Juan  6 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 71 versitos |
1 Después de esto, Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades.
2 Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos.
3 Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
4 Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
5 Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: "¿Dónde compraremos pan para darles de comer?".
6 El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
7 Felipe le respondió: "Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan".
8 Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
9 "Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?".
10 Jesús le respondió: "Háganlos sentar". Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres.
11 Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.
12 Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: "Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada".
13 Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada.
14 Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: "Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo".
15 Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.
16 Al atardecer, sus discípulos bajaron a la orilla del mar
17 y se embarcaron, para dirigirse a Cafarnaúm, que está en la otra orilla. Ya era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos.
18 El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento.
19 Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo.
20 El les dijo: "Soy yo, no teman".
21 Ellos quisieron subirlo a la barca, pero esta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban
22 Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían partido solos.
23 Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias.
24 Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús.
25 Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste?".
26 Jesús les respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.
27 Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello".
28 Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?".
29 Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado".
30 Y volvieron a preguntarle: "¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas?
31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo".
32 Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo;
33 porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo".
34 Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan".
35 Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.
36 Pero ya les he dicho: ustedes me han visto y sin embargo no creen.
37 Todo lo que me da el Padre viene a mí, y al que venga a mí yo no lo rechazaré,
38 porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la del que me envió.
39 La voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me dio, sino que lo resucite en el último día.
40 Esta es la voluntad de mi Padre: que el que ve al Hijo y cree en él, tenga Vida eterna y que yo lo resucite en el último día".
41 Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo".
42 Y decían: "¿Acaso este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madres. ¿Cómo puede decir ahora: "Yo he bajado del cielo"?
43 Jesús tomó la palabra y les dijo: "No murmuren entre ustedes.
44 Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día.
45 Está escrito en el libro de los Profetas: "Todos serán instruidos por Dios". Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí.
46 Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre.
47 Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna.
48 Yo soy el pan de Vida.
49 Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron.
50 Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera.
51 Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo".
52 Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?".
53 Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.
54 El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
55 Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.
56 El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
57 Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
58 Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente".
59 Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaúm.
60 Después de oírlo, muchos de sus discípulos decían: "¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?".
61 Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: "¿Esto los escandaliza?
62 ¿Qué pasará entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes?
63 El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida.
64 Pero hay entre ustedes algunos que no creen". En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.
65 Y agregó: "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede".
66 Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo.
67 Jesús preguntó entonces a los Doce: "¿También ustedes quieren irse?".
68 Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna.
69 Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios".
70 Jesús continuó: "¿No soy yo, acaso, el que los eligió a ustedes, los Doce? Sin embargo, uno de ustedes es un demonio".
71 Jesús hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote, que era uno de los Doce, el que lo iba a entregar.

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Introducción a Juan 


EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN

El cuarto Evangelio difiere considerablemente de los tres anteriores, tanto por su forma literaria cuanto por su contenido. La tradición cristiana lo atribuye al Apóstol JUAN, a quien identifica con "el discípulo al que Jesús amaba" (13. 23; 19. 26; 20. 2; 21. 7, 20), y hay varios indicios en el mismo Evangelio que corroboran esta atribución. De todas maneras, la redacción final del Libro es el resultado de una larga elaboración en la que también intervinieron los discípulos del Apóstol. La obra fue concluida hacia el año 100, y tenía como destinatarios inmediatos a las comunidades cristianas de Asia Menor.
El Evangelio de Juan gira en torno a un tema fundamental: Jesús es el Enviado de Dios, su Palabra por excelencia, que vino a este mundo para hacernos conocer al Padre. Él no habla por sí mismo, sino que "da testimonio" de la Verdad que escuchó del Padre (3. 11-13, 31-34), y toda su vida es una revelación de la "gloria" que recibió de su mismo Padre antes de la creación del mundo (17. 1-5).
Con más insistencia que los otros evangelistas, Juan acentúa la oposición entre Jesús -la "Luz", el "Camino", la "Verdad" y la "Vida"- y los que se niegan a creer en él, designados habitualmente con el nombre genérico de "los judíos". Jesús no vino a "juzgar" al mundo, sino a salvarlo. Pero, por el simple hecho de manifestarse a los hombres, él los pone ante una alternativa: la de permanecer en sus propias "tinieblas" o creer en la "luz". El que no cree en Jesús "ya" está condenado, mientras que el que cree en él "ya" ha pasado de la muerte a la Vida y tiene Vida eterna.
A diferencia de los Evangelios sinópticos, que mencionan una sola "subida" de Jesús a Jerusalén, este Evangelio habla de tres Pascuas celebradas en la Ciudad santa. Más aún, casi toda la actividad pública del Señor, se desarrolla dentro del marco litúrgico de alguna festividad judía. En lugar de las parábolas del Reino utilizadas a manera de comparaciones, tan características de los otros Evangelios, Juan se vale de breves y expresivas alegorías, como por ejemplo, la de la vid y los sarmientos y la del buen Pastor. También emplea diversos "símbolos" para referirse a la persona de Jesús y a los bienes que él brinda a los hombres: en especial, el "agua" y el "pan" le sirven para hacer una verdadera "catequesis sacramental" sobre el Bautismo y la Eucaristía.
El autor de este Evangelio vuelve constantemente sobre los mismos temas, desarrollándolos y profundizándolos una y otra vez. En cada uno de esos temas está contenido todo el misterio de Cristo. Pero más que los "hechos" de su vida, lo que le interesa y quiere poner de relieve es el "significado" que ellos encierran y que sólo la fe puede descubrir. Desde esa perspectiva, Juan interpreta las obras y amplía los discursos de Jesús, como fruto de una larga y profunda contemplación. Su objetivo fundamental es conducirnos a la Vida eterna, que consiste en conocer al "único Dios verdadero" y a su "Enviado, Jesucristo" (17. 3). Con razón se ha llamado al Evangelio de Juan el "Evangelio espiritual".

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Juan  6,1-71

7. "Denarios": ver nota Mat_18:28.

27. "Marcó con su sello": Dios confirmó públicamente la autoridad del Hijo del hombre, manifestando su filiación divina a través de los signos que él realizaba.

31. Sal_78:24; Sal_105:40. Ver Éx. 16.

32-33. Según una creencia popular, el "maná" sería el alimento de la era mesiánica. Ver Apo_2:17. A lo largo de este discurso, Jesús se identifica con ese alimento.

45. Isa_54:13.

63. La "carne", es decir, la naturaleza humana (ver nota 1. 14), no puede comprender por sí misma el misterio de la Eucaristía. Sólo el Espíritu Santo puede darnos la inteligencia necesaria para penetrar en este "misterio de fe".

69. "El Santo de Dios" es un título mesiánico. Ver Mar_1:24.