Lucas 20 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 47 versitos |
1 Un día en que Jesús enseñaba al pueblo en el Templo y anunciaba la Buena Noticia, se le acercaron los sumos sacerdotes y los escribas con los ancianos,
2 y le dijeron: "Dinos con qué autoridad haces estas cosas o quién te ha dado esa autoridad".
3 Jesús les respondió: "Yo también quiero preguntarles algo. Díganme:
4 El bautismo de Juan, ¿venía del cielo o de los hombres?".
5 Ellos se hacían este razonamiento: "Si respondemos: "Del cielo", él nos dirá: "¿Por qué no creyeron en él?".
6 Y si respondemos: "De los hombres", todo el pueblo nos apedreará, porque está convencido de que Juan es un profeta".
7 Y le dijeron que no sabían de dónde venía.
8 Jesús les respondió: "Yo tampoco les diré con qué autoridad hago esto".
9 Y luego dijo al pueblo esta parábola: "Un hombre plantó una viña, la arrendó a unos viñadores y se fue por largo tiempo al extranjero.
10 Llegado el momento, les envió a un servidor para que le entregaran la parte de los frutos que le correspondía. Pero los viñadores lo golpearon y lo echaron con las manos vacías.
11 Envió a otro servidor, y también a este lo golpearon, lo ultrajaron y lo echaron con las manos vacías.
12 Mandó después a un tercero, y a él también lo hirieron y lo arrojaron afuera.
13 El dueño de la viña pensó entonces: "¿Qué haré? Voy a enviar a mi hijo muy querido: quizá tengan consideración con él".
14 Pero los viñadores, al verlo, se dijeron: "Este es el heredero, vamos a matarlo, y la herencia será nuestra".
15 Y arrojándolo fuera de la viña, lo mataron. ¿Qué hará con ellos el dueño de la viña?
16 Vendrá, acabará con esos viñadores y entregará la viña a otros". Al oír estas palabras, dijeron: "¡Dios no lo permita!".
17 Pero fijando en ellos su mirada, Jesús les dijo: "¿Qué significa entonces lo que está escrito: "La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular"?
18 El que caiga sobre esta piedra quedará destrozado, y aquel sobre quien ella caiga, será aplastado".
19 Los escribas y los sumos sacerdotes querían detenerlo en ese mismo momento, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero temieron al pueblo.
20 Ellos comenzaron a acecharlo y le enviaron espías, que fingían ser hombres de bien, para lograr sorprenderlo en alguna de sus afirmaciones, y entregarlo al poder y a la autoridad del gobernador.
21 Y le dijeron: "Maestro, sabemos que hablas y enseñas con rectitud y que no tienes en cuenta la condición de las personas, sino que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios.
22 ¿Nos está permitido pagar el impuesto al César o no?".
23 Pero Jesús, conociendo su astucia, les dijo:
24 "Muéstrenme un denario. ¿De quién es la figura y la inscripción que tiene?". "Del César", respondieron.
25 Jesús les dijo: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios".
26 Así no pudieron sorprenderlo en ninguna palabra delante del pueblo y, llenos de admiración por su respuesta, tuvieron que callarse.
27 Se le acercaron algunos saduceos, que niegan la resurrección,
28 y le dijeron: "Maestro, Moisés nos ha ordenado: "Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda".
29 Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos.
30 El segundo
31 se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia.
32 Finalmente, también murió la mujer.
33 Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?".
34 Jesús les respondió: "En este mundo los hombres y las mujeres se casa,
35 pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán.
36 Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.
37 Que los muertos van resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.
38 Porque él no es Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él".
39 Tomando la palabra, algunos escribas le dijeron: "Maestro, has hablado bien".
40 Y ya no se atrevían a preguntarle nada.
41 Jesús les dijo entonces: "¿Cómo se puede decir que el Mesías es hijo de David,
42 si el mismo David ha dicho en el Libro de los Salmos: "Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha,
43 hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies"?
44 Si David lo llama "Señor", ¿cómo puede ser hijo suyo?".
45 Y dijo a los discípulos, de manera que lo oyera todo el pueblo:
46 "Tengan cuidado de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primero asientos en las sinagogas y en los banquetes;
47 que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Esos serán juzgados con más severidad".

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Introducción a Lucas


EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS

El EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS fue redactado por este compañero de viaje del Apóstol san Pablo, unos cincuenta años después de la muerte de Jesús, y originariamente formaba un todo con el libro de los Hechos de los Apóstoles. Lucas no era de origen judío, y su obra está dirigida ante todo a los cristianos que, como él, provenían del mundo pagano. En el Prólogo de su Evangelio hace referencia al proceso de predicación, de transmisión oral y de redacción que precedió a la composición definitiva de los Evangelios.
Uno de los aspectos de la Buena Noticia que más quiso destacar san Lucas es el carácter universal de la Salvación. Jesucristo, en efecto, es el Salvador del mundo entero, y Dios quiere que todos los hombres se salven por medio de él. Para él no hay privilegios de raza, de nacionalidad, de cultura o de clase social. Mejor dicho, hay privilegios. Pero Dios los reserva para los pobres, para los que aparentemente no valen nada. Ellos son los destinatarios predilectos de la Buena Noticia, los herederos por excelencia del Reino de Dios.
Asimismo, este Evangelio se llama con razón el "Evangelio de la misericordia". Lucas nos presenta constantemente a Jesús como aquel que "vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido" (19. 10). Dios es para él, sobre todo, el Padre misericordioso que sale al encuentro de sus hijos extraviados y se llena de alegría al volver a encontrarlos.
Pero el "Evangelio de la misericordia" es también un Evangelio exigente. Su autor insiste en el llamado a la conversión, es decir, al cambio de vida, como condición indispensable para alcanzar la Salvación. El fruto de esa conversión es el gozo que experimentan los que creen en la Buena Noticia y se dejan salvar por ella. Por eso, san Lucas pone tan de relieve la acción del Espíritu Santo, que es la fuente de la verdadera alegría.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Lucas 20,1-47

17. Sal_118:22. Ver nota Mat_21:42.

18. Texto inspirado en Isa_8:14, donde Dios mismo aparece como piedra de tropiezo para Israel, y en Dan_2:44-45, donde el Reino de Dios se representa como una roca que se desprende de la montaña y arrasa a todos los demás reinos.

28. Deu_25:5-6. Ver nota Mat_22:24.

37. Exo_3:6.

42-43. Sal_110:1.