Joel
El texto bíblico no proporciona ninguna información sobre la persona y la vida de JOEL, cuyo nombre significa "El Señor es Dios". Tampoco ofrece datos precisos para determinar la fecha en que el profeta consignó por escrito su mensaje, si bien todo parece indicar que fue después del exilio, hacia el 400 a. C., cuando el Templo ya había sido restaurado. El libro de Joel ocupa un puesto relevante en la literatura hebrea por el vuelo poético de su lenguaje y el vigor de sus imágenes.
La predicación de Joel tiene un trasfondo marcadamente litúrgico. Él manifiesta un especial conocimiento del culto y le atribuye una gran importancia, lo mismo que Ageo y Zacarías. A raíz de esto, se suele afirmar con razón que Joel era un profeta dedicado al servicio del Templo y que sus oráculos -al menos en parte- son una profecía "cultual", es decir, un mensaje profético proclamado en el marco de una asamblea litúrgica. Sin embargo, no hay nada en el Libro que pueda ser tachado de ritualismo. En él no se encuentran prescripciones minuciosas relativas al culto, tan frecuentes en Ezequiel, y ni siquiera reproches por los abusos cometidos en la celebración de los ritos, como los que deplora Malaquías. Lo que más preocupa a Joel es la conversión interior: "Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios" (2. 13). Por eso su predicación ha encontrado un eco profundo en la liturgia penitencial de la Iglesia.
Joel 3,1-21
1. Moisés había expresado el deseo de ver al pueblo de Israel lleno del "espíritu" del Señor ( Num_11:29). Joel anuncía aquí que este deseo se cumplirá al fin de los tiempos. En otros textos proféticos ( Eze_36:25-27; Eze_39:29), la acción del espírítu aparece vinculada, sobre todo, a la renovación moral del hombre y a la transformación de su corazón. Joel destaca, en cambio, los efectos carismáticos de la efusión del espírítu. Los "sueños" y las "visiones" son medios que utiliza Dios para comunicarse con los hombres ( Num_12:6). Estos carismas, reservados antes a los profetas, serán en la era mesiánica patrimonio común de todo el pueblo.
2. "Josafat", en hebreo, significa "el Señor juzga". Por eso se emplea este nombre para designar simbólicamente el lugar del Juicio final. En el v. 14, ese mismo sitio es llamado "valle de la Decisión".
5. "Todo el que invoque el nombre del Señor": en la perspectiva de Joel los que invocan el nombre del Señor son los israelitas. Ellos encontrarán un refugio en Jerusalén, mientras que las naciones caerán bajo el implacable juicio de Dios (4. 2, 9-13). Pablo, en cambio, cita estas mismas palabras para demostrar que la salvación está destinada a todos los creyentes indistintamente, sean judíos o paganos ( Rom_10:12-13). También en Hec_2:17-21 toda esta profecía es reinterpretada en sentido universalista, señalando su cumplimiento el día de Pentecostés.
6. Los "habitantes de Javán" eran los jonios, población de habla y cultura griega que se había instalado en las islas del mar Egeo y en las costas de Asia Menor. Por extensión, este nombre se aplicó también a todos los griegos ( Gen_10:2-4; Eze_27:13; Zac_9:13).
8. Los "sabeos" habitaban en el sur de Arabia. La Biblia los menciona, sobre todo, como proveedores de incienso, especias, oro y piedras preciosas ( 1Re_10:1-3; Jer_6:20; Eze_27:22).
9. "íSantifíquense para el combate!": los israelitas consideraban la guerra como un rito sagrado ( Jer_6:4; Miq_3:5) y se preparaban para ella mediante ciertas purificaciones rituales, incluida la abstención sexual ( 1Sa_21:6; 2Sa_11:11 ).
10. "Forjen espadas con sus azadones": Joel emplea los mismos términos que Isa_2:4; Miq_4:3, pero en sentido contrarío.
13. La "mies" madura, las uvas puestas en el "lagar" y las "cubas" desbordantes de vino simbolizan la enormidad de los crímenes cometidos por las naciones ( Isa_63:2-6; Apo_14:15).
15. Ver nota 2. 10.
16. Ver Amo_1:2; Jer_25:30; Sal_46:2-3.
18. Como en la visión de Eze_47:1-2, el "manantial" que brota del Templo simboliza las bendiciones que Dios concederá a su Pueblo. La verdadera culminación del Día del Señor no será el juicio y la destrucción, sino el triunfo de la justicia y la nueva creación. Ver Amo_9:13. Las "acacias", en este contexto apocalíptico, son el símbolo de una abundancia y prosperidad inusitadas.