Ezequiel  12 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 28 versitos |
1 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
2 Hijo de hombre, tú habitas en medio de un pueblo rebelde: ellos tienen ojos para ver, pro no ven, tienen oídos para oír, pero no oyen, porque son un pueblo rebelde.
3 En cuanto a ti, hijo de hombre, prepara tu equipaje como si tu vieras que ir al exilio, y parte en pleno día, a la vista de ellos. Emigrarás del lugar donde te encuentras hacia otro lugar, a la vista de ellos: tal vez así comprendan que son un pueblo rebelde.
4 Sacarás tu equipaje en pleno día, a la vista de ellos, y saldrás por la tarde, también a al vista de ellos, como salen los deportados.
5 Abrirás un boquete en el muro y saldrás por él, a la vista de ellos.
6 Cargarás el equipaje sobre tus espaldas y saldrás cuando sea de noche, cubriéndote el rostro para no ver el país, porque yo te he convertido en un presagio para el pueblo de Israel.
7 Yo hice exactamente lo que se me había ordenado: saqué mi equipaje en pleno día como quien parte para el exilio, y por la tarde abrí un boquete en el muro con la mano. Salí cuando estaba oscuro y cargué el equipaje sobre mis espaldas, a la vista de ellos.
8 A la mañana, la palabra del Señor me llegó en estos términos:
9 Hijo de hombre, ¿no te ha preguntado la casa de Israel, ese pueblo rebelde, qué es lo que estás haciendo?
10 Diles: Así habla el Señor: Este oráculo se refiere al príncipe que está en Jerusalén y a todo el pueblo de Israel que vive en medio de ella.
11 Diles también: Yo soy un presagio para ustedes. Lo mismo que yo hice se hará con ellos: serán deportados e irán al exilio.
12 El príncipe que está en medio de ellos cargará el equipaje sobre sus espaldas durante la noche, y saldrá por el boquete que abrirán en el muro para hacerlo salir; y él se cubrirá el rostro, para no ver el país.
13 Yo tenderé mi red sobre él y él quedará preso en mi trampa. Lo llevará a Babilonia, la tierra de los caldeos, pero no la verá y morirá allí.
14 Y a todos los que lo rodean, a su guardia y a todas sus tropas, los dispersaré a todos los vientos y desenvainaré la espada detrás de ellos.
15 Y cuando los disperse entre las naciones y los disemine por los países, sabrán que yo soy el Señor.
16 Pero dejaré que un pequeño número de ellos escapen de la espada, del hambre y de la peste, para que cuenten todas sus abominaciones entre las naciones adonde vayan: así se sabrá que yo soy el Señor.
17 El Señor me dirigió su palabra en estos términos:
18 Hijo de hombre, comerás tu pan con estremecimiento y beberás tu agua con inquietud y ansiedad.
19 Y dirás a la población del país: Así habla el Señor a los habitantes de Jerusalén que viven en la tierra de Israel: Ustedes comerán su pan con ansiedad y beberán su agua con terror, para que el país quede horrorizado porque está lleno de violencia de todos sus habitantes.
20 Las ciudades habitadas quedarán en ruinas y el país se convertirá en un desierto: así ustedes sabrán que yo soy el Señor.
21 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
22 Hijo de hombre, ¿qué significa ese refrán que se escucha en la tierra de Israel: "Pasan los días y no se cumple ninguna visión"?
23 Tú diles, en cambio: Así habla el Señor: Yo acabaré con este refrán y no se lo repetirá más en Israel. Diles más bien: Se acercan los días en que toda visión se cumplirá;
24 ya no habrá más visiones ilusorias ni predicciones engañosas en medio de la casa de Israel,
25 porque yo, el Señor, diré lo que tenga que decir, y la palabra que pronuncie se cumplirá sin demora. Sí, en vida de ustedes, pueblo rebelde, pronunciaré una palabra y la cumpliré -oráculo del Señor-.
26 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
27 Hijo de hombre, el pueblo de Israel dice: "Las visiones que este tiene van para largo; él profetiza para un futuro lejano".
28 Por eso, diles: Así habla el Señor: En adelante, todas mis palabras se cumplirán sin demora; lo que yo diga se realizará -oráculo del Señor-.

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Introducción a Ezequiel 


Ezequiel

En el 597 a. C., Nabucodonosor, rey de Babilonia, realizó una campaña contra Jerusalén. El rey Joaquín se rindió después de soportar un breve asedio y tuvo que pagar un pesado tributo. Como consecuencia de esta primera invasión, el reino davídico no quedó destruido, pero sí considerablemente diezmado. En efecto, con el fin de reafirmar su soberanía sobre Judá, Nabucodonosor destituyó a Joaquín y lo llevó cautivo a Babilonia con varios miles de deportados, entronizando en su lugar a Sedecías (17. 12-14; 2Ki_24:8-17 ). Entre las víctimas de aquella primera deportación se encontraba un sacerdote de Jerusalén, llamado EZEQUIEL, nombre que significa "Dios es fuerte", o bien, "Que Dios fortalezca". El lugar de su destierro fue una colonia de exiliados instalada en Tel Aviv, población situada junto al río Quebar, en las cercanías de Babilonia. Allí vivía acompañado de su esposa, cuando tuvo la deslumbrante visión que lo convirtió en profeta del Señor. A partir de ese momento, ejerció su actividad profética a lo largo de más de veinte años, entre el 593 y el 571 a. C.
La pertenencia de Ezequiel a la clase sacerdotal dejó una huella profunda en su mensaje. Así lo manifiestan su interés por las instituciones cultuales, su preocupación por separar lo sagrado de lo profano ( 2Ki_45:1-6 ; 2Ki_48:9-14 ), su horror por las impurezas legales ( 2Ki_4:14 ; 2Ki_44:6-8 ) y su competencia para resolver casos de moral y derecho, función esta específica de los sacerdotes ( 2Ki_20:1 ). Pero su máxima preocupación es el Templo, ya sea el Templo presente, contaminado por toda suerte de ritos idólatras ( 2Ki_8:1-18 ), ya sea el Santuario de la nueva Jerusalén, donde la Gloria del Señor habitará para siempre ( 2Ki_43:1-9 ) y cuyo diseño él describe minuciosamente (caps. 40-48). El pensamiento y el estilo de Ezequiel están hondamente arraigados en la tradición sacerdotal, así como los de su contemporáneo Jeremías reflejan cierta influencia de la corriente "deuteronomista".
Sin embargo, Ezequiel fue ante todo un profeta. El Señor lo estableció como "un presagio para el pueblo de Israel" ( 2Ki_12:6 ; 2Ki_24:24 ), y él puso en evidencia ante los exiliados en Babilonia que había "un profeta en medio de ellos" ( 2Ki_2:5 ; 2Ki_33:33 ). Su función fue semejante a la del "centinela", encargado de dar el grito de alerta ante la inminencia del peligro y, al mismo tiempo, responsable de aquellos que se perdían por no haber sido alertados oportunamente ( 2Ki_3:16-21 ).
A través de sus escritos, Ezequiel se manifiesta como una personalidad sumamente desconcertante. El lector queda desorientado ante sus sorprendentes acciones simbólicas ( 2Ki_4:1-3 ; 2Ki_5:1-4 ; 2Ki_12:1-20 ), ante sus posturas extravagantes ( 2Ki_4:4-8 ) y sus transportes extáticos ( 2Ki_11:1-13 ; 2Ki_37:1-14 ; 2Ki_40:1-4 ). Estos mismos elementos ya habían aparecido en otros profetas anteriores a él. Pero mientras que Oseas, Isaías o Jeremías se valen de ellos con cierta discreción, Ezequiel parece complacerse en emplearlos hasta resultar chocante. Por ese modo de proceder, se lo ha tachado de "excéntrico" e incluso se ha pensado que padecía de ciertas perturbaciones síquicas. Lo cierto es que poseía un genio excepcionalmente sensible e imaginativo, a la vez que complejo y paradójico. Era un "visionario" en el mejor sentido del término. Pero eso no le impedía expresarse a veces con la fría precisión de un jurista y la sutileza de un casuista o bien detenerse minuciosamente en la seca enumeración de detalles arquitectónicos.
El libro de Ezequiel aparece a primera vista como un conjunto sólidamente estructurado. Después de la introducción dedicada a relatar la vocación del profeta (1. 4-3. 21), siguen cuatro partes que tratan temas bien definidos. Dentro de este plan lógico, es fácil descubrir algunas repeticiones, interrupciones bruscas y ampliaciones, debidas en gran parte al trabajo redaccional de los discípulos del profeta, que dieron al Libro su forma definitiva.
Los grandes temas de Ezequiel han encontrado un profundo eco en el Nuevo Testamento, sobre todo en el Evangelio según san Juan. La Morada definitiva de Dios entre los hombres, anunciada por Ezequiel (37. 27), es Jesucristo ( Joh_1:14 ). Él es también el Buen Pastor que congrega a su Pueblo ( Joh_34:11-16 ; Joh_10:11-16 ), lo hace renacer por el agua y el Espíritu ( Joh_36:25-27 ; Joh_3:5 ) y le da la Vida ( Joh_37:1-14 ; Joh_11:25-26 ). Las visiones de Ezequiel son asimismo el punto de partida de casi todas las imágenes con que el Apocalipsis describe la Nueva Jerusalén, cuyo Templo "es el Señor Dios todopoderoso y el Cordero" ( Rev_21:22 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Ezequiel  12,1-28

12. El "príncipe" es Sedecías, el último de los reyes de Judá, a quien Ezequiel nunca da el título de rey (21. 30). Sobre el hecho aquí anunciado, ver 2Re_25:4-7; Jer_39:4-7; Jer_52:7-11.