Levítico 19 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 37 versitos |
1 El Señor dijo a Moisés:
2 Habla en estos términos a toda la comunidad de Israel: Ustedes serán santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo.
3 Respetarán a su madre y a su padre, y observarán mis sábados. Yo soy el Señor, su Dios.
4 No se volverán hacia los ídolos ni se fabricarán dioses de metal fundido. Yo soy el Señor, su Dios.
5 Cuando ofrezcan al Señor un sacrificio de comunión, lo harán de tal manera que les sea aceptado.
6 La víctima deberá ser comida el mismo día en que ofrezcan el sacrificio, o al día siguiente, y lo que quede para el tercer día, será quemado.
7 Y si alguien come algo al tercer día, la víctima no le será aceptada, porque se ha convertido en algo nocivo.
8 El que la coma, cargará con su culpa, porque ha profanado lo que está consagrado al Señor: esa persona será excluida de su pueblo.
9 En el momento de recoger la cosecha, no segarás todo el campo hasta sus bordes, ni volverás a buscar las espigas que queden.
10 No sacarás hasta el último racimo de tu viña ni recogerás los frutos caídos, sino que los dejarás para el pobre y el extranjero. Yo soy el Señor, tu Dios.
11 Ustedes no robarán, no mentirán ni se engañarán unos a otros.
12 No jurarán en falso por mi Nombre, porque profanarían el nombre de su Dios. Yo soy el Señor.
13 No oprimirás a tu prójimo ni lo despojarás; y no retendrás hasta la mañana siguiente el salario del jornalero.
14 No insultarás a un ciego, sino que temerás a tu Dios. Yo soy el Señor.
15 No cometerás ninguna injusticia en los juicios. No favorecerás arbitrariamente al pobre ni te mostrarás complaciente con el rico: juzgarás a tu prójimo con justicia.
16 No difamarás a tus compatriotas, ni pondrás en peligro la vida de tu prójimo. Yo soy el señor.
17 No odiarás a tu hermano en tu corazón: deberás reprenderlo convenientemente, para no cargar con un pecado a causa de él.
18 No serás vengativo con tus compatriotas ni les guardarás rencor. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.
19 Ustedes observarán mis preceptos. No cruzarás tu ganado con animales de otra especie. No sembrarás en tu campo dos clases distintas de semilla. No usarás ropa confeccionada con materiales diversos.
20 Si un hombre tiene relaciones sexuales con una esclava reservada a otro hombre, pero que no ha sido rescatada ni puesta en libertad, se pagará una indemnización: ellos no serán castigados con la pena de muerte, porque la mujer no es libre.
21 El hombre llevará un carnero a la entrada de la Carpa del Encuentro, como sacrificio de reparación al Señor.
22 El sacerdote practicará con el carnero el rito de expiación en favor de ese hombre, delante del Señor, por el pecado que cometió, y el pecado le será perdonado.
23 Cuando entren en la tierra y planten árboles frutales de todas clases, deberán considerar sus frutos como algo prohibido: durante tres años los dejarán incircuncisos, y no se los podrá comer.
24 Al cuarto año, todos sus frutos serán consagrados en una fiesta de alabanza al Señor.
25 Y sólo en el quinto año, podrán comer los fruto y almacenar el producto para provecho de ustedes mismos. Yo soy el señor, su Dios.
26 Ustedes no comerán nada que tenga sangre. No practicarán la magia ni la adivinación.
27 No se cortarán el borde de la cabellera en forma de círculo, ni cortarás el borde de tu barba.
28 No se harán incisiones en la carne a causa de los muertos, ni tampoco se harán tatuajes. Yo soy el Señor.
29 No profanarás a tu hija, prostituyéndola, no sea que también la tierra se prostituya y se llene de depravación.
30 Observarán mis sábados y respetarán mi Santuario. Yo soy el Señor.
31 No acudirán a los espíritus de los muertos ni consultarán a otros espíritus, haciéndose impuros a causa de ellos. Yo soy el Señor, su Dios.
32 Te levantarás delante del anciano, y serás respetuoso con las personas de edad. Así temerás a tu Dios. Yo soy el Señor.
33 Cuando un extranjero resida contigo en tu tierra, no lo molestarás.
34 El será para ustedes como uno de sus compatriotas y lo amarás como a ti mismo, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto. Yo soy el Señor, su Dios.
35 No cometerán ninguna injusticia en los juicios, ni falsearán las medidas de longitud, de peso o de capacidad.
36 Ustedes deberán tener una balanza justa, una pesa justa y una medida justa. Yo soy el Señor, su Dios, que los hice salir de Egipto.
37 Observen fielmente todos mis preceptos y todas mis leyes. Yo soy el Señor.

Patrocinio

 
 

Introducción a Levítico


Levítico


Los judíos de habla griega llamaron LEVÍTICO al tercer libro del Pentateuco. Este nombre da una idea bastante adecuada de su contenido, porque el mismo consta casi exclusivamente de las prescripciones rituales que debían poner en práctica los sacerdotes de la tribu de Leví.
La primera parte del Levítico está dedicada al ritual de los sacrificios (caps. 1-7). Luego vienen el ceremonial para la investidura de los sacerdotes (caps. 8-10), y la ley sobre lo puro y lo impuro (caps. 11-15), que concluye con el ritual para el gran Día de la Expiación (cap. 16). Los caps. 17-26 contienen la así llamada "Ley de Santidad", que se cierra con una serie de bendiciones y maldiciones. A modo de Apéndice, el cap. 27 determina las condiciones para el rescate de las personas, los animales y los bienes consagrados al Señor.
El Levítico pertenece en su totalidad a la tradición "sacerdotal". De allí su estilo minucioso y preciso, sobrecargado de términos técnicos y de repeticiones. Esta es una característica de todas las legislaciones cultuales, que se extienden hasta los más mínimos detalles para asegurar la eficacia de los ritos.
Aunque el Libro recibió su forma definitiva en la comunidad postexílica, algunos de los elementos que lo integran tienen un origen muy antiguo. Las prohibiciones alimenticias (cap. 11) y las reglas relativas a la pureza (caps. 13-15) conservan vestigios de una edad primitiva, cargada de tabúes y concepciones mágicas. El ceremonial del gran Día de la Expiación (cap. 16) yuxtapone a un rito arcaico un concepto muy elevado del pecado.
Como en el resto del Pentateuco, las leyes están encuadradas en un marco narrativo. Pero en el Levítico ese marco es muy simple, y se reduce casi siempre a una fórmula convencional, que hace depender todo el culto israelita de una orden dada por Dios a Moisés en el Sinaí. Así se pone de relieve la relación del culto con la Alianza.
La lectura del Levítico deja casi inevitablemente la impresión de que su contenido pertenece a una cultura lejana y extraña al hombre moderno. Esto es verdad, pero visto en su contexto histórico, el Libro atestigua un sentido muy profundo de la trascendencia divina y de la preocupación por formar un Pueblo santo, consagrado al culto del verdadero Dios en medio de las naciones paganas.
La antigua Ley no era más que "la sombra de los bienes futuros" ( Heb_10:1 ), y el único Sacrificio de Cristo hizo caducar todo el ceremonial del antiguo Templo. Pero las exigencias de santidad y de pureza en el servicio de Dios siguen siendo siempre válidas, y la referencia al Levítico es indispensable para entender muchos pasajes del Nuevo Testamento, que nos hablan de Cristo y de su Sacrificio redentor.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

Patrocinio

Notas

Levítico 19,1-37

9-10. Esta costumbre se remonta sin duda a una concepción antigua según la cual había que dejar algo a los espíritus del campo, para no poner en peligro la próxima cosecha. La ley israelita transformó esta costumbre en una prescripción de carácter social.

18. Ver Mat_22:39.

19. Estas tres prohibiciones condenan ciertas prácticas a las que se atribuía un significado mágico.

23-25. Esta prescripción es semejante a la prohibición de comer los frutos de la nueva cosecha antes de ofrecer las primicias (23. 14): el hombre no puede comer los productos del campo o del rebaño sin haber devuelto antes lo que pertenece a Dios, de quien procede la fecundidad.

26-28. La adivinación, la hechicería y los ritos condenados en los vs. 27-28, eran frecuentes entre los cananeos.