Oseas  8 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 14 versitos |
1 ¡Lleva a tu boca la trompeta! Como un águila, se abate la desgracia sobre la casa del Señor, porque ellos han transgredido mi alianza y se han rebelado contra mi Ley.
2 Ellos gritan hacia mí: "¡Dios mío, nosotros, los de Israel, te conocemos!".
3 Pero Israel ha rechazado el bien: el enemigo lo perseguirá.
4 Entronizaron reyes pero sin contar conmigo; designaron príncipes, pero sin mi aprobación. Se hicieron ídolos con su plata y su oro, para su propio exterminio.
5 Yo rechazo tu ternero, Samaría; mi ira se ha encendido contra ellos. ¿Hasta cuándo no podrán recobrar la inocencia?
6 Porque ese ternero proviene de Israel: lo hizo un artesano, y no es Dios. Sí, el ternero de Samaría quedará hecho pedazos.
7 Porque siembran vientos, recogerán tempestades. Tallos sin espiga no produce harina, y si la produce, se la tragarán los extranjeros.
8 ¡Israel ha sido tragado! Ahora están entre las naciones como un objeto sin valor,
9 porque ellos subieron a Asiria. El asno salvaje se queda solo, pero Efraím paga los amores con regalos.
10 Aunque hagan regalos entre las naciones, ahora los voy a reunir, y dentro de poco se retorcerán bajo el peso del rey de los príncipes.
11 Efraím multiplicó los altares para expiar el pecado, pero esos altares le han servido sólo para pecar.
12 Por más que escriba para él mis prescripciones de mi Ley, se las tendría por una cosa extraña.
13 En cuanto a los sacrificios que me ofrecen, ¡que los inmolen, que se coman la carne! ¡El Señor no los aceptará! Ahora, él se acordará de sus culpas y pedirá cuanta de sus pecados: entonces ellos regresarán a Egipto.
14 Israel se olvidó de su Creador y se construyó palacios Judá multiplicó sus plazas fuertes, pero no enviaré fuego a sus ciudades y él consumirá sus ciudadelas.

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Introducción a Oseas 


Oseas

Aunque su Libro ocupa el primer lugar en la colección de los doce Profetas llamados "menores", OSEAS comenzó a ejercer la actividad profética unos años después que Amós. Como este último, y a diferencia de Isaías, su gran contemporáneo de Jerusalén, Oseas predicó en el reino del Norte, a quien él llama "Israel", "Jacob" y más frecuentemente "Efraím". Su época fue un período de abierta decadencia. Después del largo y próspero reinado de Jeroboám II (787-747), el país se hundió en la anarquía. En quince años, cuatro reyes murieron asesinados. La realeza, dominada por las intrigas de los jefes militares, se debatía en medio de crisis constantes, provocadas por la incontenible expansión de Asiria, que conquistaba territorios, sometía a los pueblos, les imponía pesados tributos y les exigía una sumisión incondicional. En el libro de Oseas hay numerosas alusiones a este período turbulento, pero ningún indicio seguro nos permite saber si el profeta llegó a ver la caída de Samaría en el 722-721 a. C.
Todo el mensaje de Oseas tiene como tema principal el amor del Señor despreciado por su Pueblo. Su dramática experiencia conyugal le hizo penetrar en los secretos del corazón de Dios, que ama a Israel como un padre a su hijo y un esposo a su esposa. Él es el primero entre los profetas que describe la relación entre el Señor e Israel en términos de unión matrimonial. El Dios de Oseas es un Dios apasionado, que se expresa con el lenguaje del amor: él manifiesta su ternura, sus celos, su ardiente deseo de ser correspondido y su violenta indignación al verse traicionado. Pero esa ternura no es un signo de debilidad. Es la fuerza de Dios, capaz de transformar al hombre y de hacer desaparecer en él hasta el recuerdo del pecado. Por eso su última palabra no es de rechazo y de condenación, sino que anuncia en términos de "alianza" una maravillosa restauración, que tendrá dimensiones cósmicas (2. 20-22).
El texto hebreo de este Libro no está muy bien conservado y muchos pasajes del mismo resultan poco inteligibles. De ahí que la traducción sea con frecuencia conjetural. Como casi todos los libros proféticos, también el de Oseas fue escrito en parte por el mismo profeta y en parte por sus discípulos. Además, numerosos pasajes parecen ser más bien un resumen que una reproducción exacta de su predicación oral. Las frases breves y la expresión extremadamente concisa, que dan tanta fuerza y belleza al estilo de este profeta, lo hacen a veces oscuro y difícil.
El mensaje de Oseas ha dejado huellas profundas en el Antiguo Testamento. A partir de él, el simbolismo conyugal se hizo clásico en los escritos proféticos. El Nuevo Testamento, por su parte, cita pasajes de Oseas o se inspira en ellos no menos de quince veces. De una manera especial, san Pablo y el Apocalipsis aplican a la unión de Cristo con la Iglesia el símbolo del matrimonio de Dios con su Pueblo ( 2Co_11:2 ; Eph_5:25-33 ; Rev_19:7 ; Rev_21:2 ; Rev_22:17 ). Y san Juan llevará a su plenitud la revelación inaugurada por Oseas, al afirmar que "Dios es Amor" ( 1Jo_4:8 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Oseas  8,1-14

1. La "casa del Señor", en este contexto, no es el Templo sino todo el territorio de Israel (9. 15; Jer_12:7; Zac_9:8).

5. Ver 1Re_12:26-30.

11-13. Ver nota Isa_1:11-17.