necio un lenguaje refinado, ¡cuánto menos a los nobles la mentira!
8 Un reglo es un talismán para el que lo da: dondequiera que vaya, todo le sale bien.
9 El que disimula una ofensa cultiva la amistad, volver sobre la cosa separa del amigo.
10 Hace más una reprensión a un hombre inteligente que cien golpes a un necio.
11 El malvado sólo busca la rebelión, pero le será enviado un mensajero cruel.
12 Más vale toparse con una osa privada de sus crías que con un necio en su locura.
13 Si alguien devuelve mal por bien, la desdicha no se apartará de su casa.
14 Iniciar un altercado es abrir una compuerta: retírate antes que estalle la disputa.
15 Absolver al malvado y condenar al justo son dos cosas que abomina el Señor.
16 ¿Para qué sirve el dinero en manos de un necio? ¿Para adquirir sabiduría? ¡Si no tiene inteligencia!
17 El amigo ama en cualquier ocasión, y un hermano nace para compartir la adversidad.
18 Es un insensato el que estrecha la mano para salir fiador de su prójimo.
19 El que ama las querellas ama el pecado, el que alza demasiado su puerta busca la ruina.
20 El corazón perverso no hallará la felicidad, y la lengua tortuosa caerá en la desgracia.
21 El que engendra a un tonto, es para su aflicción, y no hay alegría para el padre de un necio.
22 Un corazón alegre es el mejor remedio, pero el espíritu abatido reseca los huesos.
23 El malvado acepta regalos bajo cuerda para torcer los senderos de la justicia.
24 Delante del hombre inteligente está la sabiduría, pero el necio mira a cualquier parte.
25 Un hijo necio es la tristeza de su padre y la amargura de aquella que lo engendró.
26 Si no está bien multar a un hombre justo, golpear a los nobles supera toda medida.
27 El que mide sus palabras es un hombre que sabe, y el que mantiene su sangre fría es inteligente.
28 Hasta el necio, si calla, puede pasar por sabio, y por inteligente, si cierra los labios.

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Introducción a Proverbios


Proverbios

El libro de los PROVERBIOS reúne varias colecciones de refranes, comparaciones, máximas, enigmas y alegorías, puestas en su mayoría bajo la autoridad de "Salomón, hijo de David, rey de Israel" (1. 1). Tal atribución se debe a que la tradición israelita consideraba a aquel célebre rey como el "sabio" por excelencia. Según el primer libro de los Reyes, él "pronunció tres mil maximas" ( 1Ki_5:12 ) y su sabiduría "superaba la de todos los Orientales y toda la sabiduría de Egipto" ( 1Ki_5:10 ).
Dentro de esta amplia gama de géneros literarios, la expresión más frecuente y característica es el aforismo o dicho breve y agudo, que encierra una verdad útil para la vida. En algunos pasajes del libro de los Proverbios -como en otros Libros sapienciales del Antiguo Testamento- se perciben notables influencias de la antigua sabiduría egipcia y oriental, e incluso se encuentran en él varias sentencias de dos sabios extranjeros ( 1Ki_30:1-14 ; 1Ki_31:1-9 ). Esto pone de manifiesto el aprecio que tenia Israel por aquella sabiduría ancestral y su capacidad para asimilarla creativamente, haciéndola compatible con las exigencias de su propia fe.
La visión teológica expresada en el Libro es relativamente sencilla. El Señor es el Creador del mundo y todo lo ha hecho con sabiduría. Las huellas de esa sabiduría divina han quedado grabadas en cada una de sus obras. Por lo tanto, aquel que ponga todo su empeño en abrir los ojos a la realidad que lo rodea, encontrará el camino que lo lleva a la vida y lo libra de la muerte. Lo importante es buscar el orden establecido por Dios en el mundo y vivir en conformidad con él. Pero la adquisición de la sabiduría presupone ciertas condiciones morales. Una actitud específicamente sapiencial es prestar atención a las advertencias y exhortaciones de los sabios, que son los portadores de una experiencia acumulada a través de los siglos.
El ideal de estos sabios es descubrir y enseñar el arte de vivir bien. Lo que más les preocupa es guiar al individuo hacia la felicidad y el éxito en esta vida. Ningún aspecto de la actividad humana es indigno de su atención. De ahí que las personas de toda condición social encuentren en los Proverbios consejos adecuados a su edad o profesión: reyes, jueces y comerciantes, hombres y mujeres, pobres y ricos, jóvenes y ancianos. Con frecuencia se alude a las relaciones entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre patrones y servidores. Su reflexión se extiende al ámbito religioso, moral, político y social, con el fin de encontrar para cada circunstancia una norma práctica fundada en la sabiduría.
El lector cristiano puede quedar sorprendido por el carácter aparentemente "profano" de la mayor parte de los consejos dados en el libro de los Proverbios, especialmente en las dos colecciones salomónicas (10. 1 - 22. 16; 25 - 29). Pero esta impresión pierde mucho de su fuerza si se tiene en cuenta la totalidad del Libro. Este se abre y se cierra con una alusión al "temor del Señor" ( I . 7; 31. 30), entendido como una actitud a la vez filial y reverencial con respecto a Dios, que no sólo es el Creador del mundo sino también el Dios de la Promesa y de la Alianza. El "temor de Dios", es el principio y la coronación de la sabiduría por la que debe regirse toda la conducta humana.
Otro aspecto desconcertante es el énfasis puesto en el propio interés y en el éxito personal como motivaciones del comportamiento moral. Estas motivaciones, lo mismo que la idea de una retribución meramente terrena de las acciones humanas, han quedado superadas por el Evangelio. Pero hay otras riquezas de los Proverbios que mantienen plena vigencia. El amor a la sabiduría, la preocupación por encontrarla y llevarla a la práctica en circunstancias concretas de la vida, la fe en la justicia de Dios y en el gobierno divino del mundo son valores permanentes, asumidos por el Cristianismo. De hecho, el Nuevo Testamento contiene numerosas citas del libro de los Proverbios: entre ellas, merece destacarse la que se refiere a la actitud paternal con que Dios corrige a sus hijos (Heb. l2. 5-6).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Proverbios 17,1-28

3. Ver 27. 21.

19. "El que alza demasiado su puerta": con esta expresión metafórica se designa al hombre altanero y prepotente.