Hechos 8 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 40 versitos |
1 Saulo aprobó la muerte de Esteban. Ese mismo día, se desencadenó una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, excepto los Apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría.
2 Unos hombres piadosos enterraron a Esteban y lo lloraron con gran pesar.
3 Saulo, por su parte, perseguía a la Iglesia; iba de casa en casa y arrastraba a hombres y mujeres, llevándolos a la cárcel.
4 Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Palabra.
5 Felipe descendió a una ciudad de Samaría y allí predicaba a Cristo.
6 Al oírlo y al ver los milagros que hacía, todos recibían unánimemente las palabras de Felipe.
7 Porque los espíritus impuros, dando grandes gritos, salían de muchos que estaban poseídos, y buen número de paralíticos y lisiados quedaron curados.
8 Y fue grande la alegría de aquella ciudad.
9 Desde hacía un tiempo, vivía en esa ciudad un hombre llamado Simón, el cual con sus artes mágicas tenía deslumbrados a los samaritanos y pretendía ser un gran personaje.
10 Todos, desde el más pequeño al más grande, lo seguían y decían: "Este hombre es la Fuerza de Dios, esa que es llamada Grande".
11 Y lo seguían, porque desde hacía tiempo los tenía seducidos con su magia.
12 Pero cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba la Buena Noticia del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, todos, hombres y mujeres, se hicieron bautizar.
13 Simón también creyó y, una vez bautizado, no se separaba de Felipe. Al ver los signos y los grandes prodigios que se realizaban, él no salía de su asombro.
14 Cuando los Apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que los samaritanos habían recibido la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.
15 Estos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo.
16 Porque todavía no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente estaban bautizados en el nombre del Señor Jesús.
17 Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.
18 Al ver que por la imposición de las manos de los Apóstoles se confería el Espíritu Santo, Simón les ofreció dinero,
19 diciéndoles: "Les ruego que me den ese poder a mí también, para que aquel a quien yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo".
20 Pedro le contestó: "Maldito sea tu dinero y tú mismo, Porque has creído que el don de Dios se compra con dinero.
21 Tú no tendrás ninguna participación en ese poder, porque tu corazón no es recto a los ojos de Dios.
22 Arrepiéntete de tu maldad y ora al Señor: quizá él te perdone este mal deseo de tu corazón,
23 porque veo que estás sumido en la amargura de la hiel y envuelto en los lazos de la iniquidad".
24 Simón respondió: "Rueguen más bien ustedes al Señor, para que no me suceda nada de lo que acabas de decir".
25 Y los Apóstoles, después de haber dado testimonio y predicado la Palabra del Señor, mientras regresaban a Jerusalén, anunciaron la Buena Noticia a numerosas aldeas samaritanas.
26 El Ángel del Señor dijo a Felipe: "Levántate y ve hacia el sur, por el camino que baja de Jerusalén a Gaza: es un camino desierto".
27 El se levantó y partió. Un eunuco etíope, ministro del tesoro y alto funcionario de Candace, la reina de Etiopía, había ido en peregrinación a Jerusalén
28 y se volvía, sentado en su carruaje, leyendo al profeta Isaías.
29 El Espíritu Santo dijo a Felipe: "Acércate y camina junto a su carro".
30 Felipe se acercó y, al oír que leía al profeta Isaías, le preguntó: "¿Comprendes lo que estás leyendo?".
31 El respondió: "¿Cómo lo puedo entender, si nadie me lo explica?". Entonces le pidió a Felipe que subiera y se sentara junto a él.
32 El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era el siguiente: "Como oveja fue llevado al matadero; y como cordero que no se queja ante el que lo esquila, así él no abrió la boca.
33 En su humillación, le fue negada la justicia. ¿Quién podrá hablar de su descendencia, ya que su vida es arrancada de la tierra?"
34 El etíope preguntó a Felipe: "Dime, por favor, ¿de quién dice esto el Profeta? ¿De sí mismo o de algún otro?".
35 Entonces Felipe tomó la palabra y, comenzando por este texto de la Escritura, le anunció la Buena Noticia de Jesús.
36 Siguiendo su camino, llegaron a un lugar donde había agua, y el etíope dijo: "Aquí hay agua, ¿qué me impide ser bautizado?".
37 [Felipe dijo: "Si crees de todo corazón, es posible". "Creo, afirmó, que Jesucristo es el Hijo de Dios".]
38 Y ordenó que detuvieran el carro; ambos descendieron hasta el agua, y Felipe lo bautizó.
39 Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor, arrebató a Felipe, y el etíope no lo vio más, pero seguía gozoso su camino.
40 Felipe se encontró en Azoto, y en todas las ciudades por donde pasaba iba anunciando la Buena Noticia, hasta que llegó a Cesarea.

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Introducción a Hechos


HECHOS DE LOS APÓSTOLES

En el Prólogo al libro de los HECHOS DE LOS APÓSTOLES, su autor remite expresamente a un "primer Libro" escrito por él mismo, donde se narra lo que hizo y enseñó Jesús desde el comienzo hasta el momento de su Ascensión al cielo (1. 1-2). El Libro a que alude es el tercer Evangelio, y el autor es el evangelista san Lucas, que concibió y compuso estos dos Libros como partes integrantes de una única obra. Sólo hacia el año 150, cuando los cristianos reunieron los cuatro Evangelios en un mismo volumen, estas dos partes quedaron separadas.
Los "hechos" relatados en el Libro muestran cómo los Apóstoles dieron cumplimiento al programa que el Señor resucitado les fijó antes de su partida: "Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra" (1. 8). En el Evangelio de Lucas, el ministerio terreno de Jesús comienza en Nazaret ( Luk_4:16-21 ) y culmina en Jerusalén con la Pascua del Señor ( Luk_9:51 ). Y es precisamente de Jerusalén, de donde el mismo Lucas hace partir la acción evangelizadora de la Iglesia narrada en el libro de los Hechos.
Para escribir este Libro, Lucas empleó una abundante documentación: las tradiciones de la Iglesia de Jerusalén y de la comunidad de Antioquía, el testimonio personal de Pablo y, en particular, un "diario de viaje" que narraba la actividad misionera del Apóstol, donde el empleo del "nosotros" indica que su autor era un testigo presencial de los acontecimientos. Esto hace que el libro de los Hechos de los Apóstoles sea una fuente de información imprescindible para conocer los primeros tiempos de la Iglesia.
Sin embargo, Lucas no es un simple cronista que pretende escribir la historia completa de los orígenes cristianos, o presentar la penetración del Cristianismo en el mundo pagano como un fenómeno puramente histórico. Su finalidad es poner de manifiesto la acción del Espíritu, que va edificando la Iglesia por medio de la predicación de los Apóstoles y hace fructificar la Palabra de Dios en lugares cada vez más lejanos.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Hechos 8,1-40

5. "Felipe": no se trata del Apóstol del mismo nombre, sino de uno de los Siete mencionados en 6. 5. En 21. 8 se lo llama "predicador del Evangelio".

Los samaritanos eran hermanos de raza y de religión, pero estaban separados de la comunidad israelita. Ver nota Jua_4:9.

10. Se daba este título al mago Simón, porque se pensaba que en él residía una emanación del Dios supremo, que le otorgaba poderes sobrenaturales.

18-20. En el hecho protagonizado por Simón tuvo origen la palabra "simonía", que designa la pretensión de comprar con dinero los bienes espirituales.

32-33. Isa_53:7-8. Ver nota 3. 13-14.

37. "Felipe dijo: "Si crees de todo corazón, es posible". "Creo, afirmó, que Jesucristo es el Hijo de Dios"". Este texto, que es una glosa muy antigua inspirada en la liturgia bautismal, falta en los mejores manuscritos.