Habacuc  2 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 20 versitos |
1 Me pondré en mi puesto de guardia y me apostaré sobre el muro; vigilaré para ver qué me dice el Señor, y qué responde a mi reproche.
2 El Señor me respondió y dijo: Escribe la visión, grábala sobre unas tablas para que se la pueda leer de corrido.
3 Porque la visión aguarda el momento fijado, ansía llegar a término y no fallará; si parece que se demora, espérala, porque vendrá seguramente, y no tardará.
4 El que no tiene el alma recta, sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad.
5 ¡Ciertamente, la riqueza es traidora, y el hombre presuntuoso no subsistirá, el que dilata su garganta como el Abismo y es insaciable como la Muerte, el que reúne para sí a todas las naciones y acapara para él a todos los pueblos!
6 ¿No entonarán todos estos contra él sátiras, sarcasmos y enigmas? Ellos dirán: ¡Ay del que acumula lo que no le pertenece -¿hasta cuándo?- y se carga de objeto prendados!
7 ¿No se levantarán de repente tus acreedores, y no se despertarán tus expoliadores? ¡Tú serás una buena presa para ellos!
8 Por haber despojado a numerosas naciones, lo que resta de esos pueblos te despojará a ti, a causa de la sangre humana derramada y de la violencia contra el país, contra la ciudad y todos sus habitantes.
9 ¡Ay del que acumula para su casa ganancias deshonestas, a fin de establecer en lo alto su nido y escapar a los golpes de la desgracia!
10 Hiciste un proyecto vergonzoso para tu casa: al diezmar a numerosos pueblos, atentas contra tu propia vida.
11 Porque la piedra gritará desde el muro y desde el armazón le responderá la viga.
12 ¡Ay del que edifica una ciudad con sangre y la funda sobre la injusticia!
13 ¿No proviene del Señor de los ejércitos que sólo para el fuego se fatiguen los pueblos y las naciones se extenúen por nada?
14 Porque la tierra se llenará del conocimiento de la gloria del Señor, como las aguas cubren el mar.
15 ¡Ay del que hace beber a su prójimo! ¡Tú derramas tu veneno hasta embriagarlo, para contemplar su desnudez!
16 Te has saciado de ignominia, no de gloria; ¡bebe tú también y muestra tu prepucio! El cáliz de la mano del Señor se volverá sobre ti, y tu gloria se convertirá en ignominia.
17 Porque la violencia hecha al Líbano te cubrirá y la matanza de los animales te aterrará, a causa de la sangre humana derramada y de la violencia contra el país, contra la ciudad y todos sus habitantes.
18 ¿De qué sirve una imagen esculpida, para que el artista la talle, o una imagen de metal fundido, un oráculo falso, para que el artista ponga su confianza en ella, fabricando ídolos mudos?
19 ¡Ay del que dice al madero: "Despierta", y a la piedra muda: "Levántate"! ¿Puede eso pronunciar un oráculo? ¡Sin duda, está recubierto de oro y plata, pero no hay soplo de vida en su interior!
20 El Señor reside en su santo Templo, ¡guarde silencio toda la tierra delante de él!

Patrocinio

 
 

Introducción a Habacuc 


Habacuc

Nada de cierto sabemos sobre el autor de este Libro, como tampoco sobre la fecha de su composición ni sobre los opresores a que se refiere. Parecería que se trata de un levita o de un profeta vinculado al Templo de Jerusalén, y probablemente su oráculo esté dirigido contra los caldeos (1. 6), que en el 587 a. C. destruyeron el reino de Judá. En tal caso, el libro de HABACUC habría sido compuesto alrededor del año 600.
Habacuc no se une al coro de profetas que reprochan al pueblo sus pecados y lo amenazan con el castigo. Lo mismo que Job, él se plantea el problema del mal. Ambos discuten con Dios, pero mientras el primero protesta por el triunfo de los malos sobre los buenos, el autor de este oráculo se queja por el triunfo de las naciones paganas sobre el Pueblo de Dios. Por más que Israel sea culpable y merezca el castigo, ¿no son peores los otros pueblos? ¿Cómo puede Dios convertirlos en el instrumento de su castigo?
La respuesta del Señor es un llamado a la paciencia. También las naciones paganas recibirán su merecido. Dios hará justicia a su tiempo. Mientras tanto, el justo "vivirá por su fidelidad" (2. 4). Fundado en la traducción griega de este texto, san Pablo lo refiere a la fe que justifica al hombre, librándolo del pecado y dándole la vida de Dios ( Rom_1:17 ; Gal_3:11 ). El mismo texto vuelve a encontrarse en la Carta a los Hebreos, dentro de una exhortación a perseverar en la fe ( Heb_10:37-38 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

Patrocinio

Notas

Habacuc  2,1-20

1. Los profetas suelen considerarse a sí mismos como "centinelas" de Israel ( Isa_21:6-12; Jer_6:17; Eze_3:17; Eze_33:1-9; Ose_9:8). En este caso, el profeta está en su puesto de guardia, no para alertar al pueblo sobre la inminencia del peligro, sino para escuchar la Palabra del Señor, que llega de manera imprevisible.

2. Ver Isa_8:1 ; Isa_30:8; Jer_30:2; Apo_1:19.

4. Ver Rom_1:17; Gal_3:11; Heb_10:38.

14. Isa_11:9.