Oseas  5 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 15 versitos |
1 ¡Escuchen esto, sacerdotes, presta atención, casa de Israel, atienden, casa del rey, porque el juicio es con ustedes! Sí, ustedes han sido una trampa en Mispá y una red tendida sobre el Tabor.
2 Ellos ahondaron la fosa de Sitím y yo los voy a corregir a todos.
3 Yo conozco a Efraím y no se me oculta Israel: porque tú, Efraím, has inducido a la prostitución, Israel se ha vuelto impuro.
4 Sus acciones no los dejan volver a su Dios, porque hay en medio de ellos un espíritu de prostitución y no conocen al Señor.
5 La arrogancia de Jacob atestigua contra él; Israel y Efraím tropiezan por su propia culpa y junto con ellos, también tropieza Judá.
6 Con sus rebaños y su ganado irán en busca del Señor, pero no lo encontrarán: él se ha librado de ellos.
7 Han traicionado al Señor, porque engendraron bastardos: ahora la luna nueva los va a devorar, a ellos junto con sus campos.
8 ¡Hagan sonar el cuerno en Guibeá y la trompeta en Ramá! ¡Den la alarma en Bet Aven! ¡Alerta, Benjamín!
9 Efraím será una desolación en el día del castigo; entre las tribus de Israel, yo hago saber una cosa cierta.
10 Los jefes de Judá han sido como los que desplazan los límites: sobre ellos derramaré mi furor a raudales.
11 Efraím está oprimido, se ha conculcado el derecho, porque él había resuelto ir detrás de la inmundicia.
12 Yo seré como polilla para Efraím y como caries para la casa de Judá.
13 Cuando Efraím vio su enfermedad y Judá su llaga, Efraím acudió a Asiria y Judá envió mensajeros al gran rey. Pero él no puede sanarlos ni curarlos de la llaga.
14 Porque yo soy como un león para Efraím y como un cachorro de león para la casa de Judá. Yo, yo mismo desgarraré y me iré, me llevaré la presa y nadie me la arrancará.
15 Yo me iré, regresaré a mi lugar, hasta que ellos se reconozcan culpables y busquen mi rostro: en su angustia, me buscarán ardientemente.

Patrocinio

 
 

Introducción a Oseas 


Oseas

Aunque su Libro ocupa el primer lugar en la colección de los doce Profetas llamados "menores", OSEAS comenzó a ejercer la actividad profética unos años después que Amós. Como este último, y a diferencia de Isaías, su gran contemporáneo de Jerusalén, Oseas predicó en el reino del Norte, a quien él llama "Israel", "Jacob" y más frecuentemente "Efraím". Su época fue un período de abierta decadencia. Después del largo y próspero reinado de Jeroboám II (787-747), el país se hundió en la anarquía. En quince años, cuatro reyes murieron asesinados. La realeza, dominada por las intrigas de los jefes militares, se debatía en medio de crisis constantes, provocadas por la incontenible expansión de Asiria, que conquistaba territorios, sometía a los pueblos, les imponía pesados tributos y les exigía una sumisión incondicional. En el libro de Oseas hay numerosas alusiones a este período turbulento, pero ningún indicio seguro nos permite saber si el profeta llegó a ver la caída de Samaría en el 722-721 a. C.
Todo el mensaje de Oseas tiene como tema principal el amor del Señor despreciado por su Pueblo. Su dramática experiencia conyugal le hizo penetrar en los secretos del corazón de Dios, que ama a Israel como un padre a su hijo y un esposo a su esposa. Él es el primero entre los profetas que describe la relación entre el Señor e Israel en términos de unión matrimonial. El Dios de Oseas es un Dios apasionado, que se expresa con el lenguaje del amor: él manifiesta su ternura, sus celos, su ardiente deseo de ser correspondido y su violenta indignación al verse traicionado. Pero esa ternura no es un signo de debilidad. Es la fuerza de Dios, capaz de transformar al hombre y de hacer desaparecer en él hasta el recuerdo del pecado. Por eso su última palabra no es de rechazo y de condenación, sino que anuncia en términos de "alianza" una maravillosa restauración, que tendrá dimensiones cósmicas (2. 20-22).
El texto hebreo de este Libro no está muy bien conservado y muchos pasajes del mismo resultan poco inteligibles. De ahí que la traducción sea con frecuencia conjetural. Como casi todos los libros proféticos, también el de Oseas fue escrito en parte por el mismo profeta y en parte por sus discípulos. Además, numerosos pasajes parecen ser más bien un resumen que una reproducción exacta de su predicación oral. Las frases breves y la expresión extremadamente concisa, que dan tanta fuerza y belleza al estilo de este profeta, lo hacen a veces oscuro y difícil.
El mensaje de Oseas ha dejado huellas profundas en el Antiguo Testamento. A partir de él, el simbolismo conyugal se hizo clásico en los escritos proféticos. El Nuevo Testamento, por su parte, cita pasajes de Oseas o se inspira en ellos no menos de quince veces. De una manera especial, san Pablo y el Apocalipsis aplican a la unión de Cristo con la Iglesia el símbolo del matrimonio de Dios con su Pueblo ( 2Co_11:2 ; Eph_5:25-33 ; Rev_19:7 ; Rev_21:2 ; Rev_22:17 ). Y san Juan llevará a su plenitud la revelación inaugurada por Oseas, al afirmar que "Dios es Amor" ( 1Jo_4:8 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

Patrocinio

Notas

Oseas  5,1-15

1. El "Tabor" es un monte que domina la llanura de lzreel, en cuya cima había un santuario.

2. "Sitím" era un lugar situado al este del Jordán, frente a Jericó. Según Num_25:1-3, fue allí donde los israelitas practicaron por primera vez los ritos de la fertilidad y rindieron culto a Baal.

4. Ver Jer_13:23; Jer_17:1.

7. "La luna nueva los va a devorar": esta expresión puede significar que el día de fiesta se convertirá en un día de luto, o bien, que el castigo ya está próximo.

13. Ver 2Re_15:19-20.