Ezequiel  17 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 24 versitos |
1 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
2 Hijo de hombre, plantea un enigma y narra una parábola a la casa de Israel.
3 Tú dirás: Así habla el Señor: El águila grande, de grandes alas y largas plumas, de espeso plumaje, lleno de colorido, llegó hasta el Líbano y tomó la copa de un cedro.
4 Arrancó la más alta de sus ramas y la llevó a un país de comerciantes, la puso en una ciudad de mercaderes.
5 Tomó además una semilla del país y la sembró en un campo de cultivo: la plantó como un sauce junto a abundantes aguas.
6 Ella brotó y se convirtió en una vid, exuberante, de tamaño pequeño, que volvía sus ramas hacia el águila y tenía sus raíces debajo de ella. Así se convirtió en una vid, produjo ramas y dio sarmientos.
7 Pero había otra águila grande, de grandes alas y abundante plumaje, y esa vid le tendió ansiosamente sus raíces y dirigió sus ramas hacia ella, para que la regara mejor que el terreno donde había sido plantada.
8 Ella estaba plantada en un campo fértil, junto a abundantes aguas, para dar sarmientos y producir frutos, para convertirse en una espléndida vid.
9 Por eso, dirás: Así habla el Señor: ¿Podrá florecer esa vid? ¿Acaso no se la arrancará de raíz y se cortarán sus frutos para que se sequen todos sus tiernos retoños? Sí, se secará, y no hará falta un brazo fuerte ni mucha gente para arrancarla de raíz.
10 Ahora está bien plantada: ¿podrá florecer? Apenas la toque el viento del este, ¿no quedará completamente seca? ¡En el mismo lugar donde brotó, se secará!
11 La palabra del Señor me llegó en estos términos:
12 Di a este pueblo rebelde: ¿No saben lo que esto significa? Luego dirás: El rey de Babilonia llegó a Jerusalén, tomó a su rey y a sus príncipes y se los llevó consigo a Babilonia.
13 Tomó, en cambio, a un vástago de estirpe real, hizo un pacto con él, lo comprometió con un juramento y se llevó a todos los hombres importantes del país,
14 para que ese reino fuera humilde e incapaz de sublevarse, para que mantuviera su pacto, y así pudiera subsistir.
15 Pero el príncipe se rebeló contra el rey, enviando mensajeros a Egipto a fin de obtener caballos y un ejército numeroso. Ahora bien, ¿prosperará el que ha hecho esto? El que violó el pacto, ¿escapará con vida?
16 Juro por mi vida -oráculo del Señor- que él morirá en Babilonia, en el lugar donde reside el rey que lo hizo reinar, cuyo juramento despreció y cuyo pacto quebrantó.
17 Y el Faraón no podrá intervenir en favor de él con un gran ejército y tropas numerosas, en el momento del combate, cuando se levante terraplenes y se construyan empalizadas para exterminar muchas vidas humanas.
18 El príncipe despreció un juramento y quebrantó un pacto; había dado su mano, y después hizo todo esto: ¡no escapará con vida!
19 Por eso, así habla el Señor: Juro por mi vida que haré recaer sobre su cabeza; mi juramento, que él despreció, y mi pacto, que él quebrantó.
20 Tenderé sobre él mi red y quedará prendido en mi trampa. Lo llevaré a Babilonia, y allí le haré rendir cuenta de la infidelidad que cometió contra mí,
21 Lo mejor de sus escuadrones caerá bajo la espada, y los sobrevivientes serán dispersados a todos los vientos. Así sabrán que yo, el Señor, he hablado.
22 Así habla el Señor: Yo también tomaré la copa de un gran cedro, cortaré un brote de la más alta de sus ramas, y lo plantaré en una montaña muy elevada:
23 lo plantaré en la montaña más alta de Israel. El echará ramas y producirá frutos, y se convertirá en un magnífico cedro. Pájaros de todas clases anidarán en él, habitarán a la sombra de sus ramas.
24 Y todos los árboles del campo sabrán que yo, el Señor, humillo al árbol elevado y exalto al árbol humillado, hago secar el árbol verde y reverdecer al árbol seco. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré.

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Introducción a Ezequiel 


Ezequiel

En el 597 a. C., Nabucodonosor, rey de Babilonia, realizó una campaña contra Jerusalén. El rey Joaquín se rindió después de soportar un breve asedio y tuvo que pagar un pesado tributo. Como consecuencia de esta primera invasión, el reino davídico no quedó destruido, pero sí considerablemente diezmado. En efecto, con el fin de reafirmar su soberanía sobre Judá, Nabucodonosor destituyó a Joaquín y lo llevó cautivo a Babilonia con varios miles de deportados, entronizando en su lugar a Sedecías (17. 12-14; 2Ki_24:8-17 ). Entre las víctimas de aquella primera deportación se encontraba un sacerdote de Jerusalén, llamado EZEQUIEL, nombre que significa "Dios es fuerte", o bien, "Que Dios fortalezca". El lugar de su destierro fue una colonia de exiliados instalada en Tel Aviv, población situada junto al río Quebar, en las cercanías de Babilonia. Allí vivía acompañado de su esposa, cuando tuvo la deslumbrante visión que lo convirtió en profeta del Señor. A partir de ese momento, ejerció su actividad profética a lo largo de más de veinte años, entre el 593 y el 571 a. C.
La pertenencia de Ezequiel a la clase sacerdotal dejó una huella profunda en su mensaje. Así lo manifiestan su interés por las instituciones cultuales, su preocupación por separar lo sagrado de lo profano ( 2Ki_45:1-6 ; 2Ki_48:9-14 ), su horror por las impurezas legales ( 2Ki_4:14 ; 2Ki_44:6-8 ) y su competencia para resolver casos de moral y derecho, función esta específica de los sacerdotes ( 2Ki_20:1 ). Pero su máxima preocupación es el Templo, ya sea el Templo presente, contaminado por toda suerte de ritos idólatras ( 2Ki_8:1-18 ), ya sea el Santuario de la nueva Jerusalén, donde la Gloria del Señor habitará para siempre ( 2Ki_43:1-9 ) y cuyo diseño él describe minuciosamente (caps. 40-48). El pensamiento y el estilo de Ezequiel están hondamente arraigados en la tradición sacerdotal, así como los de su contemporáneo Jeremías reflejan cierta influencia de la corriente "deuteronomista".
Sin embargo, Ezequiel fue ante todo un profeta. El Señor lo estableció como "un presagio para el pueblo de Israel" ( 2Ki_12:6 ; 2Ki_24:24 ), y él puso en evidencia ante los exiliados en Babilonia que había "un profeta en medio de ellos" ( 2Ki_2:5 ; 2Ki_33:33 ). Su función fue semejante a la del "centinela", encargado de dar el grito de alerta ante la inminencia del peligro y, al mismo tiempo, responsable de aquellos que se perdían por no haber sido alertados oportunamente ( 2Ki_3:16-21 ).
A través de sus escritos, Ezequiel se manifiesta como una personalidad sumamente desconcertante. El lector queda desorientado ante sus sorprendentes acciones simbólicas ( 2Ki_4:1-3 ; 2Ki_5:1-4 ; 2Ki_12:1-20 ), ante sus posturas extravagantes ( 2Ki_4:4-8 ) y sus transportes extáticos ( 2Ki_11:1-13 ; 2Ki_37:1-14 ; 2Ki_40:1-4 ). Estos mismos elementos ya habían aparecido en otros profetas anteriores a él. Pero mientras que Oseas, Isaías o Jeremías se valen de ellos con cierta discreción, Ezequiel parece complacerse en emplearlos hasta resultar chocante. Por ese modo de proceder, se lo ha tachado de "excéntrico" e incluso se ha pensado que padecía de ciertas perturbaciones síquicas. Lo cierto es que poseía un genio excepcionalmente sensible e imaginativo, a la vez que complejo y paradójico. Era un "visionario" en el mejor sentido del término. Pero eso no le impedía expresarse a veces con la fría precisión de un jurista y la sutileza de un casuista o bien detenerse minuciosamente en la seca enumeración de detalles arquitectónicos.
El libro de Ezequiel aparece a primera vista como un conjunto sólidamente estructurado. Después de la introducción dedicada a relatar la vocación del profeta (1. 4-3. 21), siguen cuatro partes que tratan temas bien definidos. Dentro de este plan lógico, es fácil descubrir algunas repeticiones, interrupciones bruscas y ampliaciones, debidas en gran parte al trabajo redaccional de los discípulos del profeta, que dieron al Libro su forma definitiva.
Los grandes temas de Ezequiel han encontrado un profundo eco en el Nuevo Testamento, sobre todo en el Evangelio según san Juan. La Morada definitiva de Dios entre los hombres, anunciada por Ezequiel (37. 27), es Jesucristo ( Joh_1:14 ). Él es también el Buen Pastor que congrega a su Pueblo ( Joh_34:11-16 ; Joh_10:11-16 ), lo hace renacer por el agua y el Espíritu ( Joh_36:25-27 ; Joh_3:5 ) y le da la Vida ( Joh_37:1-14 ; Joh_11:25-26 ). Las visiones de Ezequiel son asimismo el punto de partida de casi todas las imágenes con que el Apocalipsis describe la Nueva Jerusalén, cuyo Templo "es el Señor Dios todopoderoso y el Cordero" ( Rev_21:22 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Ezequiel  17,1-24

3-4. El "águila grande" es Nabucodonosor, rey de Babilonia, que en el 597 a. C. destituyó al rey Joaquín -"la copa de un cedro"- y lo deportó a Babilonia ( 2Re_24:12-16).

5. La "semilla del país" es Sedecías, a quien Nabucodonosor constituyó rey de Judá en sustitución de Joaquín ( 2Re_24:17).

7. Esta "otra águila grande" representa al Faraón, por cuya instigación Sedecías se rebeló contra Babilonia, provocando así el segundo asedio de Jerusalén.

13. Al entronizar a Sedecías como rey vasallo, Nabucodonosor le impuso un "juramento" de fidelidad. Estos juramentos incluían una serie de imprecaciones, de las que sería víctima el que las había pronunciado, en caso de violar el pacto.

19. El Señor llama "mi juramento" y "mi pacto" al compromiso de fidelidad quebrantado por Sedecías, ya que este lo había pronunciado poniendo a Dios como testigo y garante.

20. Ver 2Re_25:6; Jer_52:9.

22. Ver 40. 2.

23. Ver 31. 6; Mat_13:32.