Numeros  22 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 40 versitos |
1 Luego los israelitas reanudaron la marcha y fueron a acampar en las estepas de Moab, el otro lado del Jordán, a la altura de Jericó.
2 Balac, hijo de Sipor, vio todo lo que los israelitas habían hecho a los amorreos,
3 y los moabitas sintieron un gran temor a la vista de ese pueblo tan numeroso. Atemorizados por la presencia de los israelitas,
4 los moabitas dijeron a los ancianos de Madián: "Ahora esta turba va a devorarlo todo a nuestro alrededor como un buey devora la hierba del campo". Entonces Balac, hijo de Sipor, que era rey de Moab en aquel tiempo,
5 envió unos mensajeros a Balaam, hijo de Beor -que vivía en Petor, junto al Eufrates, en el país en Petor, junto al Eufrates, en el país de los descendientes de Amav- para que le hicieran esta invitación: "Un pueblo que salió de Egipto y cubrió toda la tierra se ha establecido frente a mí.
6 Ven, por favor, y maldíceme a este pueblo, porque es más fuerte que yo. Tal vez así podré derrotarlo y expulsarlo del país. Porque yo sé que el que tú bendices, queda bendecido, y el que maldices, queda maldecido".
7 Los ancianos de Moab y de Madián partieron, llevando la retribución para el adivino. Cuando se presentaron a Balaam y le transmitieron el mensaje de Balac,
8 Balaam les respondió: "Pasen aquí la noche, y yo les daré la respuesta que el Señor me inspire". Entonces los jefes de Moab se quedaron con Balaam.
9 Pero Dios se manifestó a Balaam y le dijo: "¿Quiénes son esos hombres que están contigo?".
10 Balaam respondió a Dios: "Balac, hijo de Sipor, rey de Moab, me envió este mensaje:
11 "Aquí hay un pueblo que salió de Egipto y cubrió toda la tierra. Por eso, ven a maldecírmelo. Tal vez así podré combatir contra él y expulsarlo".
12 Dios dijo a Balaam: "No vayas con ellos ni maldigas a ese pueblo, porque está bendecido".
13 A la mañana siguiente, Balaam se levantó y dijo a los jefes enviados por Balac: "Vuélvanse a su país, porque el Señor me prohíbe acompañarlos".
14 Entonces los jefes de Moab partieron, y cuando estuvieron de regreso dijeron a Balac: "Balaam se niega a venir con nosotros".
15 Entonces Balac envió otros jefes, más numerosos y distinguidos que los primeros.
16 Ellos se presentaron a Balaam y le dijeron: "Así habla Balac, hijo de Sipor: "Por favor, no te niegues a venir en mi ayuda.
17 Yo te colmaré de honores y haré todo lo que me digas. Te ruego que vengas y me maldigas a este pueblo".
18 Pero Balaam respondió a los servidores de Balac: "Aunque Balac me diera su casa llena de planta y oro, yo no podría transgredir, ni siguiera en lo más mínimo, una orden del Señor, mi Dios.
19 Con todo, quédense aquí también ustedes esta noche, y veré qué me dice el Señor esta vez".
20 Durante la noche, Dios se manifestó a Balaam y le dijo: "Si esta gente ha venido a buscarte, puedes ir con ellos. Pero no hagas nada fuera de lo que yo te ordene".
21 Por la mañana, Balaam se levantó, ensilló su asna y partió junto con los jefes de Moab.
22 Pero su partida encendió la ira de Dios, y el Ángel del Señor se interpuso en el camino para cerrarle el paso. Balaam iba montado en su asna y lo acompañaban dos muchachos.
23 Cuando el asna vio al Ángel del Señor parado en el camino, con la espada desenvainada en su mano, se apartó y se fue por el campo. Pero Balaam la castigó para hacerla volver al camino.
24 El Ángel del Señor se paró entonces en un sendero angosto, que pasaba por los viñedos y estaba rodeado de los dos lados por un cerco.
25 Al verlo, el asna se fue contra el cerco y apretó el pie de Balaam que la castigó nuevamente.
26 Una vez más, el Ángel del Señor se adelantó y fue a colocarse en un lugar tan estrecho, que imposible desviarse a la derecha o a la izquierda.
27 Cuando el asna lo vio, se echó al suelo debajo de Balaam, y este, enfurecido, la golpeó con su bastón.
28 Entonces el Señor abrió la boca del asna, y ella, dijo a Balaam: "¿Qué te hice para que me golpearas así tres veces?".
29 "¡Te estás burlando de mí!, respondió Balaam. Si tuviera una espada en mi mano, te mataría ahora mismo".
30 El asna le respondió: "¿Acaso yo no soy tu asna, la que siempre has montado hasta el día de hoy? ¿Acostumbro yo a tratarte de ese modo?". El respondió: "No".
31 El Señor abrió los ojos de Balaam, y este vio al Ángel del Señor parado en la camino, con la espada desenvainada en su mano; se inclinó y lo adoró con el rostro en tierra.
32 El Ángel del Señor le dijo: "¿Por qué le has pegado tres veces a tu asna? Era yo el que te cerraba el paso, porque tu viaje me disgusta.
33 Ella me vio y se apartó de mí tres veces. Hizo muy bien en apartarse, porque de los contrario yo te hubiera matado, mientras que a ella la hubiera dejado con vida".
34 Balaam dijo al Ángel del Señor: "He pecado, porque no sabía que tú estabas apostado delante de mí en el camino. Si esto te desagrada, ahora mismo regreso".
35 El Ángel del Señor respondió a Balaam: "Ve con estos hombres, pero dirás solamente lo que yo te indique". Y Balaam se fue con los jefes que le había enviado Balac.
36 Cuando Balac supo que Balaam estaba por llegar, fue a encontrarlo en Ar Moab, sobre la frontera del Arnón, en el límite de su territorio,
37 y le dijo: "Yo te mandé a llamar urgentemente. ¿Por qué no querías venir? ¿Acaso no dispongo de medios para colmarte de honores?".
38 Entonces Balaam respondió a Balac: "Aquí me tienes. Pero, ¿qué puedo decir yo ahora? Sólo diré la palabra que Dios ponga en mi boca".
39 Luego Balaam se fue con Balac. Llegados a Quiriat Jusot,
40 Balac inmoló vacas y ovejas y se las envió a Balaam y lo hizo subir a Bamot Baal, desde donde pudo ver a una parte del pueblo.

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Introducción a Numeros 


Números


El título NÚMEROS refleja bastante imperfectamente el contenido del cuarto libro del Pentateuco, pero destaca, al menos, una de sus características: la preocupación por las precisiones numéricas. Esta preocupación se manifiesta, entre otras cosas, en los dos censos registrados en el Libro (caps. 1-4; 26), en la reglamentación sobre los sacrificios (caps. 28-29), y en las instrucciones para el reparto del botín (cap. 31) y para la división del territorio alrededor de las ciudades levíticas (35. 1-8).
Los judíos de lengua hebrea llamaban a este libro "EN EL DESIERTO", porque estas son las palabras más importantes del versículo inicial. Dicho titulo evoca otro de sus temas característicos: la marcha de los israelitas a través del desierto, desde el Sinaí hasta las fronteras de la Tierra prometida.
El libro de los Números da la impresión de ser un conjunto de elementos heterogéneos, sin ninguna conexión lógica. A pesar de todo, es posible establecer un cierto orden, si se tiene en cuenta el marco geográfico de los acontecimientos relatados.
1.º La partida desde el Sinaí se prepara con un censo del pueblo y con las ofrendas presentadas con motivo de la dedicación del Santuario (1. 1 - 10. 10).
2.º Después de celebrar la segunda Pascua, los israelitas salen del Sinaí y llegan a Cades, donde realizan un intento desafortunado de entrar en Canaán por el sur (10. 11 - 21. 35).
3.º Tras una larga permanencia en Cades, vuelven a ponerse en camino y llegan a las estepas de Moab, frente a Jericó (caps. 22-36).
En torno a estos relatos, se mezclan numerosas disposiciones legales y litúrgicas, que completan la legislación del Sinaí o preparan el establecimiento de Israel en Canaán.
En el libro de los Números vuelven a aparecer las tradiciones "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal". Esta última es la que dio una forma acabada a toda la obra y le imprimió su espíritu peculiar.
Es inútil buscar en esta compilación de antiguas tradiciones, un relato exacto y ordenado de los hechos. La tradición sobre el itinerario del desierto es fragmentaria y se limita a unos pocos episodios. Además, la historia es vista desde una perspectiva religiosa. Su intención es mostrar la solícita providencia de Dios en favor de su Pueblo, a pesar de las murmuraciones y rebeldías del mismo.
Durante su marcha por el desierto, Israel vivió sus primeras experiencias como Pueblo de Dios. Allí la masa heterogénea de fugitivos que habían salido de Egipto bajo la guía de Moisés ( Exo_12:38 ) comenzó a tomar conciencia de su destino común. Al llegar la plenitud de los tiempos, también el nacimiento del nuevo Pueblo de Dios estuvo vinculado con el desierto. Allí predicó y bautizó Juan el Bautista, para preparar "el camino del Señor" ( Mat_3:3 ). Y allí Jesús "fue llevado por el Espíritu" ( Mat_4:1 ) para prepararse a cumplir su misión de "iniciador y consumador de nuestra fe" ( Heb_12:2 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Numeros  22,1-41

6. Según las concepciones del Antiguo Oriente, la bendición y la maldición se cumplían inexorablemente si el que las pronunciaba tenía poder para hacerlo. Por eso, las personas que habían acreditado su eficacia -como en el caso de Balaam- eran muy estimadas. Todo el relato muestra que Israel es invulnerable a cualquier clase de sortilegios (23. 23), porque ningún poder humano puede oponerse al designio de Dios sobre su Pueblo.

22. Una leyenda del folclore israelita, pintoresca y llena de humor, interrumpe el relato hasta el v. 36.