I Corintios 2 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 16 versitos |
1 Por mi parte, hermanos, cuando los visité para anunciarles el misterio de Dios, no llegué con el prestigio de la elocuencia o de la sabiduría.
2 Al contrario, no quise saber nada, fuera de Jesucristo, y Jesucristo crucificado.
3 Por eso, me presenté ante ustedes débil, temeroso y vacilante.
4 Mi palabra y mi predicación no tenían nada de la argumentación persuasiva de la sabiduría humana, sino que eran demostración del poder del Espíritu,
5 para que ustedes no basaran su fe en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
6 Es verdad que anunciamos una sabiduría entre aquellos que son personas espiritualmente maduras, pero no la sabiduría de este mundo ni la que ostentan los dominadores de este mundo, condenados a la destrucción.
7 Lo que anunciamos es una sabiduría de Dios, misteriosa y secreta, que él preparó para nuestra gloria antes que existiera el mundo;
8 aquella que ninguno de los dominadores de este mundo alcanzó a conocer, porque si la hubieran conocido no habrían crucificado al Señor de la gloria.
9 Nosotros anunciamos, como dice la Escritura, lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que lo aman.
10 Dios nos reveló todo esto por medio del Espíritu, porque el Espíritu lo penetra todo, hasta lo más íntimo de Dios.
11 ¿Quién puede conocer lo más íntimo del hombre, sino el espíritu del mismo hombre? De la misma manera, nadie conoce los secretos de Dios, sino el Espíritu de Dios.
12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que reconozcamos los dones gratuitos que Dios nos ha dado.
13 Nosotros no hablamos de estas cosas con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino con el lenguaje que el Espíritu de Dios nos ha enseñado, expresando en términos espirituales las realidades del Espíritu.
14 El hombre puramente natural no valora lo que viene del Espíritu de Dios: es una locura para él y no lo puede entender, porque para juzgarlo necesita del Espíritu.
15 El hombre espiritual, en cambio, todo lo juzga, y no puede ser juzgado por nadie.
16 Porque ¿quién penetró en el pensamiento del Señor, para poder enseñarle? Pero nosotros tenemos el pensamiento de Cristo.

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Introducción a I Corintios


PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS

Corinto, capital de la provincia romana de Acaya, era la ciudad más grande de Grecia. Su condición de puerto cosmopolita y su prosperidad económica la habían convertido en un lugar proverbial por la inmoralidad de sus costumbres. Durante su segundo viaje misionero, Pablo permaneció allí más de un año y medio, y logró establecer una comunidad entusiasta y fervorosa ( Act_18:1-18 ). Pero fue precisamente en Corinto donde alcanzó su punto más crítico la confrontación del Cristianismo naciente con el pensamiento y las costumbres paganas, y apenas Pablo se alejó comenzaron a surgir graves conflictos.
La llegada de Apolo ( Act_18:24 ) y de otros predicadores cristianos que se presentaban como emisarios de Pedro, dividió profundamente a la comunidad, provocando la formación de bandos rivales ( Act_1:11-13 ). Muchos cristianos no se habían despojado suficientemente de las costumbres paganas, y caían en el libertinaje moral ( Act_5:1 ). Las asambleas litúrgicas estaban perturbadas por una escandalosa división entre ricos y pobres ( Act_11:18-22 ), o por formas de exaltación teñidas de paganismo ( Act_14:1-5 ). Algunos confundían el Evangelio con una sabiduría puramente humana ( Act_1:22 ) y otros negaban la resurrección de los muertos ( Act_15:12 ).
Advertido de estos abusos, Pablo envió la PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS para restablecer el orden y responder a las consultas que se le habían hecho. Con su mirada penetrante, él va exponiendo grandes temas doctrinales a propósito de varios asuntos de orden práctico, algunos de ellos aparentemente insignificantes. Ningún otro escrito del Nuevo Testamento nos muestra de una manera tan concreta la vida de una comunidad y su situación ante el paganismo.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

I Corintios 2,1-16

6. "Dominadores de este mundo": esta expresión designa a las potencias demoníacas invisibles, que según la concepción de los judíos, se valían de las autoridades humanas para ejercer su dominación sobre el mundo. Ver 15. 24-25.

9. Resulta difícil identificar el texto citado. Según una hipótesis muy verosímil, Pablo transcribe una libre combinación de textos proféticos ( Isa_52:15; Isa_64:3), que se usaba en la liturgia de la Sinagoga. Como en muchos otros aspectos de su pensamiento, también aquí Pablo depende de la tradición rabínica.

10. Ver Sal. 139.

12. Ver Rom_8:15; Gal_4:6.

14. El "hombre natural" es el que cuenta únicamente con las fuerzas de su naturaleza humana y está privado de los dones del Espíritu Santo. Por eso es incapaz de comprender el misterioso designio de Dios, realizado en la cruz de Cristo.

16. Isa_40:13. Ver Rom_11:34.