Levítico 15 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 33 versitos |
1 El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
2 Hablen en estos términos a los israelitas: Si un hombre sufre de blenorrea, su flujo es impuro.
3 Ya sea que su miembro deje salir el flujo, o que se obstruya a causa del mismo, su impureza consistirá en lo siguiente:
4 Cualquier lecho donde ese hombre se acueste y cualquier mueble donde se siente, serán impuros.
5 El que toque su lecho deberá lavar su ropa, se bañará con agua y será impuro hasta la tarde.
6 El que se siente en un mueble donde se haya sentado ese hombre, deberá lavar su ropa y bañarse con agua, y será impuro hasta la tarde.
7 El que toque el cuerpo del hombre que tiene el flujo, deberá lavar su ropa y bañarse con agua, y será impuro hasta la tarde.
8 Si el enfermo escupe a una persona pura, esta deberá lavar su ropa y bañarse con agua, y será impura hasta la tarde.
9 Toda montura sobre la que haya montado el enfermo, será impura.
10 Cualquiera que toque algún objeto que haya estado debajo de él, será impuro hasta la tarde. Y el que transporte ese objeto, deberá lavar su ropa y bañarse con agua, y será impuro hasta la tarde.
11 El que haya sido tocado por alguien que padece de ese flujo y no se haya lavado cuidadosamente las manos, deberá lavar su ropa y bañarse con agua, y será impuro hasta la tarde.
12 La vasija de barro que toque el enfermo deberá ser rota, y cualquier otro utensilio de madera deberá ser lavado con agua.
13 Si el hombre que tiene el flujo se cura, contará siete días para su purificación. Entonces lavará su ropa, se bañará en el agua de un manantial, y será puro.
14 Al octavo día, se procurará dos torcazas o dos pichones de paloma, irá a presentarse delante del Señor, a la entrada de la Carpa del encuentro, y los entregará al sacerdote.
15 Este los ofrecerá, uno como sacrificio por el pecado y el otro como holocausto. De esta manera, el sacerdote practicará el rito de expiación delante del Señor, en favor de ese hombre, a causa de su flujo.
16 Si un hombre tiene una eyaculación, lavará con agua todo su cuerpo, y será impuro hasta la tarde.
17 La ropa o el cuero sobre los que se haya derramado semen, deberá ser lavado con agua y será impuro hasta la tarde.
18 Y si un hombre tiene relaciones sexuales con su mujer, los dos se bañarán con agua y serán impuros hasta la tarde.
19 Cuando una mujer tenga su menstruación, será impura durante siete días, y el que la toque será impuro hasta la tarde.
20 Cualquier objeto sobre el que ella se recueste o se siente mientras dure su estado de impureza, será impuro.
21 El que toque su lecho deberá lavar su ropa y bañarse con agua, y será impuro hasta la tarde.
22 El que toque algún mueble sobre el que ella se sentado, deberá lavar su ropa y bañarse con agua, y será impuro hasta la tarde.
23 Si alguien toca un objeto que está sobre el lecho o sobre el mueble donde ella se sienta, será impuro hasta la tarde.
24 Si un hombre se acuesta con ella, la impureza de la mujer se transmite a él; será impuro durante siete días, y cualquier lecho sobre el que se acueste, será impuro.
25 Cuando una mujer tenga un flujo de sangre durante varios días, fuera del período menstrual, o cuando la menstruación se prolongue más de lo debido, será impura mientras dure el flujo, como lo es durante la menstruación.
26 Todo lecho en el que se acueste y todo mueble sobre el que se siente será impuro, lo mismo que durante el período menstrual.
27 El que los toque será impuro: deberá lavar su ropa y bañarse con agua, y será impuro hasta la tarde.
28 Una vez que cese el flujo, la mujer contará siete días, y después será pura.
29 Al octavo día, conseguirá dos torcazas o dos pichones de paloma, y los presentará al sacerdotes, a la entrada de la Carpa del Encuentro.
30 El sacerdote los ofrecerá, uno como sacrificio por el pecado y el otro como holocausto. De esta manera, practicará el rito de expiación delante del Señor, en favor de esa mujer, a causa de la impureza de su flujo.
31 Ustedes deberán prevenir a los israelitas sobre sus impurezas, a fin de que no mueran a causa de ellas, por haber manchado mi Morada, que está en medio de ellos.
32 Este es el ritual concerniente a la persona que padece de flujo: al que tiene una eyaculación y por eso incurre en impureza;
33 a la mujer indispuesta debido a su menstruación; al hombre o a la mujer que padecen de flujo; y al hombre que se acuesta con una mujer impura.

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Introducción a Levítico


Levítico


Los judíos de habla griega llamaron LEVÍTICO al tercer libro del Pentateuco. Este nombre da una idea bastante adecuada de su contenido, porque el mismo consta casi exclusivamente de las prescripciones rituales que debían poner en práctica los sacerdotes de la tribu de Leví.
La primera parte del Levítico está dedicada al ritual de los sacrificios (caps. 1-7). Luego vienen el ceremonial para la investidura de los sacerdotes (caps. 8-10), y la ley sobre lo puro y lo impuro (caps. 11-15), que concluye con el ritual para el gran Día de la Expiación (cap. 16). Los caps. 17-26 contienen la así llamada "Ley de Santidad", que se cierra con una serie de bendiciones y maldiciones. A modo de Apéndice, el cap. 27 determina las condiciones para el rescate de las personas, los animales y los bienes consagrados al Señor.
El Levítico pertenece en su totalidad a la tradición "sacerdotal". De allí su estilo minucioso y preciso, sobrecargado de términos técnicos y de repeticiones. Esta es una característica de todas las legislaciones cultuales, que se extienden hasta los más mínimos detalles para asegurar la eficacia de los ritos.
Aunque el Libro recibió su forma definitiva en la comunidad postexílica, algunos de los elementos que lo integran tienen un origen muy antiguo. Las prohibiciones alimenticias (cap. 11) y las reglas relativas a la pureza (caps. 13-15) conservan vestigios de una edad primitiva, cargada de tabúes y concepciones mágicas. El ceremonial del gran Día de la Expiación (cap. 16) yuxtapone a un rito arcaico un concepto muy elevado del pecado.
Como en el resto del Pentateuco, las leyes están encuadradas en un marco narrativo. Pero en el Levítico ese marco es muy simple, y se reduce casi siempre a una fórmula convencional, que hace depender todo el culto israelita de una orden dada por Dios a Moisés en el Sinaí. Así se pone de relieve la relación del culto con la Alianza.
La lectura del Levítico deja casi inevitablemente la impresión de que su contenido pertenece a una cultura lejana y extraña al hombre moderno. Esto es verdad, pero visto en su contexto histórico, el Libro atestigua un sentido muy profundo de la trascendencia divina y de la preocupación por formar un Pueblo santo, consagrado al culto del verdadero Dios en medio de las naciones paganas.
La antigua Ley no era más que "la sombra de los bienes futuros" ( Heb_10:1 ), y el único Sacrificio de Cristo hizo caducar todo el ceremonial del antiguo Templo. Pero las exigencias de santidad y de pureza en el servicio de Dios siguen siendo siempre válidas, y la referencia al Levítico es indispensable para entender muchos pasajes del Nuevo Testamento, que nos hablan de Cristo y de su Sacrificio redentor.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas