Numeros  17 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 28 versitos |
1 El Señor dijo a Moisés:
2 "Manda a Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, que retire los incensarios de en medio de las brasas y que desparrame el fuego en otra parte, porque esos incensarios han sido santificados.
3 Retiren los incensarios de aquellos que murieron por haber pecado, y hagan con ellos láminas de metal para recubrir el altar. Porque al ser usados para ofrecer incienso delante del Señor, quedaron santificados. Así servirán de signo para los israelitas".
4 El sacerdote Eleazar tomó los incensarios de bronce que habían usado para la ofrenda los que murieron carbonizados, y los mandó martillar hasta convertirlos en láminas para recubrir el altar.
5 Estas debían recordar a los israelitas que ningún extraño -alguien que no fuera descendiente de Aarón- podía atreverse a ofrecer incienso delante del Señor, a fin de no correr la misma suerte que Coré y sus secuaces, según lo había predicho el Señor por medio de Moisés.
6 Al día siguiente, toda la comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón, diciendo: "Ustedes han provocado una mortandad en el pueblo del Señor".
7 Como la comunidad se amotinaba contra ellos, Moisés y Aarón se volvieron hacia la Carpa del Encuentro, y vieron que la nube la cubría y que la gloria del Señor se había aparecido.
8 Entonces fueron a la Carpa del Encuentro, y cuando estuvieron frente a ella,
9 el Señor dijo a Moisés:
10 "Apártense de esta comunidad, porque la voy a exterminar en un instante". Ellos cayeron con el rostro en tierra, y Moisés dijo a Aarón:
11 "Toma el incensario, coloca en el fuego del altar y échale incienso, En seguida ve adonde está la comunidad y practica el rito de expiación en favor de ellos. Porque la ira del Señor se ha desatado y ha comenzado la plata".
12 Aarón tomó el incensario, como se lo había mandado Moisés, y fue corriendo a ponerse en medio de la asamblea, donde ya había comenzado la plaga".
13 Luego se quedó de pie entre los muertos y los vivos, y cesó la plaga.
14 Los muertos a causa de la plaga fueron catorce mil setecientos, sin contar los que ya habían muerto a causa de Coré.
15 Entonces Aarón volvió a la entrada de la Carpa del Encuentro, donde estaba Moisés, porque la plaga ya había cesado.
16 Y el Señor dijo a Moisés:
17 "Manda a los israelitas que todos los jefes de las familias patriarcales te entreguen cada uno una vara: deberán ser doce en total. Tú escribirás el nombre de cada uno en su propia vara;
18 y en la de Leví escribirás el nombre de Aarón, porque tendrá que haber una sola vara por cada jefe de familia.
19 Luego las pondrás en la Carpa del Encuentro, delante del Arca del Testimonio, donde yo me encuentro con ustedes.
20 La vara del hombre que yo elija florecerá, y así acallaré las incesantes protestas que los israelitas levantan contra ustedes".
21 Moisés transmitió esta orden a los israelitas, y todos los jefes de las familias patriarcales le entregaron una vara cada uno: eran doce en total. Entre ellas estaba la vara de Aarón.
22 Moisés las depositó delante del Señor, en la Carpa del Testimonio,
23 y al día siguiente, cuando fue a la Carpa del Testimonio, la vara de Aarón -correspondiente a la familia de Leví- estaba florecida: había dado brotes, flores y almendros.
24 Entonces Moisés sacó de la presencia del Señor todas las varas, y las presentó a los israelitas: ellos las identificaron y cada uno recuperó la suya.
25 Luego el Señor dijo a Moisés: "Vuelve a colocar la vara de Aarón delante del Arca del Testimonio, como un signo para los rebeldes. Así alejarás de mí sus protestas, y no serán castigados con la muerte".
26 Moisés hizo exactamente lo que el Señor le había ordenado.
27 Pero los israelitas dijeron a Moisés: "¡Vamos a morir! ¡Todos estamos perdidos!
28 ¡El que se acerque a la Morada del Señor morirá! ¿Tendrá que morir hasta el último de nosotros?".

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Introducción a Numeros 


Números


El título NÚMEROS refleja bastante imperfectamente el contenido del cuarto libro del Pentateuco, pero destaca, al menos, una de sus características: la preocupación por las precisiones numéricas. Esta preocupación se manifiesta, entre otras cosas, en los dos censos registrados en el Libro (caps. 1-4; 26), en la reglamentación sobre los sacrificios (caps. 28-29), y en las instrucciones para el reparto del botín (cap. 31) y para la división del territorio alrededor de las ciudades levíticas (35. 1-8).
Los judíos de lengua hebrea llamaban a este libro "EN EL DESIERTO", porque estas son las palabras más importantes del versículo inicial. Dicho titulo evoca otro de sus temas característicos: la marcha de los israelitas a través del desierto, desde el Sinaí hasta las fronteras de la Tierra prometida.
El libro de los Números da la impresión de ser un conjunto de elementos heterogéneos, sin ninguna conexión lógica. A pesar de todo, es posible establecer un cierto orden, si se tiene en cuenta el marco geográfico de los acontecimientos relatados.
1.º La partida desde el Sinaí se prepara con un censo del pueblo y con las ofrendas presentadas con motivo de la dedicación del Santuario (1. 1 - 10. 10).
2.º Después de celebrar la segunda Pascua, los israelitas salen del Sinaí y llegan a Cades, donde realizan un intento desafortunado de entrar en Canaán por el sur (10. 11 - 21. 35).
3.º Tras una larga permanencia en Cades, vuelven a ponerse en camino y llegan a las estepas de Moab, frente a Jericó (caps. 22-36).
En torno a estos relatos, se mezclan numerosas disposiciones legales y litúrgicas, que completan la legislación del Sinaí o preparan el establecimiento de Israel en Canaán.
En el libro de los Números vuelven a aparecer las tradiciones "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal". Esta última es la que dio una forma acabada a toda la obra y le imprimió su espíritu peculiar.
Es inútil buscar en esta compilación de antiguas tradiciones, un relato exacto y ordenado de los hechos. La tradición sobre el itinerario del desierto es fragmentaria y se limita a unos pocos episodios. Además, la historia es vista desde una perspectiva religiosa. Su intención es mostrar la solícita providencia de Dios en favor de su Pueblo, a pesar de las murmuraciones y rebeldías del mismo.
Durante su marcha por el desierto, Israel vivió sus primeras experiencias como Pueblo de Dios. Allí la masa heterogénea de fugitivos que habían salido de Egipto bajo la guía de Moisés ( Exo_12:38 ) comenzó a tomar conciencia de su destino común. Al llegar la plenitud de los tiempos, también el nacimiento del nuevo Pueblo de Dios estuvo vinculado con el desierto. Allí predicó y bautizó Juan el Bautista, para preparar "el camino del Señor" ( Mat_3:3 ). Y allí Jesús "fue llevado por el Espíritu" ( Mat_4:1 ) para prepararse a cumplir su misión de "iniciador y consumador de nuestra fe" ( Heb_12:2 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Numeros  17,1-13

16-24. Esta hermosa leyenda expresa simbólicamente la preeminencia de la familia de Aarón y de la tribu de Leví sobre las demás tribus israelitas.