Levítico 21 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 24 versitos |
1 El Señor dijo a Moisés: Habla en estos términos a los sacerdotes hijos de Aarón: Nadie deberá incurrir en impureza por el cadáver de alguno de los suyos,
2 a no ser que se trate de un paciente muy cercano: su madre, su padre, su hijo, su hija o su hermano;
3 o por el cadáver de una hermana virgen, que estaba muy próxima a él, porque aún no se había casado.
4 Pero nadie podrá incurrir en impureza ni profanarse por una mujer casada de su familia.
5 Los sacerdotes no se raparán la cabeza, ni se cortarán los bordes de la barba, ni se harán incisiones en el cuerpo.
6 Estarán consagrados a su Dios y no profanaran el nombre de su Dios; porque son los presentan las ofrendas que se queman para el Señor -el alimento de su Dios- y por eso deben ser santos.
7 Tampoco se casarán con una mujer envilecida por la prostitución, ni con una mujer divorciada de su marido, porque el sacerdote está consagrado a su Dios.
8 Deberás considerarlo santo, porque él ofrece el alimento de tu Dios. Será santo para ti, porque yo, el Señor que te santifico, soy santo.
9 Si la hija de un sacerdote se envilece a sí misma prostituyéndose, envilece a su propio padre, y por eso será quemada.
10 El sacerdote que tiene la preeminencia entre sus hermanos, aquel sobre cuya cabeza fue derramado el óleo de la unción y que recibió la investidura para usar los ornamentos, no llevará los cabellos sueltos ni rasgará sus vestiduras;
11 no entrará donde haya un cadáver ni incurrirá en impureza, aunque sea por su padre o por su madre.
12 Tampoco se alejará del Santuario de Dios, para no profanarlo, porque él tiene sobre sí la consagración conferida con el óleo de la unción de su dios. Yo soy el Señor.
13 El sacerdote deberá tomar por esposa a una virgen.
14 No se casará con una viuda, ni con una divorciada, ni con una mujer envilecida por la prostitución. Lo hará solamente con una virgen de su propio pueblo,
15 para no profanar su descendencia en medio de su pueblo, porque yo soy el señor, que lo santifico.
16 El Señor siguió diciendo a Moisés:
17 Habla en estos términos a Aarón: Ninguno de tus descendientes que tenga un defecto corporal se acercará a ofrecer el alimento de su Dios, a lo largo de las generaciones.
18 No podrá acercarse nadie que tenga un defecto corporal: ninguno que sea ciego, rengo, desfigurado o deforme;
19 que tenga la pierna o el brazo rotos;
20 que sea jorobado o raquítico; que tenga una mancha en los ojos; que está enfermo de sarna o de tiña, o que esté castrado.
21 Ningún descendiente del sacerdote Aarón que tenga un defecto presentará las ofrendas que se queman para el Señor; por tener un defecto, no se acercará a presentar el alimento de su Dios.
22 Podrá comer, en cambio, el alimento de su dios, tanto las cosas santísimas como olas santas.
23 Pero no entrará detrás del velo ni se acercará al altar; él tiene un defecto corporal y no debe profanar esos lugares que me están consagrados, porque yo soy el Señor, que los santifico.
24 Así habló Moisés a Aarón y a sus hijos, y a todos los israelitas.

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Introducción a Levítico


Levítico


Los judíos de habla griega llamaron LEVÍTICO al tercer libro del Pentateuco. Este nombre da una idea bastante adecuada de su contenido, porque el mismo consta casi exclusivamente de las prescripciones rituales que debían poner en práctica los sacerdotes de la tribu de Leví.
La primera parte del Levítico está dedicada al ritual de los sacrificios (caps. 1-7). Luego vienen el ceremonial para la investidura de los sacerdotes (caps. 8-10), y la ley sobre lo puro y lo impuro (caps. 11-15), que concluye con el ritual para el gran Día de la Expiación (cap. 16). Los caps. 17-26 contienen la así llamada "Ley de Santidad", que se cierra con una serie de bendiciones y maldiciones. A modo de Apéndice, el cap. 27 determina las condiciones para el rescate de las personas, los animales y los bienes consagrados al Señor.
El Levítico pertenece en su totalidad a la tradición "sacerdotal". De allí su estilo minucioso y preciso, sobrecargado de términos técnicos y de repeticiones. Esta es una característica de todas las legislaciones cultuales, que se extienden hasta los más mínimos detalles para asegurar la eficacia de los ritos.
Aunque el Libro recibió su forma definitiva en la comunidad postexílica, algunos de los elementos que lo integran tienen un origen muy antiguo. Las prohibiciones alimenticias (cap. 11) y las reglas relativas a la pureza (caps. 13-15) conservan vestigios de una edad primitiva, cargada de tabúes y concepciones mágicas. El ceremonial del gran Día de la Expiación (cap. 16) yuxtapone a un rito arcaico un concepto muy elevado del pecado.
Como en el resto del Pentateuco, las leyes están encuadradas en un marco narrativo. Pero en el Levítico ese marco es muy simple, y se reduce casi siempre a una fórmula convencional, que hace depender todo el culto israelita de una orden dada por Dios a Moisés en el Sinaí. Así se pone de relieve la relación del culto con la Alianza.
La lectura del Levítico deja casi inevitablemente la impresión de que su contenido pertenece a una cultura lejana y extraña al hombre moderno. Esto es verdad, pero visto en su contexto histórico, el Libro atestigua un sentido muy profundo de la trascendencia divina y de la preocupación por formar un Pueblo santo, consagrado al culto del verdadero Dios en medio de las naciones paganas.
La antigua Ley no era más que "la sombra de los bienes futuros" ( Heb_10:1 ), y el único Sacrificio de Cristo hizo caducar todo el ceremonial del antiguo Templo. Pero las exigencias de santidad y de pureza en el servicio de Dios siguen siendo siempre válidas, y la referencia al Levítico es indispensable para entender muchos pasajes del Nuevo Testamento, que nos hablan de Cristo y de su Sacrificio redentor.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas