Proverbios 31 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 31 versitos |
1 Palabras de Lemuel, rey de Masá, que le inculcó su madre:
2 ¡No, hijo mío! ¡No, hijo de mis entrañas! ¡No, hijo de mis votos!
3 No entregues tu vigor a las mujeres, ni tu vida a las que corrompen a los reyes.
4 No es propio de los reyes, Lemuel, no es propio de los reyes beber vino, ni de los príncipes desear bebidas fuertes,
5 no sea que por beber se olviden de los decretos y traicionen la causa de los desvalidos.
6 Den bebida fuerte al que va a perecer y vino al que está sumido en la amargura:
7 que beba y se olvide de su miseria y no se acuerde más de su desgracia.
8 Abre tu boca en favor del mudo y en defensa de todos los desamparados;
9 abre tu boca, juzga con justicia y defiende la causa del desvalido y del pobre.
10 [Álef] Una buena ama de casa, ¿quién la encontrará? Es mucho más valiosa que las perlas.
11 [Bet] El corazón de su marido confía en ella y no le faltará compensación.
12 [Guímel]Ella le hace el bien, y nunca el mal, todos los días de su vida.
13 [Dálet] Se procura la lana y el lino, y trabaja de buena gana con sus manos.
14 [He] Es como los barcos mercantes: trae sus provisiones desde lejos.
15 [Vau] Se levanta cuando aún es de noche, distribuye la comida a su familia y las tareas a sus servidoras.
16 [Zain] Tiene en vista un campo, y lo adquiere, con el fruto de sus manos planta una viña.
17 [Jet] Ciñe vigorosamente su cintura y fortalece sus brazos para el trabajo.
18 [Tet] Ve con agrado que sus negocios prosperan, su lámpara no se apaga por la noche.
19 [Iod] Aplica sus manos a la rueca y sus dedos manejan el huso.
20 [Caf] Abre su mano al desvalido y tiende sus brazos al indigente.
21 [Lámed] No teme por su casa cuando nieva, porque toda su familia tiene la ropa forrada.
22 [Mem] Ella misma se hace sus mantas, y sus vestidos son de lino fino y púrpura.
23 [Nun] Su marido es respetado en la puerta de la ciudad, cuando se sienta entre los ancianos del lugar.
24 [Sámec] Confecciona telas finas y las vende, y provee de cinturones a los comerciantes.
25 [Ain] Está revestida de fortaleza y dignidad, y afronta confiada el porvenir.
26 [Pe] Abre su boca con sabiduría y hay en sus labios una enseñanza fiel.
27 [Sade] Vigila la marcha de su casa y no come el pan ociosamente.
28 [Qof] Sus hijos se levantan y la felicitan, y también su marido la elogia:
29 [Res] "¡Muchas mujeres han dado pruebas de entereza, pero tú las superas a todas!".
30 [Sin] Engañoso es el encanto y vana la hermosura: la mujer que teme al Señor merece ser alabada.
31 [Tau] Entréguenle el fruto de sus manos y que sus obras la alaben públicamente.

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Introducción a Proverbios


Proverbios

El libro de los PROVERBIOS reúne varias colecciones de refranes, comparaciones, máximas, enigmas y alegorías, puestas en su mayoría bajo la autoridad de "Salomón, hijo de David, rey de Israel" (1. 1). Tal atribución se debe a que la tradición israelita consideraba a aquel célebre rey como el "sabio" por excelencia. Según el primer libro de los Reyes, él "pronunció tres mil maximas" ( 1Ki_5:12 ) y su sabiduría "superaba la de todos los Orientales y toda la sabiduría de Egipto" ( 1Ki_5:10 ).
Dentro de esta amplia gama de géneros literarios, la expresión más frecuente y característica es el aforismo o dicho breve y agudo, que encierra una verdad útil para la vida. En algunos pasajes del libro de los Proverbios -como en otros Libros sapienciales del Antiguo Testamento- se perciben notables influencias de la antigua sabiduría egipcia y oriental, e incluso se encuentran en él varias sentencias de dos sabios extranjeros ( 1Ki_30:1-14 ; 1Ki_31:1-9 ). Esto pone de manifiesto el aprecio que tenia Israel por aquella sabiduría ancestral y su capacidad para asimilarla creativamente, haciéndola compatible con las exigencias de su propia fe.
La visión teológica expresada en el Libro es relativamente sencilla. El Señor es el Creador del mundo y todo lo ha hecho con sabiduría. Las huellas de esa sabiduría divina han quedado grabadas en cada una de sus obras. Por lo tanto, aquel que ponga todo su empeño en abrir los ojos a la realidad que lo rodea, encontrará el camino que lo lleva a la vida y lo libra de la muerte. Lo importante es buscar el orden establecido por Dios en el mundo y vivir en conformidad con él. Pero la adquisición de la sabiduría presupone ciertas condiciones morales. Una actitud específicamente sapiencial es prestar atención a las advertencias y exhortaciones de los sabios, que son los portadores de una experiencia acumulada a través de los siglos.
El ideal de estos sabios es descubrir y enseñar el arte de vivir bien. Lo que más les preocupa es guiar al individuo hacia la felicidad y el éxito en esta vida. Ningún aspecto de la actividad humana es indigno de su atención. De ahí que las personas de toda condición social encuentren en los Proverbios consejos adecuados a su edad o profesión: reyes, jueces y comerciantes, hombres y mujeres, pobres y ricos, jóvenes y ancianos. Con frecuencia se alude a las relaciones entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre patrones y servidores. Su reflexión se extiende al ámbito religioso, moral, político y social, con el fin de encontrar para cada circunstancia una norma práctica fundada en la sabiduría.
El lector cristiano puede quedar sorprendido por el carácter aparentemente "profano" de la mayor parte de los consejos dados en el libro de los Proverbios, especialmente en las dos colecciones salomónicas (10. 1 - 22. 16; 25 - 29). Pero esta impresión pierde mucho de su fuerza si se tiene en cuenta la totalidad del Libro. Este se abre y se cierra con una alusión al "temor del Señor" ( I . 7; 31. 30), entendido como una actitud a la vez filial y reverencial con respecto a Dios, que no sólo es el Creador del mundo sino también el Dios de la Promesa y de la Alianza. El "temor de Dios", es el principio y la coronación de la sabiduría por la que debe regirse toda la conducta humana.
Otro aspecto desconcertante es el énfasis puesto en el propio interés y en el éxito personal como motivaciones del comportamiento moral. Estas motivaciones, lo mismo que la idea de una retribución meramente terrena de las acciones humanas, han quedado superadas por el Evangelio. Pero hay otras riquezas de los Proverbios que mantienen plena vigencia. El amor a la sabiduría, la preocupación por encontrarla y llevarla a la práctica en circunstancias concretas de la vida, la fe en la justicia de Dios y en el gobierno divino del mundo son valores permanentes, asumidos por el Cristianismo. De hecho, el Nuevo Testamento contiene numerosas citas del libro de los Proverbios: entre ellas, merece destacarse la que se refiere a la actitud paternal con que Dios corrige a sus hijos (Heb. l2. 5-6).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas