Levítico 7 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 38 versitos |
1 Este es el ritual del sacrificio de reparación: La víctima de este sacrificio es una cosa santísima.
2 Será inmolada en el lugar donde se inmolan los holocaustos, y se rociará con su sangre todos los costados del altar.
3 Se ofrecerá toda la grasa de la víctima: la cola y la grasa que recubre las entrañas;
4 los dos riñones y la grasa que está sobre ellos -o sea, en los lomos- y la protuberancia del hígado, que será arrancada junto con los riñones.
5 El sacerdote hará arder todo esto sobre el altar, como una ofrenda que se quema para el Señor. Es un sacrificio de reparación.
6 Sólo podrán comer de ella los varones de la familia sacerdotal, y tendrá que ser comida en el recinto sagrado: es una cosa santísima.
7 La misma regla se aplica tanto para el sacrificio de reparación como para el sacrificio por el pecado: la víctima pertenecerá al sacerdote que practica con ella el rito de expiación.
8 Del mismo modo, el sacerdote que ofrece el holocausto en nombre de alguna persona, se quedará con el cuero de la víctima que ofreció.
9 Además, toda ofrenda cocida al horno o preparada a la cacerola o a la sartén, será para el sacerdote que la ofrece.
10 Pero cualquier otra oblación, ya sea mezclada con aceite o seca, se repartirá entre los hijos de Aarón, en partes iguales.
11 Este es el ritual del sacrificio de comunión que se ofrece al Señor.
12 Si la persona lo ofrece en acción de gracias, junto con ese sacrificio, deberá presentar unas roscas sin levadura mezcladas con aceite, y harina de la mejor calidad bien embebida en aceite.
13 Presentará esta ofrenda junto con el sacrificio de comunión que se ofrece en acción de gracias, añadiendo además unas tortas de masa fermentada.
14 Se reservará una unidad de cada clase como ofrenda destinada al Señor, la cual corresponderá al sacerdote que haya derramado la sangre del sacrificio de comunión.
15 La carne del sacrificio de acción de gracias deberá ser comida el mismo día en que se ofrece el sacrificio, sin dejar nada para el día siguiente.
16 En cambio, si el sacrificio se ofrece en cumplimiento de un voto o espontáneamente, la víctima deberá ser comida el mismo día en que se ofrezca el sacrificio, pero lo que sobre se podrá comer al día siguiente.
17 Si todavía queda algún resto de carne, será quemado al tercer día.
18 Y si alguien come al tercer día carne de su sacrificio de comunión, la víctima no será aceptada: no le será aceptada al que la ofrece, porque se ha convertido en algo nocivo; y la persona que coma esa carne cargará con su culpa.
19 No se podrá comer la carne que haya tocado algo impuro, sino que deberá ser consumidas por el fuego. Solamente una persona pura podrá comer la carne de ese sacrificio.
20 Si alguien come en estado de impureza la carne del sacrificio de comunión ofrecido al Señor, será excluido de su pueblo.
21 Si una persona toca algo impuro -ya sea un hombre que se encuentra en estado de impureza o un animal impuro o cualquier otra cosa impura- y a pesar de ello, come carne de un sacrificio de comunión ofrecido al Señor, será excluida de su pueblo.
22 Luego el Señor dijo a Moisés:
23 Habla en estos términos a los israelitas: Ustedes no comerán grasa de buey, ni de cordero, ni de cabra.
24 La grasa de un animal muerto o despedazado por las fieras podrá servir para cualquier uso, pero no deberán comerla.
25 Porque cualquiera que coma la grasa de los animales que pueden ser ofrecidos en sacrificio al Señor, será excluido de su pueblo.
26 Tampoco comerán la sangre de ningún pájaro o de cualquier otro animal, cualquiera sea el lugar donde ustedes vivan.
27 El que coma la sangre será excluido de su pueblo.
28 Luego el Señor dijo a Moisés:
29 Habla en estos términos a los israelitas: El que ofrezca al Señor un sacrificio de comunión, le presentará una parte de la víctima sacrificada en calidad de ofrenda.
30 Presentará con sus propias manos la ofrenda que se quema para el Señor, y ofrecerá la grasa del animal, junto con el pecho, para realizar con este último el gesto de presentación al Señor.
31 Luego el sacerdote hará arder la grasa sobre el altar, y el pecho será para Aarón y sus hijos.
32 Además, ustedes deberán entregar, como ofrenda reservada al sacerdote, la pata derecha de la víctima ofrecida en sacrificio de comunión.
33 Esa pata es la porción que recibirá el hijo de Aarón que ofrezca la sangre y la grasa del sacrificio de comunión.
34 Porque yo retengo ese pecho y esa pata de los sacrificios de comunión ofrecidos por los israelitas, y se los entrego al sacerdote Aarón y a sus hijos: es un derecho válido para siempre en Israel.
35 Esta es la parte que corresponde a Aarón y a sus hijos, de las ofrendas que queman para el Señor, desde que fueron investidos para servir al Señor como sacerdotes;
36 esto es lo que el Señor mandó que se les diera, desde el momentos en que fueron ungidos, como un derecho que ellos tendrán siempre sobre los israelitas, a lo largo de las generaciones.
37 Este es el ritual del holocausto, de la oblación, del sacrificio por el pecado, del sacrificio de reparación, del sacrificio de la consagración y del sacrificio de comunión,
38 que el Señor prescribió a Moisés en la montaña del Sinaí, cuando ordenó que los israelitas presentaran sus ofrendas al Señor, en el desierto del Sinaí.

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Introducción a Levítico


Levítico


Los judíos de habla griega llamaron LEVÍTICO al tercer libro del Pentateuco. Este nombre da una idea bastante adecuada de su contenido, porque el mismo consta casi exclusivamente de las prescripciones rituales que debían poner en práctica los sacerdotes de la tribu de Leví.
La primera parte del Levítico está dedicada al ritual de los sacrificios (caps. 1-7). Luego vienen el ceremonial para la investidura de los sacerdotes (caps. 8-10), y la ley sobre lo puro y lo impuro (caps. 11-15), que concluye con el ritual para el gran Día de la Expiación (cap. 16). Los caps. 17-26 contienen la así llamada "Ley de Santidad", que se cierra con una serie de bendiciones y maldiciones. A modo de Apéndice, el cap. 27 determina las condiciones para el rescate de las personas, los animales y los bienes consagrados al Señor.
El Levítico pertenece en su totalidad a la tradición "sacerdotal". De allí su estilo minucioso y preciso, sobrecargado de términos técnicos y de repeticiones. Esta es una característica de todas las legislaciones cultuales, que se extienden hasta los más mínimos detalles para asegurar la eficacia de los ritos.
Aunque el Libro recibió su forma definitiva en la comunidad postexílica, algunos de los elementos que lo integran tienen un origen muy antiguo. Las prohibiciones alimenticias (cap. 11) y las reglas relativas a la pureza (caps. 13-15) conservan vestigios de una edad primitiva, cargada de tabúes y concepciones mágicas. El ceremonial del gran Día de la Expiación (cap. 16) yuxtapone a un rito arcaico un concepto muy elevado del pecado.
Como en el resto del Pentateuco, las leyes están encuadradas en un marco narrativo. Pero en el Levítico ese marco es muy simple, y se reduce casi siempre a una fórmula convencional, que hace depender todo el culto israelita de una orden dada por Dios a Moisés en el Sinaí. Así se pone de relieve la relación del culto con la Alianza.
La lectura del Levítico deja casi inevitablemente la impresión de que su contenido pertenece a una cultura lejana y extraña al hombre moderno. Esto es verdad, pero visto en su contexto histórico, el Libro atestigua un sentido muy profundo de la trascendencia divina y de la preocupación por formar un Pueblo santo, consagrado al culto del verdadero Dios en medio de las naciones paganas.
La antigua Ley no era más que "la sombra de los bienes futuros" ( Heb_10:1 ), y el único Sacrificio de Cristo hizo caducar todo el ceremonial del antiguo Templo. Pero las exigencias de santidad y de pureza en el servicio de Dios siguen siendo siempre válidas, y la referencia al Levítico es indispensable para entender muchos pasajes del Nuevo Testamento, que nos hablan de Cristo y de su Sacrificio redentor.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas