Ezequiel  42 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 20 versitos |
1 El hombre me hizo salir hacia el atrio exterior, en dirección al norte, y me llevó hasta las habitaciones que estaban frente al patio y frente a al construcción, hacia el norte.
2 Su largo era de cincuenta metros por el norte, y su ancho de veinticinco metros.
3 De frente a las puertas del atrio interior y de frente al pavimento del atrio exterior, había unas galerías que corrían paralelamente una en cada uno de los tres pisos.
4 Delante de las habitaciones había un corredor de cinco metros de ancho hacia el interior y de cincuenta metros de largo. Sus puertas daban hacia el norte.
5 Las habitaciones superiores eran más estrechas que las inferiores y las intermedias, porque las galerías les quitaban espacio,
6 ya que estaban dispuestas en tres pisos y no tenían columnas como las columnas del atrio: por eso eran más estrechas que las habitaciones interiores y las intermedias, a partir del suelo.
7 La pared exterior, que correspondía a las habitaciones en dirección al atrio exterior, tenía un largo de veinticinco metros sobre el frente de las habitaciones.
8 Porque el largo de las habitaciones que daban al atrio exterior era de veinticinco metros, mientras que las que daban al frente del Templo tenían cincuenta metros.
9 Más abajo de estas habitaciones había una entrada, situada al este del que entraba por el atrio exterior.
10 A lo ancho del muro del atrio, en dirección al sur, sobre el frente del patio y sobre el frente de la construcción, había unas habitaciones
11 con un pasillo delante de ellas. Su aspecto era el mismo que el de las habitaciones situadas hacia el norte: tenían el mismo largo, el mismo ancho, las mismas salidas, las mismas disposiciones y las mismas entradas.
12 Al pie de las habitaciones que daban al sur, había una entrada al comienzo de cada pasillo, frente al muro situado sobre la parte oriental.
13 El hombre me dijo: "Las habitaciones del norte y del sur, que están frente al patio, son las habitaciones santas donde los sacerdotes que se acercan al Señor comerán las cosas santísimas. Allí se depositarán las cosa santísimas: la oblación, la víctima del sacrificio por el pecado y la del sacrificio de reparación, porque ese lugar es santo.
14 Cuando los sacerdotes entren en el Santuario, no saldrán del lugar santo al atrio exterior sin dejar antes en ellas las vestiduras utilizadas para el culto, porque esas vestiduras son sagradas. Deberán ponerse otra ropa para acercarse el sitio destinado al pueblo"
15 Cuando el hombre terminó de medir el interior de la Casa, me hizo salir hacia la puerta que daba al oriente, y midió todo el contorno.
16 Midió con la vara de medir el lado oriental: doscientos cincuenta metros. Se volvió
17 y midió el lado septentrional: doscientos cincuenta metros. Se volvió
18 hacia el lado meridional y lo midió: doscientos cincuenta metros.
19 Se volvió hacia el lado occidental y lo midió: doscientos cincuenta metros
20 El midió los cuatro costados, y allí había un muro circundante de doscientos cincuenta metros de largo por doscientos cincuenta de ancho, para separar lo sagrado de lo profano.

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Introducción a Ezequiel 


Ezequiel

En el 597 a. C., Nabucodonosor, rey de Babilonia, realizó una campaña contra Jerusalén. El rey Joaquín se rindió después de soportar un breve asedio y tuvo que pagar un pesado tributo. Como consecuencia de esta primera invasión, el reino davídico no quedó destruido, pero sí considerablemente diezmado. En efecto, con el fin de reafirmar su soberanía sobre Judá, Nabucodonosor destituyó a Joaquín y lo llevó cautivo a Babilonia con varios miles de deportados, entronizando en su lugar a Sedecías (17. 12-14; 2Ki_24:8-17 ). Entre las víctimas de aquella primera deportación se encontraba un sacerdote de Jerusalén, llamado EZEQUIEL, nombre que significa "Dios es fuerte", o bien, "Que Dios fortalezca". El lugar de su destierro fue una colonia de exiliados instalada en Tel Aviv, población situada junto al río Quebar, en las cercanías de Babilonia. Allí vivía acompañado de su esposa, cuando tuvo la deslumbrante visión que lo convirtió en profeta del Señor. A partir de ese momento, ejerció su actividad profética a lo largo de más de veinte años, entre el 593 y el 571 a. C.
La pertenencia de Ezequiel a la clase sacerdotal dejó una huella profunda en su mensaje. Así lo manifiestan su interés por las instituciones cultuales, su preocupación por separar lo sagrado de lo profano ( 2Ki_45:1-6 ; 2Ki_48:9-14 ), su horror por las impurezas legales ( 2Ki_4:14 ; 2Ki_44:6-8 ) y su competencia para resolver casos de moral y derecho, función esta específica de los sacerdotes ( 2Ki_20:1 ). Pero su máxima preocupación es el Templo, ya sea el Templo presente, contaminado por toda suerte de ritos idólatras ( 2Ki_8:1-18 ), ya sea el Santuario de la nueva Jerusalén, donde la Gloria del Señor habitará para siempre ( 2Ki_43:1-9 ) y cuyo diseño él describe minuciosamente (caps. 40-48). El pensamiento y el estilo de Ezequiel están hondamente arraigados en la tradición sacerdotal, así como los de su contemporáneo Jeremías reflejan cierta influencia de la corriente "deuteronomista".
Sin embargo, Ezequiel fue ante todo un profeta. El Señor lo estableció como "un presagio para el pueblo de Israel" ( 2Ki_12:6 ; 2Ki_24:24 ), y él puso en evidencia ante los exiliados en Babilonia que había "un profeta en medio de ellos" ( 2Ki_2:5 ; 2Ki_33:33 ). Su función fue semejante a la del "centinela", encargado de dar el grito de alerta ante la inminencia del peligro y, al mismo tiempo, responsable de aquellos que se perdían por no haber sido alertados oportunamente ( 2Ki_3:16-21 ).
A través de sus escritos, Ezequiel se manifiesta como una personalidad sumamente desconcertante. El lector queda desorientado ante sus sorprendentes acciones simbólicas ( 2Ki_4:1-3 ; 2Ki_5:1-4 ; 2Ki_12:1-20 ), ante sus posturas extravagantes ( 2Ki_4:4-8 ) y sus transportes extáticos ( 2Ki_11:1-13 ; 2Ki_37:1-14 ; 2Ki_40:1-4 ). Estos mismos elementos ya habían aparecido en otros profetas anteriores a él. Pero mientras que Oseas, Isaías o Jeremías se valen de ellos con cierta discreción, Ezequiel parece complacerse en emplearlos hasta resultar chocante. Por ese modo de proceder, se lo ha tachado de "excéntrico" e incluso se ha pensado que padecía de ciertas perturbaciones síquicas. Lo cierto es que poseía un genio excepcionalmente sensible e imaginativo, a la vez que complejo y paradójico. Era un "visionario" en el mejor sentido del término. Pero eso no le impedía expresarse a veces con la fría precisión de un jurista y la sutileza de un casuista o bien detenerse minuciosamente en la seca enumeración de detalles arquitectónicos.
El libro de Ezequiel aparece a primera vista como un conjunto sólidamente estructurado. Después de la introducción dedicada a relatar la vocación del profeta (1. 4-3. 21), siguen cuatro partes que tratan temas bien definidos. Dentro de este plan lógico, es fácil descubrir algunas repeticiones, interrupciones bruscas y ampliaciones, debidas en gran parte al trabajo redaccional de los discípulos del profeta, que dieron al Libro su forma definitiva.
Los grandes temas de Ezequiel han encontrado un profundo eco en el Nuevo Testamento, sobre todo en el Evangelio según san Juan. La Morada definitiva de Dios entre los hombres, anunciada por Ezequiel (37. 27), es Jesucristo ( Joh_1:14 ). Él es también el Buen Pastor que congrega a su Pueblo ( Joh_34:11-16 ; Joh_10:11-16 ), lo hace renacer por el agua y el Espíritu ( Joh_36:25-27 ; Joh_3:5 ) y le da la Vida ( Joh_37:1-14 ; Joh_11:25-26 ). Las visiones de Ezequiel son asimismo el punto de partida de casi todas las imágenes con que el Apocalipsis describe la Nueva Jerusalén, cuyo Templo "es el Señor Dios todopoderoso y el Cordero" ( Rev_21:22 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas