Numeros  8 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 26 versitos |
1 El Señor dijo a Moisés:
2 Habla en estos términos a Aarón: "Cuando enciendas las lámparas, las siete luces deberán iluminar hacia la parte delantera del candelabro".
3 Así lo hizo Aarón: dispuso las lámparas hacia la parte delantera del candelabro, como el Señor lo había ordenado a Moisés.
4 El candelabro era todo de oro forjado, desde la base hasta la flor, y estaba hecho conforme al modelo que el Señor había mostrado a Moisés.
5 El Señor dijo a Moisés:
6 Separa a los descendientes de Leví de los demás israelitas, y purifícalos.
7 Para eso, deberás proceder de la siguiente manera: los rociarás con agua lustral; ellos se pasarán la navaja por todo el cuerpo, se lavarán la ropa y así quedarán purificados.
8 Luego tomarán un novillo, con su correspondiente oblación de harina de la mejor calidad, amasada con aceite, y tú tomarás otro novillo para un sacrificio por el pecado.
9 Entonces harás acercar a los levas hasta la Carpa del Encuentro y reunirás a toda la comunidad de los israelitas.
10 Una vez que hayas hechos acercar a los levitas hasta la presencia del Señor, los israelitas impondrás las manos sobre ellos.
11 Luego Aarón, en nombre de todos, ofrecerá los levitas al Señor con el gesto de presentación. Así quedarán destinados al servicio del Señor.
12 Los levitas impondrán sus manos sobre las cabezas de los novillos: uno será ofrecido al Señor como sacrificio por el pecado, y el otro como holocausto, a fin de practicar el rito de expiación en favor de los levitas.
13 Tú deberás poner a los levitas a disposición de Aarón y de sus hijos, y los ofrecerás al Señor con el gesto de presentación.
14 Así pondrás aparte a los levitas para que me pertenezcas.
15 Y una vez que los hayas purificado y los hayas ofrecido con el gesto de presentación, comenzarán a prestar servicios en la Carpa del Encuentro.
16 Porque ellos están dedicados a mí exclusivamente, entre todos los israelitas: yo los tomé para mí en lugar de todos los que abren el seno materno, o sea, de todos los primogénitos.
17 Porque todos los primogénitos de los israelitas -tanto hombres como animales- son míos: yo me los consagré cuando exterminé a todos los primogénitos en Egipto.
18 Ahora tomo a los levitas en lugar de los primogénitos,
19 y se los doy a Aarón y a sus hijos, en calidad de dedicados, a fin de que presten servicios para los israelitas en la Carpa del Encuentro y practiquen el rito de expiación en favor de ellos. De esta manera, los israelitas no serán castigados por acercarse al Santuario.
20 Moisés, Aarón y toda la comunidad de Israel hicieron con los levitas lo que el Señor había ordenado a Moisés.
21 Los levitas se purificaron de sus pecados y lavaron su ropa. Luego Aarón los ofreció al Señor con el gesto de presentación y practicó el rito de expiación en favor de ellos, a fin de purificarlos.
22 Después de esto, los levitas comenzaron a prestar servicios en la Carpa del Encuentro, a las órdenes de Aarón y de sus hijos. Ellos hicieron con los levitas lo que el Señor había ordenado a Moisés.
23 Luego el Señor dijo a Moisés:
24 Los levitas se atendrán a esto: a partir de los veinticinco años, integrarán el grupo de servicio activo en la Carpa del Encuentro,
25 y a los cincuenta, cesarán en sus funciones y no prestarán más servicios.
26 Ayudarán a sus hermanos en la Carpa del Encuentro, realizando algunas tareas, pero no prestarán servicios. Así procederás con los levitas en lo referente a sus funciones.

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Introducción a Numeros 


Números


El título NÚMEROS refleja bastante imperfectamente el contenido del cuarto libro del Pentateuco, pero destaca, al menos, una de sus características: la preocupación por las precisiones numéricas. Esta preocupación se manifiesta, entre otras cosas, en los dos censos registrados en el Libro (caps. 1-4; 26), en la reglamentación sobre los sacrificios (caps. 28-29), y en las instrucciones para el reparto del botín (cap. 31) y para la división del territorio alrededor de las ciudades levíticas (35. 1-8).
Los judíos de lengua hebrea llamaban a este libro "EN EL DESIERTO", porque estas son las palabras más importantes del versículo inicial. Dicho titulo evoca otro de sus temas característicos: la marcha de los israelitas a través del desierto, desde el Sinaí hasta las fronteras de la Tierra prometida.
El libro de los Números da la impresión de ser un conjunto de elementos heterogéneos, sin ninguna conexión lógica. A pesar de todo, es posible establecer un cierto orden, si se tiene en cuenta el marco geográfico de los acontecimientos relatados.
1.º La partida desde el Sinaí se prepara con un censo del pueblo y con las ofrendas presentadas con motivo de la dedicación del Santuario (1. 1 - 10. 10).
2.º Después de celebrar la segunda Pascua, los israelitas salen del Sinaí y llegan a Cades, donde realizan un intento desafortunado de entrar en Canaán por el sur (10. 11 - 21. 35).
3.º Tras una larga permanencia en Cades, vuelven a ponerse en camino y llegan a las estepas de Moab, frente a Jericó (caps. 22-36).
En torno a estos relatos, se mezclan numerosas disposiciones legales y litúrgicas, que completan la legislación del Sinaí o preparan el establecimiento de Israel en Canaán.
En el libro de los Números vuelven a aparecer las tradiciones "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal". Esta última es la que dio una forma acabada a toda la obra y le imprimió su espíritu peculiar.
Es inútil buscar en esta compilación de antiguas tradiciones, un relato exacto y ordenado de los hechos. La tradición sobre el itinerario del desierto es fragmentaria y se limita a unos pocos episodios. Además, la historia es vista desde una perspectiva religiosa. Su intención es mostrar la solícita providencia de Dios en favor de su Pueblo, a pesar de las murmuraciones y rebeldías del mismo.
Durante su marcha por el desierto, Israel vivió sus primeras experiencias como Pueblo de Dios. Allí la masa heterogénea de fugitivos que habían salido de Egipto bajo la guía de Moisés ( Exo_12:38 ) comenzó a tomar conciencia de su destino común. Al llegar la plenitud de los tiempos, también el nacimiento del nuevo Pueblo de Dios estuvo vinculado con el desierto. Allí predicó y bautizó Juan el Bautista, para preparar "el camino del Señor" ( Mat_3:3 ). Y allí Jesús "fue llevado por el Espíritu" ( Mat_4:1 ) para prepararse a cumplir su misión de "iniciador y consumador de nuestra fe" ( Heb_12:2 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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