Lucas 24 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 53 versitos |
1 El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado.
2 Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro
3 y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
4 Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes.
5 Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?
6 No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea:
7 "Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día".
8 Y las mujeres recordaron sus palabras.
9 Cuando regresaron del sepulcro, refirieron esto a los Once y a todos los demás.
10 Eran María Magdalena, Juana y María, la madre de Santiago, y las demás mujeres que las acompañaban. Ellas contaron todo a los Apóstoles,
11 pero a ellos les pareció que deliraban y no les creyeron.
12 Pedro, sin embargo, se levantó y corrió hacia el sepulcro, y al asomarse, no vio más que las sábanas. Entonces regresó lleno de admiración por que había sucedido.
13 Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén.
14 En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido.
15 Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos.
16 Pero algo impedía que sus ojo lo reconocieran.
17 El les dijo: "¿Qué comentaban por el camino?". Ellos se detuvieron, con el semblante triste,
18 y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!".
19 "¿Qué cosa?", les preguntó. Ellos respondieron: "Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo,
20 y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron.
21 Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas.
22 Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro
23 y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les había aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo.
24 Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron".
25 Jesús les dijo: "¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!
26 ¿No será necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?"
27 Y comenzando por Moisés y continuando en todas las Escrituras lo que se refería a él.
28 Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante.
29 Pero ellos le insistieron: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". El entró y se quedó con ellos.
30 Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio.
31 Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista.
32 Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?".
33 En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos,
34 y estos les dijeron: "Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!".
35 Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
36 Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes".
37 Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu,
38 pero Jesús les preguntó: "¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas?
39 Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo".
40 Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies.
41 Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: "¿Tienen aquí algo para comer?".
42 Ellos le presentaron un trozo de pescado asado;
43 él lo tomó y lo comió delante de todos.
44 Después les dijo: "Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos".
45 Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras,
46 y añadió: "Así esta escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día,
47 y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados.
48 Ustedes son testigos de todo esto.
49 Y yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto".
50 Después Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania y, elevando sus manos, los bendijo.
51 Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.
52 Los discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con gran alegría,
53 y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios.

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Introducción a Lucas


EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS

El EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS fue redactado por este compañero de viaje del Apóstol san Pablo, unos cincuenta años después de la muerte de Jesús, y originariamente formaba un todo con el libro de los Hechos de los Apóstoles. Lucas no era de origen judío, y su obra está dirigida ante todo a los cristianos que, como él, provenían del mundo pagano. En el Prólogo de su Evangelio hace referencia al proceso de predicación, de transmisión oral y de redacción que precedió a la composición definitiva de los Evangelios.
Uno de los aspectos de la Buena Noticia que más quiso destacar san Lucas es el carácter universal de la Salvación. Jesucristo, en efecto, es el Salvador del mundo entero, y Dios quiere que todos los hombres se salven por medio de él. Para él no hay privilegios de raza, de nacionalidad, de cultura o de clase social. Mejor dicho, hay privilegios. Pero Dios los reserva para los pobres, para los que aparentemente no valen nada. Ellos son los destinatarios predilectos de la Buena Noticia, los herederos por excelencia del Reino de Dios.
Asimismo, este Evangelio se llama con razón el "Evangelio de la misericordia". Lucas nos presenta constantemente a Jesús como aquel que "vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido" (19. 10). Dios es para él, sobre todo, el Padre misericordioso que sale al encuentro de sus hijos extraviados y se llena de alegría al volver a encontrarlos.
Pero el "Evangelio de la misericordia" es también un Evangelio exigente. Su autor insiste en el llamado a la conversión, es decir, al cambio de vida, como condición indispensable para alcanzar la Salvación. El fruto de esa conversión es el gozo que experimentan los que creen en la Buena Noticia y se dejan salvar por ella. Por eso, san Lucas pone tan de relieve la acción del Espíritu Santo, que es la fuente de la verdadera alegría.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Lucas 24,1-53

1. "El primer día de la semana": ver nota Mat_28:1.

7. Ver 9. 22; 18. 31-33; 24. 44.

12. Algunos manuscritos omiten este versículo. Ver Jua_20:3-10.

40. Algunos manuscritos omiten este versículo.