Miqueas 6 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 16 versitos |
1 Escuchen lo que dice el Señor: ¡Levántate, convoca a juicio a las montañas y que las colinas escuchen tu voz!
2 ¡Escuchen, montañas, el pleito del Señor, atiendan, fundamentos de la tierra! Porque el Señor tiene un pleito con su pueblo, entabla un proceso contra Israel;
3 "¿Qué te hice, pueblo mío, o en qué te molesté? Respóndeme.
4 ¿Será porque te hice subir de Egipto, porque te rescaté de un lugar de esclavitud y envié delante de ti a Moisés, Aarón y Miriam?
5 Recuerda, pueblo mío, lo que tramaba Balac, rey de Moab, y qué le respondió Balaam, hijo de Beor. Recuerda el trayecto desde Sitím hasta Guilgal, y así reconocerás los actos justicieros del Señor".
6 ¿Con qué me presentaré al Señor y me postraré ante el Dios de las alturas? ¿Me presentaré a él con holocaustos, con terneros de un año?
7 ¿Aceptará el Señor miles de carneros, millares de torrentes de aceite? ¿Ofreceré a mi primogénito por mi rebeldía, al fruto de mis entrañas por mi propio pecado?
8 Se te ha indicado, hombre, qué es lo bueno y qué exige de ti el Señor: nada más que practicar la justicia, amar la fidelidad y caminar humildemente con tu Dios.
9 La voz del Señor llama a la ciudad. -¡Es prudente temer tu Nombre!-. ¡Oigan, tribu de Judá y asamblea de la ciudad!
10 ¿Tendré que tolerar todavía en la casa del impío los tesoros mal adquiridos y la execrable medida rebajada?
11 ¿Puedo tener por justas las balanzas falsas o la bolsa de pesas fraudulentas?
12 ¡Sus ricos están llenos de violencia, sus habitantes hablan falsamente y la lengua es pura mentira en su boca!
13 Por eso, yo comencé a golpearte y a devastarte por tus pecados.
14 Tú comerás, pero no te saciarás, y el hambre te devorará por dentro; ahorrarás, pero no conservarás, y lo que conserves, yo lo entregaré a la espada.
15 Sembrarás, pero no cosecharás; pisarás la aceituna, pero no te ungirás con aceite, tendrás mosto, pero no beberás el vino.
16 Tú observas los decretos de Omrí y todas las prácticas de la casa de Ajab; procedes según sus consejos, para que yo te entregue a la desolación, y a tus habitantes a la burla. ¡Ustedes soportarán el oprobio de los pueblos!

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Introducción a Miqueas


Miqueas
Contemporáneo en parte de Oseas, y sobre todo de Isaías, a diferencia de este, MIQUEAS era un campesino de origen humilde. Comenzó su ministerio profético alrededor del 740 a. C. y era un representante típico de lo que la Biblia llama "el pueblo del país", la parte más sana y menos expuesta a la contaminación extranjera. Aunque su recuerdo quedó bastante eclipsado por el de Isaías, sabemos por un texto de Jeremías (26. 18-19) que su predicación tuvo gran influencia en Jerusalén y contribuyó en buena medida a la reforma religiosa del rey Ezequías ( 2Ki_18:1-6 ).
Por un lado, Miqueas predijo la ruina de la ya agonizante Samaría, ocurrida en el año 722 a. C., y por otro, anunció que Judá correría idéntica suerte. En sus oráculos se advierte claramente una de las constantes del profetismo, que es la alternancia entre las amenazas de castigo y las promesas de restauración. De manera especial, este profeta denuncia las injusticias de que eran víctimas, por parte de los ricos y los poderosos, los campesinos refugiados en Jerusalén a causa de la guerra con los asirios. Su mensaje en favor de la justicia social tiene muchos puntos de contacto con el de Amós.
El libro de Miqueas es una recopilación o antología de sus oráculos, realizada por sus discípulos. Pero también se han insertado en él algunos fragmentos pertenecientes a la época del exilio. Entre dichos oráculos merece destacarse el que señala a Belén como el lugar del nacimiento del futuro Mesías ( 2Ki_5:1-5 ). Este oráculo fue recogido por el Nuevo Testamento para probar que Cristo debía nacer en Belén ( Mat_2:6 ; Joh_7:42 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Miqueas 6,1-16

1-5. Este proceso judicial del Señor contra Israel es una de las páginas más conmovedoras de toda la Biblia. En un tribunal de proporciones cósmicas, el Señor dirige a su Pueblo una requisitoria apasionada, recordándole sus beneficios y preguntándole la razón de su ingratitud. Este pasaje ha sido incorporado a la liturgia del Viernes Santo.

1. El profeta es el encargado de abrir el proceso, llamando como testigo a toda la creación. Ver Isa_1:2; Sal_50:1-7.

5. Ver Núm. 22 - 24; Deu_23:6.

6-7. Estos versículos contienen la respuesta del pueblo, que espera aplacar la ira del Señor multiplicando sus ofrendas y sacrificios. En su incapacidad para comprender las exigencias morales de la Alianza, él piensa que los actos cultuales bastan para satisfacer las exigencias divinas. Ver nota Isa_1:11-17.

8. El profeta cierra el proceso, proponiendo un programa de vida que resume admirablemente toda la moral de los Profetas.