Miqueas 3 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 12 versitos |
1 Después dije: ¡Escuche, jefes de Jacob y magistrados de la casa de Israel! ¿No les corresponde a ustedes conocer el derecho,
2 a ustedes, que odian el bien y aman el mal, que arrancan la piel de la gente y la carne de encima de sus huesos?
3 Ellos devoran la carne de mi pueblo, le arrancan la piel, le quiebran los huesos, lo despedazan como carne que se echa en la olla, como carne dentro de la caldera.
4 Entonces clamarán al Señor, pero él no les responderá. El les ocultará su rostro en ese tiempo por las malas acciones que han cometido.
5 Así habla el Señor contra los profetas que extravían a mi pueblo: Cuando sus dientes tienen algo que morder, ellos gritan: "¡Paz!". Pero al que no les llena la boca, le declaran la guerra santa.
6 Por eso, ustedes tendrán noches sin visiones, y tinieblas en vez de presagios. El sol se ocultará para los profetas y el día se les oscurecerá.
7 Los videntes quedarán avergonzados y los adivinos serán confundidos. Todos se cubrirán la barba, porque no habrá respuesta de Dios.
8 Yo, en cambio, gracias al espíritu del Señor, estoy lleno de fuerza, de justicia y de coraje, para denunciar su rebeldía a Jacob y su pecado a Israel.
9 ¡Escuchen esto, jefes de la casa de Jacob y magistrados del pueblo de Israel, ustedes, que abominan la justicia y tergiversan el derecho,
10 que edifican con sangre a Sión y a Jerusalén con injusticia!
11 Sus jueces juzgan por regalos, sus sacerdotes instruyen por un sueldo, sus profetas adivinan por dinero, y todavía se apoyan en el Señor, diciendo: "¿No está el Señor en medio de nosotros? ¡No nos puede pasar nada malo!".
12 Por eso, a causa de ustedes, Sión será un campo arado, Jerusalén, un montón de ruinas, y la montaña del Templo, una altura boscosa.

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Introducción a Miqueas


Miqueas
Contemporáneo en parte de Oseas, y sobre todo de Isaías, a diferencia de este, MIQUEAS era un campesino de origen humilde. Comenzó su ministerio profético alrededor del 740 a. C. y era un representante típico de lo que la Biblia llama "el pueblo del país", la parte más sana y menos expuesta a la contaminación extranjera. Aunque su recuerdo quedó bastante eclipsado por el de Isaías, sabemos por un texto de Jeremías (26. 18-19) que su predicación tuvo gran influencia en Jerusalén y contribuyó en buena medida a la reforma religiosa del rey Ezequías ( 2Ki_18:1-6 ).
Por un lado, Miqueas predijo la ruina de la ya agonizante Samaría, ocurrida en el año 722 a. C., y por otro, anunció que Judá correría idéntica suerte. En sus oráculos se advierte claramente una de las constantes del profetismo, que es la alternancia entre las amenazas de castigo y las promesas de restauración. De manera especial, este profeta denuncia las injusticias de que eran víctimas, por parte de los ricos y los poderosos, los campesinos refugiados en Jerusalén a causa de la guerra con los asirios. Su mensaje en favor de la justicia social tiene muchos puntos de contacto con el de Amós.
El libro de Miqueas es una recopilación o antología de sus oráculos, realizada por sus discípulos. Pero también se han insertado en él algunos fragmentos pertenecientes a la época del exilio. Entre dichos oráculos merece destacarse el que señala a Belén como el lugar del nacimiento del futuro Mesías ( 2Ki_5:1-5 ). Este oráculo fue recogido por el Nuevo Testamento para probar que Cristo debía nacer en Belén ( Mat_2:6 ; Joh_7:42 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Miqueas 3,1-12

5. Ver Jer_6:14; Jer_8:11; Jer_14:13; Jer_23:17.

12. Por primera vez, un profeta se atreve a predecir la destrucción de Jerusalén y de su Santuario, a los que el pueblo de Judá consideraba intangibles por ser la Ciudad de Dios y el lugar de su Morada ( Sal_46:5-6; Sal_48:2-4; Sal_76:2-4). Este vaticinio causó tanta impresión, que un siglo más tarde algunos ancianos lo citaron para salvar la vida de Jeremías ( Jer_26:18).