Proverbios 21 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 31 versitos |
1 El corazón del rey es una corriente de agua en manos del Señor: él lo dirige hacia donde quiere.
2 Al hombre le parece que todo su camino es recto, pero el Señor pesa los corazones.
3 Practicar la justicia y el derecho agrada al Señor más que los sacrificios.
4 Los ojos altaneros, el corazón arrogante, la luz de los malvados: todo eso es pecado.
5 Los proyectos del hombre laborioso son pura ganancia, el que se precipita acaba en la indigencia.
6 Tesoros adquiridos con engaños son ilusión fugaz de los que buscan la muerte.
7 La rapiña de los malvados los arrastra a ellos mismos, porque se niegan a practicar el derecho.
8 Tortuoso es el camino del criminal, pero el que es puro obra con rectitud.
9 Más vale habitar en un rincón del techo que compartir la casa con una mujer pendenciera.
10 El alma del malvado desea el mal, él no se apiada de su prójimo.
11 El simple se hace sabio cuando se castiga al insolente, y asimila la ciencia cuando se instruye al sabio.
12 El justo observa la casa del malvado, y precipita en la desgracia a los malos.
13 El que cierra los oídos al clamor del débil llamará y no se le responderá.
14 Un reglo hecho a escondidas aplaca la ira y un obsequio bajo cuerda, la furia violenta.
15 Practicar la justicia es una alegría para el justo, pero es una calamidad para los malhechores.
16 El que se extravía del camino de la prudencia descansará en la Asamblea de las Sombras.
17 El que ama el placer termina en la indigencia, el que ama el vino y la buena vida no se enriquecerá.
18 El malvado servirá de rescate por el justo y el traidor, por los hombres rectos.
19 Más vale habitar en un país desierto que con una mujer pendenciera y de mal genio.
20 En la morada del sabio hay tesoros preciosos y perfume, pero el necio se los devora.
21 El que va tras la justicia y la fidelidad encontrará vida, justicia y honor.
22 El sabio toma por asalto una ciudad de valientes, y abate la fuerza en que ella confiaba.
23 El que guarda su boca y su lengua guarda su vida de las angustias.
24 Insolente se lama al arrogante y altanero que actúa con excesiva soberbia.
25 El deseo mata al perezoso, porque sus manos se niegan a trabajar.
26 El malvado ambiciona todo el día, pero el justo da sin rehusar jamás.
27 El sacrificio de los malvados es una abominación, ¡cuánto más si se lo ofrece con infamia!
28 El testigo mentiroso perecerá, pero el hombre que escucha, siempre podrá hablar.
29 El malvado se muestra atrevido, pero el que es recto afianza su camino.
30 No hay sabiduría, ni inteligencia, ni consejo delante del Señor.
31 Se equipa el caballo para el día del combate, pero la victoria pertenece al Señor.

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Introducción a Proverbios


Proverbios

El libro de los PROVERBIOS reúne varias colecciones de refranes, comparaciones, máximas, enigmas y alegorías, puestas en su mayoría bajo la autoridad de "Salomón, hijo de David, rey de Israel" (1. 1). Tal atribución se debe a que la tradición israelita consideraba a aquel célebre rey como el "sabio" por excelencia. Según el primer libro de los Reyes, él "pronunció tres mil maximas" ( 1Ki_5:12 ) y su sabiduría "superaba la de todos los Orientales y toda la sabiduría de Egipto" ( 1Ki_5:10 ).
Dentro de esta amplia gama de géneros literarios, la expresión más frecuente y característica es el aforismo o dicho breve y agudo, que encierra una verdad útil para la vida. En algunos pasajes del libro de los Proverbios -como en otros Libros sapienciales del Antiguo Testamento- se perciben notables influencias de la antigua sabiduría egipcia y oriental, e incluso se encuentran en él varias sentencias de dos sabios extranjeros ( 1Ki_30:1-14 ; 1Ki_31:1-9 ). Esto pone de manifiesto el aprecio que tenia Israel por aquella sabiduría ancestral y su capacidad para asimilarla creativamente, haciéndola compatible con las exigencias de su propia fe.
La visión teológica expresada en el Libro es relativamente sencilla. El Señor es el Creador del mundo y todo lo ha hecho con sabiduría. Las huellas de esa sabiduría divina han quedado grabadas en cada una de sus obras. Por lo tanto, aquel que ponga todo su empeño en abrir los ojos a la realidad que lo rodea, encontrará el camino que lo lleva a la vida y lo libra de la muerte. Lo importante es buscar el orden establecido por Dios en el mundo y vivir en conformidad con él. Pero la adquisición de la sabiduría presupone ciertas condiciones morales. Una actitud específicamente sapiencial es prestar atención a las advertencias y exhortaciones de los sabios, que son los portadores de una experiencia acumulada a través de los siglos.
El ideal de estos sabios es descubrir y enseñar el arte de vivir bien. Lo que más les preocupa es guiar al individuo hacia la felicidad y el éxito en esta vida. Ningún aspecto de la actividad humana es indigno de su atención. De ahí que las personas de toda condición social encuentren en los Proverbios consejos adecuados a su edad o profesión: reyes, jueces y comerciantes, hombres y mujeres, pobres y ricos, jóvenes y ancianos. Con frecuencia se alude a las relaciones entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre patrones y servidores. Su reflexión se extiende al ámbito religioso, moral, político y social, con el fin de encontrar para cada circunstancia una norma práctica fundada en la sabiduría.
El lector cristiano puede quedar sorprendido por el carácter aparentemente "profano" de la mayor parte de los consejos dados en el libro de los Proverbios, especialmente en las dos colecciones salomónicas (10. 1 - 22. 16; 25 - 29). Pero esta impresión pierde mucho de su fuerza si se tiene en cuenta la totalidad del Libro. Este se abre y se cierra con una alusión al "temor del Señor" ( I . 7; 31. 30), entendido como una actitud a la vez filial y reverencial con respecto a Dios, que no sólo es el Creador del mundo sino también el Dios de la Promesa y de la Alianza. El "temor de Dios", es el principio y la coronación de la sabiduría por la que debe regirse toda la conducta humana.
Otro aspecto desconcertante es el énfasis puesto en el propio interés y en el éxito personal como motivaciones del comportamiento moral. Estas motivaciones, lo mismo que la idea de una retribución meramente terrena de las acciones humanas, han quedado superadas por el Evangelio. Pero hay otras riquezas de los Proverbios que mantienen plena vigencia. El amor a la sabiduría, la preocupación por encontrarla y llevarla a la práctica en circunstancias concretas de la vida, la fe en la justicia de Dios y en el gobierno divino del mundo son valores permanentes, asumidos por el Cristianismo. De hecho, el Nuevo Testamento contiene numerosas citas del libro de los Proverbios: entre ellas, merece destacarse la que se refiere a la actitud paternal con que Dios corrige a sus hijos (Heb. l2. 5-6).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Proverbios 21,1-31

16. "La Asamblea de las Sombras": ver nota 2. 18.