Levítico 26 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 46 versitos |
1 No se fabriquen ídolos ni se erijan imágenes o piedras conmemorativas; no pongan en su tierra piedras grabadas para postrarse delante de ellas, porque yo soy el Señor, su Dios.
2 Observen mis sábados y respeten mi Santuario. Yo soy el Señor.
3 Si ustedes viven conforme a mis preceptos y observan fielmente mis mandamientos,
4 yo enviaré las lluvias a su debido tiempo, y así la tierra dará sus productos y las plantas del campo, sus frutos.
5 Entonces el tiempo de la trilla se prolongará hasta la vendimia y la vendimia, hasta la siembra. Comerán pan hasta saciarse y habitarán seguros en su tierra.
6 Yo aseguraré la paz en el país y ustedes descansarán sin que nadie los perturbe: alejaré del país los animales dañinos y ninguna espada asolará la tierra
7 Perseguirán a sus enemigos, y ellos caerán bajo la espada delante de ustedes.
8 Cinco de ustedes perseguirán a cien, y cien a diez mil; y sus enemigos caerán bajo la espada delante de ustedes.
9 Yo los miraré con bondad, los haré fecundos y numerosos, y mantendré mi alianza con ustedes.
10 Comerán grano viejo largamente almacenado, y tendrán que tirar el grano viejo para dar lugar al nuevo.
11 Yo pondré mi Morada en medio de ustedes y no les tendré aversión;
12 siempre estaré presente entre ustedes: ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios.
13 Yo soy el Señor, su Dios, el que los hice salir de Egipto para que no fueran más sus esclavos. Yo rompí las barras de su yugo y los hice caminar con la cabeza erguida.
14 Pero si no me obedecen y no cumplen todos estos mandamientos;
15 si desprecian mis preceptos y muestran aversión por mis leyes; si dejan de practicar mis mandamientos y quebrantan mi alianza,
16 yo, a mi vez, los trataré de la misma manera: haré que el terror los domine -la debilidad y la fiebre que consumen los ojos y desgastan la vida-. En vano plantarán sus semillas, porque las comerán sus enemigos.
17 Yo volveré mi rostro contra ustedes y serán derrotados por sus enemigos; quedarán sometidos a sus adversarios y huirán aunque nadie los persiga.
18 Y si pesar de esto no me obedecen, seguiré corrigiéndolos siete veces más a causa de sus pecados.
19 Humillaré esa enorme soberbia, haciendo que el cielo sea para ustedes como hierro y la tierra como bronce.
20 Entonces agotarán sus fuerzas en vano, porque la tierra no dará sus productos ni las plantas del campo, sus frutos.
21 Y si me siguen contrariando y rehúsan obedecerme, volveré a castigarlos siete veces más a causa de sus pecados.
22 Enviaré contra ustedes las fieras del campo, para que les arrebaten a sus hijos y exterminen su ganado. Ellas las diezmarán, y los caminos de ustedes quedarán desiertos.
23 Y si a pesar de eso no se corrigen y me siguen contrariando,
24 yo también me pondré contra ustedes y los castigaré siete veces más a causa de sus pecados.
25 Atraeré contra ustedes una espada que vengará la transgresión de la alianza. Entonces buscarán refugio en sus ciudades, pero les enviaré la peste y caerán en poder del enemigo.
26 Cuando los prive del sustento diario, diez mujeres cocerán su pan en su horno, y lo distribuirán tan bien medido, que ustedes comerán pero no se saciarán.
27 Y si a pesar de eso no me obedecen y continúan contrariándome,
28 yo los trataré con indignación y los reprenderé severamente siete veces más, a causa de sus pecados.
29 Comerán la carne de sus hijos y de sus hijas,
30 y yo destruiré sus lugares altos, derribaré los altares donde ofrecen incienso, y arrojaré los cadáveres de ustedes sobre sus ídolos inertes. Les tendré aversión,
31 convertiré sus ciudades en ruinas, asolaré sus santuarios, y ya no aspiraré el aroma de sus sacrificios.
32 Devastaré la tierra, hasta tal punto que sus mismos enemigos quedarán espantados cuando vengan a ocuparla.
33 Los dispersaré entre las naciones y desenvainaré la espada detrás de ustedes. Así el país se convertirá en un desierto y sus ciudades, en ruinas.
34 Y durante todo el tiempo en que estará desolada, mientras ustedes vivan en el país de sus enemigos, la tierra pagará los años sabáticos que adeuda.
35 En todo el tiempo de la desolación, ella observará por fin el descanso que no observó en sus años sabáticos, cuando ustedes la habitaban.
36 A los sobrevivientes los llenaré de pánico en la tierra de sus enemigos: el ruido que produce una hoja al caer, los ahuyentará: huirán como quien huye de la espada, y caerán aunque nadie los persiga.
37 Sin ser perseguidos, se atropellarán unos a otros como si tuvieran delante una espada. Ustedes no podrán sostenerse en pie delante de sus adversarios,
38 sino que perecerán entre las naciones y se los tragará la tierra de sus enemigos.
39 Y aquellos que sobrevivan aún, se consumirán en la tierra de sus enemigos, a causa de sus propias culpas, y también a causa de las culpas de sus padres.
40 Entonces confesarán las culpas, que ellos y sus padres cometieron por haberme sido infieles, y sobre todo, por haberse puesto contra mí.
41 Pero yo también me pondré contra ellos y los llevaré al país de sus enemigos. Así se humillará su corazón incircunciso y pagarán sus culpas.
42 Yo me acordaré de mi alianza con Jacob, con Isaac y con Abraham, y me acordaré de la tierra.
43 Pero antes, la tierra quedará abandonada y pagará los años sabáticos que adeuda, mientras esté desolada por la ausencia de ellos; y también pagarán sus culpas, ya que despreciaron mis leyes y sintieron aversión por mis preceptos.
44 Pero aún entonces, cuando estén en la tierra de sus enemigos, yo no los rechazaré ni sentiré aversión por ellos hasta el punto de aniquilarlos y de anular mi alianza con ellos: porque yo soy el Señor, su Dios.
45 Me acordaré en favor de ellos de la alianza que establecí con sus antepasados, con los que hice salir de Egipto a la vista de las naciones para ser su Dios. Yo, el Señor.
46 Estos son los preceptos, las leyes y las instrucciones que el Señor estableció entre él y los israelitas sobre la montaña del Sinaí, por intermedio de Moisés.

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Introducción a Levítico


Levítico


Los judíos de habla griega llamaron LEVÍTICO al tercer libro del Pentateuco. Este nombre da una idea bastante adecuada de su contenido, porque el mismo consta casi exclusivamente de las prescripciones rituales que debían poner en práctica los sacerdotes de la tribu de Leví.
La primera parte del Levítico está dedicada al ritual de los sacrificios (caps. 1-7). Luego vienen el ceremonial para la investidura de los sacerdotes (caps. 8-10), y la ley sobre lo puro y lo impuro (caps. 11-15), que concluye con el ritual para el gran Día de la Expiación (cap. 16). Los caps. 17-26 contienen la así llamada "Ley de Santidad", que se cierra con una serie de bendiciones y maldiciones. A modo de Apéndice, el cap. 27 determina las condiciones para el rescate de las personas, los animales y los bienes consagrados al Señor.
El Levítico pertenece en su totalidad a la tradición "sacerdotal". De allí su estilo minucioso y preciso, sobrecargado de términos técnicos y de repeticiones. Esta es una característica de todas las legislaciones cultuales, que se extienden hasta los más mínimos detalles para asegurar la eficacia de los ritos.
Aunque el Libro recibió su forma definitiva en la comunidad postexílica, algunos de los elementos que lo integran tienen un origen muy antiguo. Las prohibiciones alimenticias (cap. 11) y las reglas relativas a la pureza (caps. 13-15) conservan vestigios de una edad primitiva, cargada de tabúes y concepciones mágicas. El ceremonial del gran Día de la Expiación (cap. 16) yuxtapone a un rito arcaico un concepto muy elevado del pecado.
Como en el resto del Pentateuco, las leyes están encuadradas en un marco narrativo. Pero en el Levítico ese marco es muy simple, y se reduce casi siempre a una fórmula convencional, que hace depender todo el culto israelita de una orden dada por Dios a Moisés en el Sinaí. Así se pone de relieve la relación del culto con la Alianza.
La lectura del Levítico deja casi inevitablemente la impresión de que su contenido pertenece a una cultura lejana y extraña al hombre moderno. Esto es verdad, pero visto en su contexto histórico, el Libro atestigua un sentido muy profundo de la trascendencia divina y de la preocupación por formar un Pueblo santo, consagrado al culto del verdadero Dios en medio de las naciones paganas.
La antigua Ley no era más que "la sombra de los bienes futuros" ( Heb_10:1 ), y el único Sacrificio de Cristo hizo caducar todo el ceremonial del antiguo Templo. Pero las exigencias de santidad y de pureza en el servicio de Dios siguen siendo siempre válidas, y la referencia al Levítico es indispensable para entender muchos pasajes del Nuevo Testamento, que nos hablan de Cristo y de su Sacrificio redentor.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas