II Corintios 7 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 16 versitos |
1 Ya que poseemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que mancha el cuerpo o el espíritu, llevando a término la obra de nuestra santificación en el temor de Dios.
2 Háganme un lugar en sus corazones. Nosotros no hemos perjudicado ni arruinado ni explotado a nadie.
3 No digo esto para condenarlos: como ya les dije, ustedes están en mi corazón, unidos en la vida y en la muerte.
4 Yo siempre les hablo con toda franqueza y tengo sobrados motivos para gloriarme de ustedes. Esto me llena de consuelo y me da una inmensa alegría en medio de todas las tribulaciones.
5 Cuando llegamos a Macedonia, no tuvimos descanso. De todas partes nos acosaban las tribulaciones: luchas por fuera y temores por dentro.
6 Pero Dios, que consuela a los afligidos, nos consoló con la llegada de Tito,
7 y no sólo con su llegada, sino también con el consuelo que ustedes le prodigaron. El nos habló del profundo afecto, del dolor y de la preocupación que ustedes sienten por mí, con lo cual me alegré más todavía.
8 Porque, si bien es verdad que los entristecí con mi carta, no me lamento de haberlo hecho. Si antes lo lamenté -al saber que aquella carta, aunque sólo fuera momentáneamente, los entristeció-
9 ahora me regocijo, no porque ustedes se hayan puesto tristes, sino porque esa tristeza fue motivo de arrepentimiento. Ustedes, en efecto, han experimentado la tristeza que proviene de Dios, de manera que nosotros no les hemos hecho ningún daño.
10 Esa tristeza produce un arrepentimiento que lleva a la salvación y no se debe lamentar; en cambio, la tristeza del mundo produce la muerte.
11 Fíjense bien lo que ha producido en ustedes la tristeza que proviene de Dios. ¡Cuánta solicitud! ¿Qué digo? ¡Cuántas excusas! ¡Qué indignación! ¡Qué temor! ¡Cuántos deseos ardientes! ¡Qué preocupación! ¡Qué castigo ejemplar! De todas las maneras posibles, ustedes han demostrado que son inocentes en este asunto.
12 En realidad, yo no les escribí a causa del ofensor, ni siquiera a causa del ofendido, sino para que se ponga de manifiesto, delante de Dios, la solicitud que ustedes tienen por nosotros.
13 Esto nos ha servido de consuelo; y a este consuelo personal, se agregó una alegría mucho mayor todavía: la de ver el gozo de Tito, después que fue tranquilizado por ustedes.
14 Y si delante de él me glorié un poco de ustedes, no me avergüenzo de ello. Todo lo contrario, de la misma manera que siempre les he dicho la verdad, también en esta ocasión se comprobó que era legítimo el orgullo que sentí por ustedes delante de Tito.
15 Y el afecto que él les tiene se acrecienta cuando recuerda la obediencia, el respeto y la reverencia con que lo recibieron.
16 Por eso me alegro de poder confiar plenamente en ustedes.

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Introducción a II Corintios


SEGUNDA CARTA A LOS CORINTIOS

Entre todos los escritos de Pablo, la SEGUNDA CARTA A LOS CORINTIOS es el más apasionado y polémico. Aunque su decidida intervención, a través de la primera Carta, había restablecido momentáneamente el orden interno de la comunidad, poco después se produjeron nuevos incidentes que reavivaron la crisis. Algunos predicadores "judaizantes" se presentaron en Corinto con el propósito de desautorizar la persona y las enseñanzas de Pablo. A estos se sumaban otros adversarios del Apóstol, que interpretaban erróneamente el principio de la libertad cristiana.
Es probable que Pablo, advertido por algunos de sus fieles, haya ido entonces a Corinto para encarar personalmente a sus adversarios. Pero esa visita, que sin duda fue breve y se realizó en medio de sucesos dolorosos, no produjo el efecto deseado. Esto motivó el envío de una Carta escrita en Éfeso "con muchas lágrimas" (2. 4) y en un tono muy severo, donde Pablo se defendía contra sus acusadores y reivindicaba su condición de Apóstol. Más tarde, su discípulo Tito le trajo buenas noticias sobre la situación de la comunidad. Entonces Pablo, que se disponía a ir por tercera vez a Corinto (12. 14), envió a la comunidad una afectuosa Carta de reconciliación.
En su forma actual, la llamada "Segunda Carta a los Corintios" da la impresión de ser la recopilación de varios escritos de Pablo, provenientes del dramático y prolongado intercambio epistolar que él mantuvo con la Iglesia de Corinto. De las tres partes que la integran, la primera (caps. 1-7) reproduce probablemente aquella Carta de "reconciliación", mientras que la última (caps. 10-13) sería la que el Apóstol escribió "con gran aflicción y angustia" (2. 4), para hacer recapacitar a la comunidad rebelde y salvaguardar así la unidad de la Iglesia.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

II Corintios 7,1-16

12. Ver nota 2. 5-6.